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“Dame una buena razón para casarme" Derribar el propio “ego”, responde el papá

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La bella carta del bloguero y psicólogo Kelly Flanagan a su hijo, explicándole la importancia del matrimonio anteponiéndola a la de la sexualidad.

Es el clásico “discursillo” pero con un matiz que todos los padres con hijos en la pubertad deberían leer. Lo publica la edición italiana del Huffington Post y el punto central que Flanagan afronta es el tema del ego y de cómo la esencia del matrimonio es encontrar a alguien que te hace “bajar las defensas”. A continuación cómo explica al hijo –y a los lectores– este concepto:

El ego es esa parte de ti que protege tu corazón. Has nacido con un corazón bueno y maravilloso, esta naturaleza no te abandonará nunca. Pero cuando, por ejemplo, he sido duro contigo o cuando tus amigos te han tomado el pelo por tus actividades extraescolares, has dudado de la bondad de tu corazón. No tengas miedo, le pasa a todos.

Tu mente ha comenzado a construir un muro alrededor del corazón. También esto le pasa a todos. Es como un gran muro con una enorme zanja, nos protege de los invasores que podrían entrar y atacar nuestro corazón. Y es una suerte poder contar con estas protecciones. Tu corazón merece ser salvaguardado.

Al principio, usamos estos muros para mantener alejados a los demás. Luego, al crecer, nos cansamos de escondernos temerosos y decidimos que la mejor defensa es atacar.Entonces, colocamos cañones sobre los muros y abrimos fuego. Para algunos reservamos la ira, para otros los chismes, los juicios, la distancia.

Uno de mis “golpes” de ego preferidos es fingir que quien se encuentra fuera de mis murallas está equivocado. Me hace sentir justo y virtuoso, pero en realidad me hace pensar que estoy seguro sólo con mis ideas. Se que he reservado algunos golpes también para ti y lo siento mucho.

A veces, necesitamos estas armas para sobrevivir. Pero a menudo las dejamos reposar.

Tanto hombres como mujeres ponen muros, armados con cañones. Pronto serás adulto, es importante que yo te diga qué piensan otros hombres de sus protecciones. Justificamos su presencia, fingiendo que son esenciales para ser “verdaderos” hombres.

En realidad, muchos de nosotros tenemos sólo miedo de no ser suficiente para las personas que amamos, de esta manera decidimos escondernos y protegernos tras los altos muros y un montón de cañones.

¿Logras entender que esto puede ser un problema para el matrimonio?

Si caes en la trampa de pensar que ese muro es fundamentalmente para ser un hombre, aniquilarás cualquier posibilidad de tener un matrimonio sereno y duradero. Porque al final, el objetivo del matrimonio es derribar ese “muro de ego”, ladrillo tras ladrillo, hasta que estés completamente disponible para la persona que amas. Abierto. Vulnerable. “Peligrosamente” comprometido.

Mira, las personas tienen relaciones sexuales porque por un momento, en el culmen de todo, su mente está completamente libre de muros, el ego desaparece y te sientes libre y completamente conectado.

Pero con el sexo, esta sensación dura sólo un momento. Si te comprometes en el matrimonio, te estás comprometiendo con el amplio, doloroso pero al mismo tiempo extraordinario trabajo de derribar tus muros para siempre. Entonces, ese momento puede durar toda la vida.

Existe también un pasaje útil para los creyentes, que presenta una pregunta esencial para las vidas de quien se dice cristiano: ¿A qué tipo de Dios seguimos?

Muchas personas te dirán que el secreto para un matrimonio feliz es poner a Dios en el centro de todo, pero yo creo que esto depende de cómo tu experiencia con Dios actúa sobre tu ego.

Porque si tu Dios es un Dios hecho de fuerza, poder y autoridad, un Dios que te demuestra que tienes siempre razón y que crea líneas de demarcación desde las que juzgas a los demás, un Dios que te hace sentir siempre seguro… creo que deberías tenerlo alejado de tu matrimonio. No hará otra cosa que construir muros cada vez más altos y fuertes.

Pero si el Dios que conoces es vulnerable, un Dios que pone el mundo al revés y reside también en el fracaso, que acoge a quien está en dificultad, que sacrificaría todo en nombre de la paz y la reconciliación… un Dios que intercambiaría con gusto la seguridad y la tranquilidad por un amor peligroso y arriesgado…entonces estoy de acuerdo, ponlo en el centro de tu matrimonio. Si tu Dios es de esos que derriban muros, transformará tu matrimonio en un territorio sagrado.

¿Cuál es el secreto para un matrimonio feliz? Escoger a alguien que comprende, a su vez, la única razón válida para casarse.

Y tú, ¿qué le dirías a tu hijo?

 

 

 

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