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3-mar.-2024, domingo 3.º de Cuaresma

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Ayúdanos, Señor, y abre nuestras mentes para que tengamos la verdadera convicción de la misericordia y el perdón, que son pura gratuidad del Padre celestial

Este día sigues actuando, Señor, para mostrarnos el camino que vamos recorriendo y como nos dice el Salmo: “desde la salida del sol hasta su ocaso, tú nos guias y proteges”: por eso te damos gracias, por la vida, el amor, la bondad y la ternura. Pero también muy conscientes de que no todo es la felicidad que deseamos, porque nuestro enemigo siempre trata de hacernos caer y de aprovecharse de nuestras debilidades. Este mundo es un mercado donde todo se compra y se vende. Los anuncios publicitarios nos informan continuamente sobre todo lo que podemos obtener, todo lo que queramos, así sean cosas inútiles o innecesarias. A veces pensamos que eso es de este tiempo, pero a lo largo de la historia siempre ha estado presente la mentalidad de que todo se puede comprar. Tenemos la idea que a Dios también se le compra. Se supone que él tiene algo que ofrecernos y que nosotros le podemos dar algo a cambio. Todo se queda en un “toma y dame”. Quizá por eso los judíos habían terminado convirtiendo el templo en un mercado como cuenta el Evangelio de Juan. No sólo porque hubiese allí muchos cambistas y puestos donde se vendían las ofrendas para el templo, recuerdos y cosas parecidas. Lo peor era la mentalidad de la gente que pensaba que ofrecer aquellas cosas era el precio que había que pagar para obtener el favor de Dios, aplacar su ira u obtener el perdón de los pecados. En muchas ocasiones pensamos como ellos y nos dejamos convencer de novenas, cadenas de oración y muchas otras cosas sin sentido. Ayúdanos, Señor, y abre nuestras mentes para que tengamos la verdadera convicción de la misericordia y el perdón, que son pura gratuidad del Padre celestial y que no son las cadenas ni otras cosas que hagamos, sino que el verdadero sentido es nuestro corazón arrepentido y nuestro sincero deseo de cambio. Ayer nos lo decías, con la parábola del Padre Misericordioso, que el Padre es paciente y siempre espera nuestro regreso. Que no nos quedemos negociando nuestra religión y por el contrario seamos más que generosos en fe, esperanza y caridad, como tú lo eres con nosotros. Hoy nos proveerás, Señor, en nuestras necesidades. Amén.

Feliz y santificado Domingo, recordando la generosidad del Padre celestial. A el pedimos y él sabe darnos lo que nos conviene.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

* «Cristo derramó su sangre a la vista del mundo: un templo ciertamente edificado por la sola mano de Dios. Y este templo tiene dos partes: una es la tierra, que ahora nosotros habitamos; la otra nos es aún desconocida a nosotros, mortales» (san Juan Fisher)

* «Jesús, ¿Tú te fías de mí? Yo quiero que Tú te fíes de mí. Entonces te abro la puerta y Tú limpia mi alma. Y pedir al Señor que así como limpió el Templo, venga a limpiar el alma» (Francisco)

* «Jesús subió al Templo como al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El Templo era para Él la casa de su Padre, una casa de oración, y se indigna porque el atrio exterior se haya convertido en un mercado (Mt 21,13). Si expulsa a los mercaderes del Templo es por celo hacia las cosas de su Padre: ‘No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado. Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: `El celo por tu Casa me devorará’. Después de su Resurrección, los Apóstoles mantuvieron un respeto religioso hacia el Templo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 584)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.