Bendecido amanecer y esperanzador día que nos regalas para poder compartirlo con nuestros hermanos.
Tú atraes hacia ti a todos los que creen en Ti. Fe, Señor, es lo que necesitamos. Danos una fe viva para que podamos encontrarte en la palabra que nos diriges, en el pan de vida que nos ofreces, y en el alimento que podemos compartir mutuamente con nuestros hermanos. Que, como Felipe, tengamos la capacidad y la fuerza de tu espíritu para poder explicar y compartir tu palabra. Aleja de nosotros toda adversidad y los obstáculos que en ocasiones parecieran más fuertes que nosotros. Danos fortaleza y fuerza espiritual por medio del alimento que perdura para que comiéndolo sigamos creyendo y esperando en Ti. Hoy nuestros anhelos sean de servicio y generosidad, amando muchísimo más al que lo necesite. Danos tu santa bendición y acompáñanos en nuestras labores. Nuestra Madre sea nuestro gran auxilio. Amén.
Un muy testimonial jueves lleno de alegría y felicidad. Pidamos que nuestros cardenales sean iluminados por el Espíritu Santo y bendecidos con los Dones de la sabiduría, la inteligencia y el discernimiento para que encontremos el Pastor con olor a oveja, lleno de humildad y sencillez.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Nos sorprende, y nos hace reflexionar esta palabra del Señor: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre”, “el que cree en mí, tiene la vida eterna”. Nos hace reflexionar. Esta palabra introduce en la dinámica de la fe, que es una relación: la relación entre la persona humana, todos nosotros, y la persona de Jesús, donde el Padre juega un papel decisivo, y naturalmente, también el Espíritu Santo, que está implícito aquí. No basta encontrar a Jesús para creer en Él, no basta leer la Biblia, el Evangelio, eso es importante ¿eh?, pero no basta. No basta ni siquiera asistir a un milagro, como el de la multiplicación de los panes. Muchas personas estuvieron en estrecho contacto con Jesús y no le creyeron, es más, también lo despreciaron y condenaron. Y yo me pregunto: ¿por qué, esto? ¿No fueron atraídos por el Padre? No, esto sucedió porque su corazón estaba cerrado a la acción del Espíritu de Dios. Y si tú tienes el corazón cerrado, la fe no entra. Dios Padre siempre nos atrae hacia Jesús. Somos nosotros quienes abrimos nuestro corazón o lo cerramos. (Ángelus, 9 de agosto de 2015)