Bendito seas, Señor, por el amor con el que bendices este día y nos das ocasión de poderte servir en nuestros hermanos. Señor, aunque ningún ángel anunció nuestro nacimiento, sabemos que tú nos amabas aun antes de haber nacido y que tú nos llamas ahora a preparar tu venida más plena en medio de nosotros. Revela tu fuerza en nuestra debilidad, conserva viva nuestra esperanza, para que sepamos vencer todos los obstáculos que se presentan en nuestro diario vivir. Como Sansón y Juan el Bautista cólmanos de bendiciones y realiza maravillas en nosotros.
La Navidad está cerca. Que nuestras oraciones se vuelvan más insistentes para que nos entreguemos con mayor entusiasmo a llevar tu amor, tu bondad y tu misericordia a nuestros hermanos. Amén.
Feliz y bendecido jueves, cuarto día de la novena de Navidad.
“¡Regocíjate! Zacarías, porque Dios ha escuchado tu oración.
¡Alégrate! Isabel, porque El Salvador del mundo ha llegado hasta tu casa.
Salta de gozo Juan porque tu señor se apresura y advierte su venida.
Dichosa eres María, porque lo que te ha dicho el señor se cumplirá”.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Ante el anuncio del nacimiento de un hijo, (cf. Lucas 1, 13) Zacarías se quedó incrédulo, porque las leyes naturales no lo consentían, eran viejos: eran ancianos; como consecuencia el Señor lo dejó mudo durante todo el tiempo de la gestación (cf. v. 20). Es una señal. Pero Dios no depende de nuestras lógicas y de nuestras limitadas capacidades humanas. Es necesario aprender a fiarse y a callar frente al misterio de Dios y a contemplar en humildad y silencio su obra, que se revela en la historia y que tantas veces supera nuestra imaginación. Y ahora que el evento se cumple, ahora que Isabel y Zacarías experimentan que «nada es imposible para Dios» (Lucas 1, 37), grande es su alegría. (…) Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas. (Ángelus, 24 de junio de 2018)