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El matrimonio sí importa

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El matrimonio es algo más que una relación privada emocional. También representa un bien social. No todo el mundo puede o debe casarse ni todo niño educado fuera del…

Los niños de hoy tiene menos probabilidades de pasar su infancia en una familia nuclear, y para los hombres y las mujeres es más difícil casarse jóvenes y permanecer unidos que hace cincuenta años; en Colombia por ejemplo el “divorcio Express creció en un 254% en el primer semestre de 2007 comparado con ese mismo período de 2006. Así las cosas, reflexionar sobre matrimonio, hijos, familia y bienestar se convierte en necesario; las estadísticas de ese tipo abundan y lo que esta en juego tal y como aparece en la realidad, mucho más allá de entender cuál es el rumbo que están tomando las sociedades en occidente –si es que ¿acaso estamos pasando de la monogamia a una cultura de relaciones monosucesivas?-, es entender por fin que de la salud emocional de los más pequeños, quienes esperan que sean los adultos los que les enseñen el camino más próximo al acierto, dependen de la paz, la convivencia, la armonía y el bienestar , no ya de las comunidades, sino del planeta entero. 


Éstos asuntos, que competen e inquietan a los hombres en todas las latitudes, han sido examinados a los largo de las tres últimas décadas por sociólogos, sicólogos y economistas de los Estados Unidos. Y aunque ningún estudio por sí solo ha sido concluyente, se ha reunido un conjunto abrumador de pruebas científicosociales que señalan que los niños tienen más posibilidades de prosperar cuando crecen en una familia unida y casada. Las investigaciones demuestran claramente que los niños dan importancia a la estructura familiar, y la estructura familiar que más los ayuda es aquella encabezada por dos padres biológicos que comparten un matrimonio poco conflictivo.

Desde el punto de vista de algunos expertos: “El matrimonio en Europa, y de hecho en occidente, no tiene futuro como la principal institución de afianzamiento de la vida adulta y como contexto ideal para la reproducción biológica y social de las generaciones futuras en el continente Europeo”. El presente artículo expone algunas de las conclusiones del Social Trends Institute -fundación dedicada al estudio de las ciencias sociales en los Estados Unidos en el sentido contrario, con la intención de equilibrar la balanza en un mundo en el que el peso informativo parece estar marcadamente inclinado a la desorientación, si tenemos en cuenta cómo crece la comercialización de la vida privada y los réditos más altos se producen en el orden de los escándalos íntimos, las rupturas de pareja, el abandono, la infidelidad y el maltrato.

Puesto que mirando la otra cara de la moneda se encuentran estudios que afirman que los matrimonios sanos y fuertes son indispensables para el bienestar social, económico y psicológico de las comunidades, de los adultos y, especial mente, de los niños, vale la pena examinar las consecuencias que acarrean en grandes y pequeños el monoparentalismo (educación de los hijos en manos de uno solo de sus progenitores) y la cohabitación (uniones de hecho).

MONOPARENTALISMO. ECO DE UNA REALIDAD 

En el bogotano barrio Pablo VI y desde un negocio que vende minutos a celular, un joven de menos de veinticinco años relata a su amiga confidente la noticia que X le dio la noche anterior; la joven con la que sale hace pocos meses está en embarazo: 

"No me veo casado con ella y no sé que hacer... ¡ni siquiera se en que ando!, ¿qué me paso?". En el resto de la conversación parecía seguro de que cada palabra suya era más importante y seria que la anterior por la forma en que exponía sus argumentos, pero lo que del caso llama realmente la atención es como giraba en torno a un sujeto -él mismo-, que creía estar resolviendo su situación (o lo que es peor, una situación más -cualquiera- en su vida) cuando en realidad resolvía la de una criatura; y, sin más, le imponía el estigma del monoparentalismo antes de llegar al mundo. Y, ¿qué le espera a un menor que nace en estas condiciones? 

• Llegar a ser un adulto con menos formación que aquellos que crecen en una familia estable con padre y madre.
• Los varones educados en familias monoparentales tienen más tendencia a caer en comportamientos delictivos.
• Mayor riesgo de fracaso escolar y de abuso de drogas y alcohol.
• Tener una peor situación profesional y más probabilidades de estar desocupados (es decir, sin empleo ni estudios en curso).
• Es más probable que las hijas tengan un hijo fuera del matrimonio, que experimenten matrimonios más problemáticos, un mayor número de divorcios y presenten más síntomas de depresión.


LA COHABITACIÓN. SEGUNDO ESCENARIO
Una encuesta realizada en países occidentales (con amplia representación europea) descubrió que en la mayoría de estos los hijos de padres en cohabitacióntienen entre el doble y cuatro veces más de probabilidades de ver como se separan sus padres que los hijos de parejas casadas en el momento de nacer ellos. Y añade que tal inestabilidad familiar no solo es perjudicial porque impide a los niños desarrollar y conservar vínculos afectivos estables, sino porque les pone en peligro:

• Estos pequeños suelen buscar atención y apoyo afectivo en adultos ajenos a la familia, lo que los hace más vulnerables a depredadores sexuales y a otros tipos de abuso físico.
• El cuidador principal está a menudo distraído (por razones amorosas o de otro tipo) por la pérdida de una pareja, la ruptura sentimental o la búsqueda de una nueva pareja.
• El riesgo de mortalidad de los niños en edad preescolar se multiplica por cincuenta cuando hablamos de niños educados en situación de cohabitación, principalmente por la exposición a la presencia de un hombre adulto ajeno a la familia.
• En comparación con los hijos de matrimonios, los niños de parejas de hecho tienen más tendencia a que los expulsen temporal o definitivamente del colegio, así como a tener un rendimiento escolar pobre y de tener dificultades en las relaciones con compañeros y profesores.

En Colombia, en cuanto a las uniones libres, el censo del DANE (2005) registró que 13.042 niños entre los 12 y los 14 años llevaban vida en pareja sin estar casados. Esta estadística, para jóvenes de 15 a 19 años, era de 318.192.

Algunos especialistas en temas familiares han restado importancia al creciente aumento de la natalidad fuera del matrimonio porque daban por hecho que las parejas en cohabitación ocuparían el lugar de las parejas casadas, ofreciendo un lugar estable y biparental a los niños. Pero una investigación sobre tendencias demográficas indica que tanto el aumento de la natalidad fuera del matrimonio como el del porcentaje de niños que nacen en uniones en cohabitación está asociado con el aumento de casos en que las madres tienen que educar solas a sus hijos: "Quizá la única tendencia general en occidente sea que la educación de los niños está pasando de las manos de padres casados a las de madres solteras, más que a las de padres en cohabitación, familias reconstituidas o padres solteros".

Son muchas las causas del abandono del matrimonio, y algunos expertos consideran que las fuerzas culturales, económicas y políticas que se han aliado contra el matrimonio son tan poderosas que hacen de toda resistencia un esfuerzo vano. El matrimonio no es la panacea para todos nuestros males sociales. Sin embargo, el hecho de que la sociedad llegue o no a construir una cultura sana para el matrimonio tiene una clara relevancia pública. Es una cuestión de máxima importancia si queremos ayudar a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad: los grupos más humildes, las minorías étnicas y los niños.

Maríapaulina Montoya Escobar
Coordinadora de Redacción
apuntesdefamilia@unisabana.edu.co



 

 

 

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