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30-jul.-2025, miércoles de la 17.ª semana del T. O.

Con fe, veremos que la valoración de la posesión de Dios, que es el tesoro del que nos habla Jesús, no puede tener ninguna comparación

Llegamos a La mitad de nuestra semana y damos gracias por todo lo que hemos recibido: la semilla que sembraremos en esta jornada, que esperamos sea llena de frutos que vamos compartiendo con nuestros hermanos a los que encontraremos a lo largo del día. 

Gracias, Señor, porque son frutos de tu bondad y tu misericordia, tu compañía y presencia en medio de nosotros, son tus servicios para nuestros hermanos y la alegría de compartirlos con ellos. 

Hoy en tu palabra nos regalas un camino sencillo y fácil de recorrer buscando y anhelando el reino prometido; nos presentas el reino de Dios como algo sencillo y fácil de reconocer por cualquier persona, incluso la más sencilla; asimismo, a quienes decidimos a entrar en la dinámica del reino de Dios nos invitas a experimentar la vida en abundancia. 

Por eso, quien encuentra este tesoro, lo vende todo. Tu fuerza salvadora ya está actuando en medio de nosotros, porque hemos aceptado tu invitación para seguirte como discípulos tuyos y para ofrecer todo a la gloria de tu nombre. Danos la fuerza de tu Espíritu para no buscarnos a nosotros mismos y para aceptar nuestra misión en la vida con todas sus consecuencias. Estamos seguros de que así marcharemos a tu lado y cumpliremos tu voluntad. Permítenos encontrar en nuestras vidas el verdadero y más valioso tesoro, la perla más fina de tu amor. Bendícenos abundantemente en este día y que sea muy productivo en tu amor y servicio a nuestros hermanos. Amén. 

Nuestra Madre Santísima sea nuestra protección y auxilio. Mucha alegría y optimismo en este día. Feliz miércoles. 

Palabra del papa Francisco 

Las parábolas del tesoro escondido en el campo y la perla de gran valor. Ellas nos dicen que el descubrimiento del reino de Dios puede llegar improvisamente como sucedió al campesino, que arando encontró el tesoro inesperado; o bien después de una larga búsqueda, como ocurrió al comerciante de perlas, que al final encontró la perla preciosísima que soñaba desde hacía tiempo. Pero en un caso y en el otro permanece el dato primario de que el tesoro y la perla valen más que todos lo demás bienes, y, por lo tanto, el campesino y el comerciante, cuando los encuentran, renuncian a todo lo demás para poder adquirirlos. No tienen necesidad de hacer razonamientos, o de pensar en ello, de reflexionar: inmediatamente se dan cuenta del valor incomparable de aquello que han encontrado, y están dispuestos a perder todo con tal de tenerlo.

Así es para el reino de Dios: quien lo encuentra no tiene dudas, siente que es eso que buscaba, que esperaba y que responde a sus aspiraciones más auténticas. Y es verdaderamente así: quien conoce a Jesús, quien lo encuentra personalmente, queda fascinado, atraído por tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo en una gran humildad y sencillez. Buscar a Jesús, encontrar a Jesús: ¡este es el gran tesoro! (Ángelus, S.S. Francisco, 27 de julio de 2014).

Oración de preparación

Señor, hoy me hablas de ese Reino que no tiene precio, pero lo vale todo; ese Reino que da sentido, paz y eternidad. Quiero hallarte como el que encuentra la perla preciosa y, sin dudar, vende todo lo que tiene con gozo, porque ha descubierto lo único necesario. Ayúdame a desprenderme de todo lo que me impida caminar libre hacia Ti, sin cadenas que me distraigan de tu amor. Amén.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.