Qué hermoso despertar el que bondadosamente nos regalas en este día dedicado a tu amor y al encuentro con los que amamos. Gracias por la alegría que das a nuestros corazones. Hoy Señor nos regalas en tu palabra sentimientos esperanzadores, no palabras amenazadoras ni que infunden miedo sino todo lo contrario palabras que están llenas de fe llenas de esperanza y llenas de tu amor: un cielo nuevo y una tierra nueva. Cada día vivimos momentos en que pareciera que no hubiera esperanza y no encontráramos el sendero justo y la salida apropiada a nuestras angustias, pero Tú nos aseguras que debemos confiar en tu palabra. «No se angustie ni se inquiete vuestro corazón creed en Dios y creed también en mi». Confiamos plenamente y no dudamos de tu amor. Ayúdanos a comprender la grandeza de tu amor, tu bondad y generosidad para compartirlas con nuestros hermanos y entre todos esperemos las promesas de tu amor. Danos la ocasión para ser felices y vivir alegremente nuestras vidas compartidas con los que amamos y aquellos a quien debemos amar más. Nuestros anhelos y esperanzas para vencer los obstáculos que la vida nos presenta, los podemos superar porque contamos con tu bondadosa presencia. Retomando fuerzas para emprender nuevos caminos y confiando en tu misericordia, llenos de fe y esperanza podremos decir: “PROTÉGEME DIOS MÍO, QUE ME REFUGIO EN TI”.
Un muy esperanzador Domingo pleno en alegría compartida.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Y nosotros, hermanos y hermanas, preguntémonos: ¿en qué estamos invirtiendo la vida? ¿En cosas que pasan, como el dinero, el éxito, la apariencia, el bienestar físico? De estas cosas, no nos llevaremos nada. ¿Estamos apegados a las cosas terrenas como si tuviéramos que vivir aquí para siempre? Mientras somos jóvenes y tenemos salud, todo va bien, pero cuando llega la hora de la despedida, debemos dejar todo. La Palabra de Dios hoy nos advierte: la escena de este mundo pasa. Y solamente permanecerá el amor. Por consiguiente, fundar la vida sobre la Palabra de Dios no es evadirse de la historia, es sumergirse en las realidades terrenas para hacerlas firmes, para transformarlas con el amor, imprimiéndoles el sello de la eternidad, el signo de Dios. He aquí entonces un consejo para tomar las decisiones importantes. Cuando no sé qué hacer, cómo tomar una decisión definitiva, una decisión importante, una decisión que implica el amor de Jesús, ¿qué debo hacer? Antes de decidir, imaginemos que estamos ante Jesús, como al final de la vida, ante Él que es amor. Y pensando allí, en su presencia, en el umbral de la eternidad, tomemos la decisión para el hoy. Así tenemos que decidir: siempre mirando la eternidad, mirando a Jesús. Quizá no sea la elección más fácil, la más inmediata, pero será la buena, eso es seguro. (Ángelus, 14 de noviembre de 2021)