Bendecida mañana, la de este día en la que comenzamos a vislumbrar la luz de un nuevo día y llenamos nuestros corazones de fe y de optimismo en ti, Señor. Gracias por tu palabra, que nutre nuestro espíritu y nos da fuerza en esta nueva jornada.
En los momentos de dolor ¿nos dejamos mirar y tocar por Dios en aquello que ha muerto en nuestras vidas o, por el contrario, nos encerramos en nuestra pena y dolor sin salir del victimismo? En el sufrimiento de nuestros hermanos, ¿nos quedamos indiferentes o damos cabida en el “sagrario de nuestra compasión” a todo aquel que sufre? Ayúdanos, Señor, a ser compasivos y dispuestos en nuestro diario caminar para que los que encontremos en nuestra cotidianidad sean fortalecidos por nuestras palabras esperanzadoras y nuestra ayuda incondicional y generosa a ejemplo tuyo. Que seamos compasivos y solidarios como tú lo fuiste con aquella viuda, aquella pobre mujer que llevaba a enterrar lo más valioso y lo único que le había quedado en la vida: su hijo. Tú, Señor, en tu generosidad de corazón, quisiste que ella no llevara más sufrimiento, sino que se llenara de gozo y de fe en Ti.
Permítenos vivir el testimonio y la fe como los santos Cornelio y Cipriano, venerados en esta memoria por el mundo cristiano. En días de persecución, ambos testimoniaron su amor por la verdad indefectible ante Dios y el mundo fueron víctimas ilustres de la persecución de Valeriano. Su historia se entrelaza porque dieron testimonio de amor a Cristo y a sus hermanos. Ayúdanos señor a tener la valentía de estos santos Cornelio, papa y Cipriano, obispo. Bendícenos abundantemente en este día y danos tu santa bendición.
Feliz y solidario martes.
PALABRAS DEL PAPA
La compasión es un sentimiento que involucra, es un sentimiento del corazón, de las entrañas, lo involucra todo. No es lo mismo que «lástima» o «¡Qué lástima, pobres!». No, no es lo mismo. La compasión involucra. Es sufrir con… Esto es compasión. El Señor se involucra con una viuda y un huérfano… Pero digamos que tienes una multitud aquí, ¿por qué no le hablas a la multitud? Déjalo… la vida es así… las tragedias ocurren, ocurren… No. Para Él, esa viuda y ese huérfano muerto eran más importantes que la multitud a la que hablaba y que lo seguía. ¿Por qué? Porque su corazón, su ser mismo, estaban involucrados. Tuvo compasión. Para acercarse y tocar la realidad. Para tocar. No para mirarla desde lejos. Tuvo compasión –primera palabra–, se acercó –segunda palabra–. Luego obra el milagro y Jesús no dice: «Adiós, sigo mi camino»: ¡no! Toma al niño y ¿qué dice? «Se lo devolvió a su madre»: devolver, la tercera palabra. Jesús obra milagros para devolver, para poner a las personas en su lugar. Y eso es lo que hizo con la redención. Dios tuvo compasión: se acercó a nosotros en su Hijo y a todos nos devolvió la dignidad de hijos de Dios. Nos ha recreado. Todos. (Papa Francisco – Homilía en Santa Marta, 19 de septiembre de 2017)
Reflexión escrita por Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo
El Evangelio de hoy nos ayuda a recordar que, para el que cree en Jesús, la muerte es parte de la vida. Una de las promesas de Jesús es estar con nosotros todos los días de nuestra vida.
No es casualidad que Jesús haya estado allí justamente en el momento del cortejo fúnebre para consolar a la mujer en Naím. Jesús se acercó, la acompañó, se compadeció de ella, la abrazó, la consoló y conociendo su condición, le hizo el milagro de resucitar a su único hijo, del cual seguramente dependía para vivir. Nuestro Dios es un Dios de amor que se compadece, es cercano y sensible a nuestro sufrimiento y conoce nuestras necesidades. No tengamos miedo al sufrimiento y a la muerte. Pidamos a Dios que nos ayude a verla como un paso, como un proceso en el que Él nos acompaña, nos consuela, nos abraza, nos anima y que Él seguirá viendo por los que más lo necesitan. Él tiene el poder para transformar la tristeza del momento en alegría, con la esperanza de saber que, con la ayuda de la gracia, nada nos faltará. Tú también glorifica a Dios porque ha visitado a su pueblo.
Pregunta:
¿De qué manera experimento hoy la compasión de Jesús en medio de mis sufrimientos?