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30-ago.-2024, viernes de la 21.ª semana del Tiempo Ordinario

Al darte gracias, Señor, por este día en el que prácticamente finalizamos nuestro mes, nuestros sentimientos son esperanzadores, porque la semilla que

Al darte gracias, Señor, por este día en el que prácticamente finalizamos nuestro mes, nuestros sentimientos son esperanzadores, porque la semilla que sembramos al iniciarlo ha dado fruto abundante en la mayoría de nosotros, aunque algunos frutos no alcanzaron a madurar por muchos motivos: inconstancia, desconfianza, desesperanza. Pero no nos desilusionamos porque tú, en la voz del viñador nos regalas palabras de aliento: «Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás». 

Con ilusiones esperanzadoras iniciamos este día colocados en tus manos, porque Tú eres la fuente de toda sabiduría y nos invitas a ser sabios y previsores para salir a tu encuentro con lámparas encendidas en nuestras manos. Ayúdanos a prepararnos para encontrarte en los acontecimientos de nuestro diario vivir y en la gente que nos rodea, para que podamos entrar contigo en el banquete celestial. No permitas que ninguno de nosotros permanezca indiferente o insensible ante ninguno de nuestros hermanos que espere una palabra o un gesto de esperanza, de simpatía y aliento. Que nuestras alcuzas estén llenas de buenos sentimientos de amor, bondad y solidaridad, para que nuestras lámparas de fe y optimismo permanezcan encendidas y nos ayuden a ser luz para nuestros hermanos. Por ningún motivo permitas que seamos necios e imprudentes ni que por pereza dejemos el aceite y nuestras lámparas se vayan apagando y no podamos encontrar el camino que nos señalas. Permanece con nosotros para que lleves a la perfección tu obra y cumplamos tu voluntad. Bendícenos, Señor, abundantemente. Amén. 

Un muy alegre y santificado viernes, pleno de luz por las lámparas encendidas. 

Pensamientos para el Evangelio de hoy

* «Alma mía, tienes una tarea, una gran tarea, si quieres. Escruta seriamente tu interior, tu ser, tu destino, de dónde vienes y a dónde vas; trata de saber si es vida la que vives o si hay algo más. Por tanto, purifica tu vida» (san Gregorio Nacianceno).

* «Al cristiano no le basta con esperar, debe “actuar”» (Benedicto XVI).

* «Cristo es el centro de toda vida cristiana. El vínculo con Él ocupa el primer lugar entre todos los demás vínculos, familiares o sociales. Desde los comienzos de la Iglesia ha habido hombres y mujeres que han renunciado al gran bien del matrimonio para seguir al Cordero dondequiera que vaya (…), para ir al encuentro del Esposo que viene (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 1618)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.