El Plan de Evangelización nos invita, en primer lugar, a dar un Gran Giro en la comprensión que tenemos de nosotros mismos como católicos frente a los nuevos tiempos que vivimos y en la manera de entender y vivir la tarea evangelizadora, comenzando por un esfuerzo sincero de salir al encuentro de Dios en la vida concreta de la gente que crece, trabaja, lucha, sufre, construye, sueña en nuestra ciudad y municipios.
Esa es la razón de ser de esta Guía. En ella, proponemos una serie de experiencias que nos ayuden a iniciarnos en la contemplación, con ojos y corazón de discípulos misioneros, de nuestra ciudad y municipios, reconociendo los signos, las huellas de la presencia de Dios en las cosas que pasan a diario y que nos ayuden a empezar a desarrollar más nuestra capacidad para discernir lo que el Señor espera de cada uno de nosotros. Las experiencias que se proponen son:
- Recorridos urbano - rurales
- Visitas institucionales y solidarias
- Cine Foro
- Construcción de mapas
Esperamos que estas experiencias le permitirán a cada uno de los animadores, a partir de la contemplación y la reflexión a nivel personal y grupal, acercarse al encuentro con Jesucristo en la calle y con la acción misericordiosa, motivando la revisión de la vivencia de la condición bautismal, la comunión y la misión, a través de los tres dinamismos propuestos por el nuevo paradigma de evangelización:
- Salir al encuentro de Dios en la región capital: Es un movimiento de adentro hacia fuera, de los lugares comunes, de comodidad, de nosotros mismos a espacios desconocidos, retadores, a la calle, hacia los otros –especialmente, hacia los más vulnerables, pobres o excluidos- para descubrir allí el querer de Dios y su acción silenciosa.
- Hacerse compañero de camino: Hacernos cercanos y caminar junto a los excluidos, a los ignorados, a los no creyentes, a los bautizados alejados, hacernos solidarios de todo lo humano para ponernos al servicio de la acción que ya Dios está haciendo, para cuidar a los otros, para sanar heridas, para acompañar el sufrimiento y las alegrías de quienes van por el camino.
- Ser fermento del Amor de Dios: En comunidad, en fraternidad, transmitir y hacer visible el amor y la acción misericordiosa de Dios. Se trata también de aportar nuestra voz, nuestras manos y nuestra fuerza para la transformación de un mundo en el que reine la justicia, la solidaridad, la reconciliación, el cuidado por la humanidad y la creación.