Bello amanecer el que nos regalas en esta mañana decembrina, para poderlo compartir con nuestros hermanos para ir con optimismo con alegría y con el gozo de llevarte en el corazón,mostrar con nuestras obras, acciones y palabras que tu habitas en nosotros. Honramos hoy la memoria de San Esteban, el primer mártir que entregó la vida por amor hacia Ti. Danos la gracia de ser testigos, como él, llenos de fe y del Espíritu Santo, que estemos llenos de fortaleza, ya que nos esforzamos por vivir tu vida. Danos una gran confianza para vivir en tus manos. Como Esteban, sepamos rogar por los que nos hieren u ofenden para que tú nos perdones a todos. Ayúdanos a continuar en nuestra alegría y que sirvamos a nuestros hermanos experimentando tu presencia. Que al emprender nuestras actividades cotidianas lo hagamos con entusiasmo y optimismo. Comprendamos que mejor regalo es el de la comprensión, la fraternidad y la solidaridad. Amén
Que al inicio de nuestra cotidianidad en estos últimos días de este año, dispongas nuestro espíritu y nuestros corazones, en actitudes positivas, generosas y esperanzadoras. Un muy feliz y comprometido jueves llenos de bendiciones. Oremos y pidamos el don de la salud y bienestar para todos los que nos rodean. Abrazos y abundancia de felicidad.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Pensemos un momento en esta escena: Saulo y Esteban, el perseguidor y el perseguido. Entre ellos parece haber un muro impenetrable, tan duro como el fundamentalismo del joven fariseo y como las piedras arrojadas al condenado a muerte. Sin embargo, más allá de las apariencias, hay algo más fuerte que los une: a través del testimonio de Esteban, de hecho, el Señor ya está preparando en el corazón de Saulo, sin que él lo sepa, la conversión que lo llevará a ser un gran apóstol. Esteban, su servicio, su oración y la fe que proclama, su valentía y especialmente su perdón a punto de morir, no son en vano. Se decía, en los tiempos de las persecuciones -y aún hoy es justo decirlo- la sangre de los mártires semilla de cristianos”. Parecen terminar en la nada, pero en realidad su sacrificio siembra una semilla que, a contracorriente de las piedras, se planta, de manera oculta, en el pecho de su peor rival. Hoy, dos mil años después, vemos tristemente que la persecución continúa: hay persecución de cristianos... sigue habiendo -y son muchos- quienes sufren y mueren por dar testimonio de Jesús, como también hay quienes son penalizados a diversos niveles por comportarse de forma coherente con el Evangelio (…) ahora como entonces, la semilla de sus sacrificios, que parecía morir, brota y da fruto, porque Dios, a través de ellos, sigue obrando maravillas (cf. Hch 18,9-10), para cambiar los corazones y salvar a los hombres. (Ángelus, 26 de diciembre de 2023)