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5-dic.-2025, viernes de la 1.ª semana de Adviento

«Que os suceda conforme a vuestra fe»

Bendiciones recibidas y compartidas nos regalas en este día, en este amanecer que ofrece la posibilidad de servirte en amor y generosidad, porque tu palabra inspira nuestros momentos, nuestros caminos, nuestros anhelos y esperanzas. Gracias, Señor, por la palabra con que nos inspira y nos invita a seguirte. 

De manera espontánea nos ponemos a favor de los dos ciegos del evangelio de hoy en sus dos reacciones. En la primera, los vemos acudir a Ti para que los cures. Nosotros haríamos lo mismo que ellos. Caminas y caminas y te alejas de donde están ellos, pero ellos te siguen, no quieren perder esta gran oportunidad. Tu fama ha crecido, has hecho ya varias curaciones. Los dos ciegos, se acercan a Ti y levantan su voz, gritan pidiéndote que tengas compasión de ellos. Tú —para probar su confianza— les preguntas si creen que puedes sanarlos. Ellos, con el corazón rendido a tu amor y a tu poder, te responden de manera afirmativa. Tú, apoyado en la fe de los ciegos les devuelves la vista: «Que os suceda conforme a vuestra fe». ¿En este tiempo de adviento, de tu venida, estamos dispuestos a imitar a los dos ciegos? ¿Estamos dispuestos a acudir siempre a Ti para que nos cures nuestras cegueras y dolencias? ¿Estamos dispuestos a proclamar todo el bien que nos has hecho y nos sigues haciendo? Ayúdanos a confiar y a esperar en Ti, pero, sobre todo, que veamos con claridad nuestro camino y el camino de nuestros hermanos y entre todos vivamos la plenitud de tu amor. Amén. 

Un muy esperanzador y santo viernes.

PALABRA DEL PAPA

Mientras Jesús pasaba, dos ciegos le expresaban a gritos su miseria y su esperanza: «¡Hijo de David, ten piedad de nosotros!» (Mt 9,27).  Los dos protagonistas del Evangelio de hoy son ciegos y, sin embargo, ven lo más importante: reconocen a Jesús como el Mesías que ha venido al mundo. Los dos ciegos del Evangelio se fían de Jesús y lo siguen en busca de luz para sus ojos. ¿Y por qué, hermanos y hermanas, estas dos personas se fían de Jesús? Porque perciben que, en la oscuridad de la historia, Él es la luz que ilumina las noches del corazón y del mundo, que derrota las tinieblas y vence toda ceguera. También nosotros, como los dos ciegos, tenemos cegueras en el corazón. También nosotros, como los dos ciegos, somos viajeros a menudo inmersos en la oscuridad de la vida. Lo primero que hay que hacer es acudir a Jesús, como Él mismo dijo: «Vengan a mí todos los cansados y abrumados por cargas, y yo los haré descansar» (Mt 11,28). ¿Quién de nosotros no está de alguna manera cansado y abrumado? Todos. Pero nos resistimos a ir hacia Jesús; muchas veces preferimos quedarnos encerrados en nosotros mismos, estar solos con nuestras oscuridades, autocompadecernos, aceptando la mala compañía de la tristeza. Jesús es el médico, sólo Él, la luz verdadera que ilumina a todo hombre (cf. Jn 1,9), nos da luz, calor y amor en abundancia. (Papa Francisco, Homilía en Nicosia, 3 de diciembre de 2021)

ORACIÓN 

Padre, hoy quiero presentarme ante Ti como aquellos ciegos que, entre la oscuridad, clamaron por tu compasión. También yo necesito que abras mis ojos para reconocer tu presencia en cada acontecimiento, incluso en lo que me cuesta comprender o aceptar. Ayúdame a vencer la ceguera del desánimo. Quiero creer, convencido de que tu amor trasciende mis límites. Amén. 

Reflexión del Evangelio escrita por Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo.

El pasaje del Evangelio de hoy nos enseña que para que se realice un milagro debe cumplirse una condición fundamental: creer. Los ciegos seguían a Jesús y le gritaban: ‘compadécete de nosotros’. 

Fíjate cómo el milagro no se produce solamente por la compasión de Jesús, sino por la fe de ellos. Cuando Jesús les pregunta si creen que puede hacerlo, ellos no dudan en contestar con firmeza: ‘Sí, Señor’. Jesús les dice: ‘que se haga en ustedes conforme a su fe’. 

Ellos iban seguros por su fe de que Jesús les devolvería la vista y así sucedió; por el poder de Jesús y por el poder de su fe. Ellos tenían claro lo que necesitaban y, por lo que habían escuchado decir de Jesús, sabían que él tenía el poder para curarlos por completo. Seguramente durante mucho tiempo habían pedido compasión de muchas otras maneras y habrían recibido soluciones temporales a sus necesidades, pero nunca se habían atrevido a pedir la curación completa. 

Creo que así nos sucede a nosotros a veces, durante nuestra vida, en ocasiones permanecemos ciegos sin poder ver nuestro pecado, tropezamos, nos golpeamos y vivimos padeciendo de dificultades, porque aunque sabemos del poder de Jesús, no nos hemos atrevido a pedirle el milagro completo. No tenemos la suficiente fe y entonces no cumplimos con la condición para que Jesús haga el milagro, creer. 

Y para esto es necesario que ejercitemos nuestra fe: orar con confianza absoluta, no dudar del poder de Jesús, pedirle claridad para ver todas esas cosas que nos impiden caminar, fuerza de voluntad para hacer a un lado los obstáculos que nos desvían del camino, decisión para tomar acciones que nos hagan crecer en espiritualidad. 

Recordar que nuestras acciones deben también estar alineadas con lo que creemos y ser congruentes en nuestra vida. Si crees en el amor de Dios, actúa también con amor. Si tienes esperanza, no te desesperes en las dificultades. Así podremos responderle a Jesús con firmeza: ‘sí, Señor, creo que puedes’.  

Pregunta:

¿Estoy dispuesto a seguir a Cristo incluso cuando siento que Él guarda silencio?

Cita bíblica del día.

"Tu Palabra es lámpara para mis pasos y luz en mi camino". (Salmo 119,105)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.