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4-oct.-2024, viernes de la 26.ª semana del Tiempo Ordinario

«Tú eres amor, caridad; sabiduría, humildad, paciencia, belleza, mansedumbre, seguridad, gozo, esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres toda nuestra riqueza»

Infinitas gracias por este día que nace para cada uno de nosotros porque podremos retribuirte tu generosidad, haciendo de este día un momento de encuentro y servicio para nuestros hermanos y manifestando tu presencia en los que se encuentran solos y viven en tristeza. 

El ejemplo de san Francisco de Asís a quien recordamos con cariño en este día sea nuestra motivación de confianza en ti. Nació en 1182 fue soldado a los 20 años y en el 1205 estando en oración escuchó una voz proveniente del crucifico que le decía: “vete a restaurar mi iglesia que está en ruinas”. A los 25 años decidió entregar su vida a Cristo, dándolo todo a los pobres y necesitados, haciéndose pobre el mismo. Inició la orden de los frailes menores, basados en la humildad, la pobreza y la castidad. En 1224 recibió los estigmas en el monte Berna. Con sus palabras y actitudes mostró el amor a Dios y su deseo de seguir a Cristo falleció en 1226. Que hoy logremos desprendernos de lo que es innecesario y sólo llevemos esperanzas y corazones disponibles. 

Hoy la liturgia nos regala este texto de Lucas en el que nos hablas de las exigencias de tu misión, dejarlo todo para seguirte sólo a ti; mirar al frente, con la confianza puesta sólo en ti; asumir la certeza absoluta frente al “tener” para ponernos totalmente a tu servicio. Ayúdanos a comprender tu lenguaje —que es de amor y generosidad— porque vivimos tan rodeados de medios, de cosas, de necesidades, de comodidades... que difícilmente pasamos de un suspiro cuando escuchamos tus palabras, o cuando vemos el testimonio vivo de personas que se han tomado en serio tus palabras y lo han dejado todo por seguirte. Nos justificamos fácilmente creyendo que para nosotros es imposible y nos olvidamos que para Dios nada hay imposible. Basta con tener fe y fiarnos un poco más de Ti para proclamar con san Francisco: «Tú eres amor, caridad; sabiduría, humildad, paciencia, belleza, mansedumbre, seguridad, gozo, esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres toda nuestra riqueza». Danos la capacidad para que podamos caminar en nuestra vida, como tú siendo uno contigo, uno con la naturaleza, uno con todo lo que es bueno y bondadoso. Haznos humildes y pacíficos como san Francisco, para que seamos instrumento de tu amor, verdaderos mensajeros de paz, descubramos el tesoro del que nos hablas en el evangelio y “llenos de alegría, lo dejemos todo por adquirir ese tesoro”. 

Bendícenos, guárdanos y protégenos y concédenos un viernes, último día laboral, lleno de tu amor y tu presencia. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Dios se revela liberando y sanando al hombre -no olvidemos esto: Dios se revela liberando y sanando al hombre- y lo hace con un amor gratuito, un amor que salva. Por esto Jesús alaba al Padre, porque su grandeza consiste en el amor y no actúa nunca fuera del amor. Pero esta grandeza en el amor no es comprendida por quien presume de ser grande y se fabrica un dios a su propia imagen: un dios potente, inflexible, vengativo. (…) Los pequeños, en cambio, saben acogerlas, y Jesús alaba al Padre por ellos: “Te alabo” -dice- porque has revelado el Reino de los Cielos a los pequeños. Lo alaba por los simples, que tienen el corazón libre de la presunción y del amor propio. Los pequeños son aquellos que, como los niños, se sienten necesitados y no autosuficientes, están abiertos a Dios y dejan que sus obras los asombren. ¡Ellos saben leer sus signos y maravillarse por los milagros de su amor! (…) Nuestra vida, si lo pensamos bien, está llena de milagros: llena de gestos de amor, signos de la bondad de Dios. Sin embargo, ante ellos, también nuestro corazón puede acostumbrarse y permanecer indiferente, curioso pero incapaz de asombrarse, de dejarse “impresionar”. (…) ‘Impresionar’ es un bonito verbo que hace pensar en la película de un fotógrafo. Esta es la actitud correcta ante las obras de Dios: fotografiar en la mente sus obras para que se impriman en el corazón, a fin de revelarlas en la vida mediante muchos gestos de bien, de modo que la “fotografía” de Dios-amor se haga cada vez más luminosa en nosotros y a través de nosotros. Y ahora preguntémonos, todos nosotros: en la marea de noticias que nos sumerge, ¿sé detenerme en las grandes cosas de Dios, las que Dios hace, como nos muestra Jesús hoy? ¿He perdido la capacidad de asombrarme? ¿Me dejo maravillar como un niño por el bien que cambia el mundo silenciosamente, o he perdido la capacidad de asombrarme? ¿Y bendigo al Padre cada día por sus obras? (Ángelus, 9 de julio de 2023)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.