Por un nuevo amanecer te damos gracias al llamarnos a la vida.
Hoy de una manera especial nos invitas a tu banquete en el cual te das a nosotros pan de fuerza y vino de alegría. Al contemplar el vino sabemos que no todo es alegría, porque ahí está reflejada tu vida, mezclada con el agua del dolor, la tristeza y el sufrimiento. Hoy, por la intercesión de tu santísima madre, vuelves a realizar en nosotros lo que realizaste en Cana de Galilea; conviertes en vino el agua de nuestras vidas.
Danos el buen vino de tu perdón, porque nuestro amor sigue estando tibio y no tenemos suficiente fe en ti ni confianza en nuestros hermanos; que sepamos también perdonarnos unos a otros de todo corazón. Danos en nuestras familias el vino del amor, para que padre y madre en el hogar sean fieles y entregados el uno al otro; y para que como hijos aprendamos a preocuparnos por los demás y a servirte a ti fielmente.
Vierte el vino de tu fortaleza y tu esperanza en todos los que sufren y derrama el vino de la compasión y la solidaridad en todos los que podemos ayudarles. Danos el vino de la unidad y la amistad para que todos seamos uno en ti y lleguemos a servirnos unos a otros por medio de nuestro espíritu de participación y generosidad. Danos el vino de tu alegría y de tu vida a todos nosotros y danos el pan de ti mismo para que vivamos siempre en ti. No permitas que nuestra vida se convierta en rutinaria y superficial, como un vino aguado. Permanece cercano a nosotros y cólmanos con tus bendiciones. En la alegría de saber que contamos con tu presencia y el auxilio de Nuestra Madre del Cielo haz que aquellos dones y carismas, que bondadosa y generosamente hemos recibido de Ti, nos ayuden a llenar las tinajas vacías de nuestros hermanos y todos logremos vivir la alegría de una nueva vida, bebamos el vino de la amistad, de la bondad, de la solidaridad, la unidad y la fraternidad.
Un muy feliz y embriagador Domingo vivido en alegría y sentimientos de amor. Bendiciones y abrazos abundantes
PALABRAS DEL SANTO PADRE
También hoy la Virgen nos dice a todos: «Haced lo que os él os diga». Estas palabras son una valiosa herencia que nuestra Madre nos ha dejado. Y los siervos obedecen en Caná. «Les dice Jesús: “Llenad las tinajas de agua”. Y las llenaron hasta arriba. “Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala”. Ellos lo llevaron» (vv. 7-8). En este matrimonio, realmente se estipula una Nueva Alianza y la nueva misión se confía a los siervos del Señor, es decir, a toda la Iglesia: «Haced lo que él os diga». Servir al Señor significa escuchar y poner en práctica su palabra. Es la recomendación simple y esencial de la Madre de Jesús, es el programa de vida del cristiano.
Me gustaría destacar una experiencia que seguramente muchos de nosotros hemos tenido en la vida. Cuando estamos en situaciones difíciles, cuando ocurren problemas que no sabemos cómo resolver, cuando a menudo sentimos ansiedad y angustia, cuando nos falta la alegría, id a la Virgen y decid: «No tenemos vino. El vino se ha terminado: mira cómo estoy, mira mi corazón, mira mi alma». Decídselo a la madre. E irá a Jesús para decir: «Mira a este, mira a esta: no tiene vino». Y luego, volverá a nosotros y nos dirá: «Haz lo que él diga».
Para cada uno de nosotros, extraer de la tinaja es equivalente a confiar en la Palabra y los Sacramentos para experimentar la gracia de Dios en nuestra vida. Entonces nosotros también, como el maestro de mesa que probó el agua convertida en vino, podemos exclamar: «Has guardado el vino bueno hasta ahora» (v. 10). Jesús siempre nos sorprende. Hablemos con la Madre para que hable con el Hijo, y Él nos sorprenderá. (Ángelus, Plaza de San Pedro, 20 de enero de 2019)