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9-mar.-2025, domingo de la 1.ª semana de Cuaresma

Alegre y bendecida mañana la que comenzamos a vivir, gracias a tu bondad y misericordia.

Alegre y bendecida mañana la que comenzamos a vivir, gracias a tu bondad y misericordia. Hoy es un día para bendecirte, alabarte y darte gracias por todo lo recibido durante la semana y ponernos en tus manos. 

Hoy nos invitas a superar las tentaciones que en nuestro diario vivir nos “cercan” por todo lado. Sentimos la fuerte tentación de permitir que los bienes de consumo nos encarcelen y esclavicen. Pero te miramos a ti, que no te dejaste fascinar por ellos y quieres que nosotros tengamos hambre, no de cosas materiales y mundanas, sino más bien hambre de fraternidad y solidaridad con nuestros hermanos. 

Sentimos la fuerte tentación de impresionar y de controlar a los demás. Te miramos a Ti: viniste para instaurar el poder del amor y nos dices que sirvamos al Padre celestial en nuestros hermanos.

Sentimos la fuerte tentación de crear nuestros propios ídolos y hacernos el centro del universo. Te miramos a Ti: quieres que contigo demos culto y adoremos solamente a Dios. 

Contigo que resististe y venciste las tentaciones, vamos caminando en este tiempo de Cuaresma, con confianza y fortaleza, ya que contamos con tu presencia en nuestros corazones. 

Que tu Santo Espíritu nos lleve al desierto para recuperar nuestras mejores actitudes de oración y allí también redescubrir a nuestros hermanos. En el desierto de nuestros corazones, descubramos de nuevo lo que realmente importa en nuestras vidas. Amén. 

Un muy feliz y fortalecido domingo compartido con los que amamos.

Palabras del Santo Padre

Este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal. Nos muestra que Jesús se enfrentó voluntariamente al Tentador y lo venció; y al mismo tiempo nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones. Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo. Pero hay algo que me gustaría subrayar: en las tentaciones Jesús no dialoga nunca con el diablo, nunca. En su vida, Jesús no tuvo jamás un diálogo con el diablo, jamás. O lo expulsa de los endemoniados o lo condena o muestra su malicia, pero nunca un diálogo. Y en el desierto parece que haya un diálogo porque el diablo le hace tres propuestas y Jesús responde. Pero Jesús no responde con sus palabras; responde con la Palabra de Dios, con tres pasajes de la Escritura. Y esto es lo que debemos hacer también todos nosotros. Cuando se acerca el seductor, comienza a seducirnos: “Pero piensa esto, haz aquello...”. La tentación es la de dialogar con él, como hizo Eva; y si nosotros entablamos diálogo con el diablo seremos derrotados. Grabaos esto en la cabeza y en el corazón: no se dialoga nunca con el diablo, no hay diálogo posible. Solo la Palabra de Dios. (Ángelus, 21 de febrero de 2021)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.