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El restaurado órgano de la Catedral de Bogotá sonará de nuevo con todo su esplendor

El sábado 2 de julio, a las 5 de la tarde en la Catedral Primada, volverá a sonar el órgano, que luego de tres años de restauración será la estrella del concierto de…

Fue en el gobierno pastoral del obispo Ignacio León Velasco y Velasco, jesuita, (1889-1891) que llegó el órgano a la Catedral. Desde entonces ha acompañado la Sagrada Liturgia, a pesar de sus traslados internos, sus ‘achaques’ y las nuevas formas musicales.

 

El órgano se construyó en 1890, en el taller de Aquilino Amezua, un músico e ingeniero español. Desde su construcción, el órgano permaneció en su sitio original en una tribuna al lado oriental de la nave central y solo fue retirado para su restauración entre 1960 y 1968, para los preparativos de la visita del Papa Pablo VI. Posteriormente fue trasladado a una nave en el extremo sur de la catedral, en donde se encuentra actualmente.

 

Palabras de el señor cardenal Rubén Salazar Gómez,  arzobispo de Bogotá y primado de Colombia en el texto de presentación del concierto, a cargo del Ministerio de Cultura:

           “La liturgia es fundamental expresión del diálogo permanente que se establece entre Dios y el hombre cuando este responde de manera activa a la interpelación del Creador y una de estas respuestas la constituyen la música y el canto, los cuales crean un lenguaje sagrado encontrando la forma más perfecta de las palabras en el arte musical.

Desde hace más de diez siglos, el órgano se ha desarrollado en sus diversas formas utilizando para la transmisión del aire los diversos sistemas neumático, mecánico o eléctrico, como el principal instrumento al servicio de la liturgia. Una vez aceptado e incorporado a la liturgia este instrumento ha conquistado un incontrastable prestigio que lo ha convertido en el acompañante por excelencia del canto litúrgico.

En el siglo once el órgano adquiere un carácter sacro como un objeto litúrgico.

Santo Tomás de Aquino afirma que mediante este instrumento “el afecto del hombre es arrebatado a lo celestial”. El Concilio Vaticano II recoge esta afirmación cuando en la Constitución sobre la Sagrada Liturgia “Sacrosantum Concilium” afirma: “Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales”(SC 120).

En la Catedral de la arquidiócesis de Santafé, se utilizaron desde sus comienzos órganos rudimentarios construidos por artesanos autóctonos que nunca alcanzaron el nivel requerido para la grandeza y majestad del culto. No fue sino hasta el año de 1890 cuando el arzobispo Ignacio León de Velasco y Velasco se empeñó en la gigantesca tarea de importar un instrumento que respondiera a las necesidades de la Arquidiócesis y a los adelantos técnicos de la época. Así llegó a la Catedral el órgano considerado como uno de los más importantes fabricados por la Casa Amezua de Barcelona.

Después de varias intervenciones, algunas desafortunadas, el órgano de la Catedral llegó a nuestros días disminuido y maltrecho.

Dadas las calidades musicales y la importante tradición cultural representada en esta pieza se pensó en su recuperación de tal modo que continuara siendo un importante elemento para la liturgia y la cultura.

Gracias al convenio interinstitucional entre el Ministerio de Cultura y la Conferencia Episcopal se propuso su restauración que fue aprobada con la participación del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. El compromiso y colaboración de estos con la arquidiócesis de Bogotá, permitió llevar a feliz término esta obra que hoy se inaugura, para el servicio de la liturgia y de la cultura de la ciudad de Bogotá.

 

Descargue aquí el progrma de mano y documento que preparó el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y la Arquidiócesis de Bogotá para este concierto: 

 

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