Buenos días, Señor. Qué bueno darte gracias sirviéndote sinceramente y alabándote de corazón. Gracias por nuestro primer fin de semana de este año que hemos iniciado. Gracias porque tenemos la certeza que hoy volverás a caminar a nuestro lado y podremos servir en Alegría y permaneciendo en ti, reconociendo que verdaderamente tú eres el Mesías. Señor, Tú pasas entre nosotros como el Cordero salvador, pero con frecuencia no nos damos cuenta de tu presencia.
Danos ojos de fe para que sintamos en el amor y compasión de los hermanos que nos rodean, en su ánimo y en su ayuda, en su interés y compromiso por la justicia, porque en su bondad tú te muestras a ti mismo. Te pedimos que permanezcas con nosotros como nuestro compañero en la vida, nuestro guía y la luz para que también nosotros podamos decir a los que nos encontramos en el camino: “Vengan y vean, Jesús está vivo entre nosotros”.
Que vengan y vean cómo tratamos de amarnos y servirnos los unos a los otros. Que vengan y vean cómo hay entre nosotros justicia, confianza y esperanza.
Ayúdanos a proclamar y a vivir todo esto con verdad y sinceridad por tu poder. Que este tiempo sea para nosotros de verdadero testimonio vivido en Alegría, pero ante todo con mucha fe y esperanza. Seamos justos en el amor. Dios nos bendice nos guarda y los protege. Feliz fin de semana, vivido y compartido en armonía y felicidad.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Evangelio (…) presenta el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos. La escena se desarrolla en el río Jordán, el día después del bautismo de Jesús. El mismo Juan Bautista señala al Mesías a dos de ellos con estas palabras: «¡He ahí el Cordero de Dios!» (v. 36). Y aquellos dos, fiándose del testimonio del Bautista, siguen a Jesús que se da cuenta y pregunta: «¿Qué buscáis?» y ellos le preguntan: «Maestro, ¿dónde vives?» (v. 38). Jesús no contesta: “Vivo en Cafarnaúm o en Nazaret”, sino que dice: «Venid y lo veréis» (v. 39). No es una tarjeta de visita, sino la invitación a un encuentro. Los dos lo siguen y se quedan con Él esa tarde. (…) Y ellos, tantos años después, se acordaban incluso de la hora, no podían olvidar este encuentro tan feliz, tan pleno, que había cambiado sus vidas. Luego, cuando salen de este encuentro y vuelven con sus hermanos, esta alegría, esta luz se desborda de sus corazones como una riada. Uno de los dos, Andrés, dice a su hermano Simón —a quien Jesús llamará Pedro cuando lo encuentre—: «Hemos encontrado al Mesías» (v. 41). Se fueron seguros de que Jesús era el Mesías, convencidos. Detengámonos un momento en esta experiencia de encuentro con Cristo que nos llama a estar con Él. Cada llamada de Dios es una iniciativa de su amor. Siempre es Él quien toma la iniciativa, Él te llama. Dios llama a la vida, llama a la fe, y llama a un estado de vida particular. “Yo te quiero aquí”. La primera llamada de Dios es a la vida; con ella nos constituye como personas; es una llamada individual, porque Dios no hace las cosas en serie. (Ángelus, 17 de enero de 2021)