Al contemplar la vida que nos regalas en este día, te pedimos bendiciones abundantes y al lado de ellas la fe y el optimismo para emprender nuestra jornada y saber que no nos abandonas.
Hoy seguimos contemplando el acontecer de Job, que experimentará en su propia humanidad, la manera de actuar de Dios. Incluso en sus peores momentos, cuando cae en desgracia y sus amigos se ríen de él, no perderá la confianza. Esos mismos amigos a los que en este pasaje les habla y les instruye en cómo es ese Dios en el que él confía plenamente, tanto que “si cruza junto a él no puede verlo, si pasa rozándolo no lo siente”. Así también nosotros podemos no notar su presencia, pero tenemos la certeza de que está con nosotros, porque somos importantes para Él, a pesar de nuestra pequeñez y de nuestras debilidades.
Hoy queremos pedirte para nosotros esa fe incondicional y esa entrega absoluta de Job. Queremos aprender a ponernos en tus manos, como el niño que se acuesta en el regazo de su madre con la seguridad de que ahí nada malo puede pasarle. No permitas que olvidemos la fidelidad del Padre celestial, con su infinita misericordia para con nosotros, aunque “nos olvidemos de Él”. Somos sus hijos, motivo más que suficiente para tener la certeza de que siempre tendremos su mano tendida en todo momento. Hoy nos vuelves a llamar para anunciar tu reino de amor de justicia y de paz. Somos conscientes de que «la mies es abundante, pero los obreros pocos». Intensamente nos pides rogar al Dueño de la mies para que envíe trabajadores. Permítenos, Señor, que nuestra continua oración sea motivación para abrir otros corazones y que ayuden a cosechar la mies. Fortalécenos para vivir con gozo nuestro encuentro contigo y no permitas que tengamos miedo a mirar al horizonte. Queremos seguirte incondicionalmente, siendo generosos en nuestra entrega y disponibilidad, sin mirar para atrás, sin apegos y con felicidad. Amén.
Un muy feliz y bendecido jueves.
