Pasar al contenido principal

30-dic.-2025, martes de la Octava de Navidad

En el Templo de Jerusalén se reaviva la esperanza en los corazones porque en él ha hecho su entrada Cristo, nuestra esperanza

Avanza nuestra semana y estamos a dos días de terminar este año. Momento para darte gracias por un nuevo amanecer, radiante y lleno de esperanza, que nos invita a salir y hacer bien a nuestros hermanos.. Gracias, Señor, porque nos hemos levantado con vida y con fuerzas suficientes para emprender el camino del servicio de la solidaridad y de la entrega.

Ahora es momento para reflexionar en estas preciosas lecturas se nos regalas en esta Octava de Navidad, comenzando por este pasaje de la primera carta de san Juan, el discípulo amado y que nos hace recomendaciones tanto a los jóvenes como a los padres y nos invita a no permanecer en el pecado, sino que hay que cumplir la voluntad del padre que permanece para siempre. Permite, Señor, que nuestro testimonio sea como el de Ana para que hablemos de las maravillas que tú haces por nosotros. Vamos glorificándote en el bien que hacemos y las palabras esperanzadoras que llevamos. Como verdaderos discípulos de fraternidad y de servicio ayúdanos señor para que nuestro corazón sea disponible hacia los demás. Te alabamos te bendecimos y te damos. Gracias.

 Un muy feliz y testimonial martes. Amén. 

ORACIÓN 

Dios de la fidelidad, te damos gracias por el testimonio de Ana, que con su vida de oración constante y ayuno, estuvo preparada para reconocer a tu Hijo.

Señor, te pedimos que infundas en nosotros la perseverancia de Ana. Ayúdanos a no cansarnos de orar y a mantener viva nuestra espera y vigilancia por tu presencia en nuestras vidas.

Concédenos la gracia de reconocer a Jesús como la redención que el mundo y nuestros corazones anhelan. Que, al igual que ella, sintamos el impulso de compartir la buena noticia de que el Salvador ha llegado, llevando esperanza y consuelo a todos los que esperan tu auxilio.

Que tu Espíritu nos mantenga despiertos y llenos de paz, como lo estaba Jesús al crecer en sabiduría y gracia. Amén. 

Palabra del Papa

En aquel día, Simeón no es el único que ve la salvación hecha carne en el niño Jesús. Lo mismo le sucede a Ana, una mujer de más de ochenta años, viuda, dedicada enteramente al servicio del Templo y consagrada a la oración. Al ver al niño, de hecho, Ana celebra al Dios de Israel, que precisamente en ese pequeño ha redimido a su pueblo, y se lo cuenta a los demás, difundiendo generosamente la palabra profética. El canto de la redención de dos ancianos difunde así el anuncio del Jubileo a todo el pueblo y al mundo. En el Templo de Jerusalén se reaviva la esperanza en los corazones porque en él ha hecho su entrada Cristo, nuestra esperanza (Catequesis del santo padre Francisco preparada para la audiencia general del 26 de febrero de 2025).

Reflexión del Evangelio por Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo

En este pasaje del Evangelio nos encontramos con Ana, la profetisa. Lucas nos da muchos detalles personales de su vida, pero sin duda, el más importante de estos detalles era que Ana nunca se apartaba del templo, servía a Dios noche y día, con ayunos y oraciones. Te puedes imaginar la perseverancia y la fe que se necesita para vivir así, en constante espera y oración durante tantos años. Ana había sufrido la pérdida de su esposo muy joven, pero en lugar de caer en la amargura, en la depresión, dedicó su vida a Dios.

Su vida de espera se convirtió en una vida de testimonio y tuvo su recompensa. Ella no se guardó la alegría, su gozo se volvió anuncio para todos los que estaban ahí con ella y que vivían esperando la ayuda de Dios. 

Piensa en esa situación o esa persona por la que llevas mucho tiempo orando y por la que quizá ya te sientes desanimado. Imita la perseverancia de Ana, fija una hora específica del día, aunque sea por un minuto, ponte un recordatorio solo para orar por esa necesidad y comprométete a no soltarla durante toda la semana. Haz una oración sencilla, pero con fe y perseverancia. Deposita en Él toda tu confianza, mantente atento porque Él te responderá en el momento más oportuno y se manifestará con todo su poder para mostrarte su misericordia y que su gracia estará siempre contigo.  

 

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.