Llegando a la mitad de nuestro mes, te damos gracias, Señor, por el camino recorrido, por este nuevo amanecer que nos da la ocasión de tener corazón agradecido. Tu amor y tu bondad nos dan la ocasión de amar con sentimientos de servicio y solidaridad.
Día primero de la semana en que honramos a nuestra Madre Santísima en su advocación de Nuestra Señora de los Dolores. Ella, sosteniendo en sus rodillas a su hijo amado bajado de la cruz, expresa la pasión y el sacrificio redentor de Cristo al que estuvo íntima y fielmente asociada.
Nuestra Madre, se ha convertido en la nueva Eva, por su admirable obediencia ya que contribuyó a la vida y al contrario de lo que hizo la primera mujer por su desobediencia, trajo la muerte. Hoy contemplamos los siete dolores que tuvo nuestra Madre a través de su vida. Así, la Madre del Crucificado, por su inmenso amor, se convierte en la Madre del cuerpo místico, nacido de la cruz. Sus siete dolores, no los miramos en sentimientos de sufrimiento sino esperanzadoramente en sentimientos salvíficos. Todo lo llevaba en su Corazón y nos ha enseñado a confiar en Dios. Permítenos Señor, seguir el ejemplo y testimonio de Nuestra Madre, cumpliendo tú voluntad. Bendícenos, guárdanos y protégenos. Amén.
Feliz y testimonial inicio de semana y un lunes lleno de éxitos familiares y profesionales.
ORACIÓN a Nuestra Señora de los Dolores:
Nuestra Señora de los Dolores, te presento todas mi necesidades, angustias, tristezas, miserias y sufrimientos.
Oh Madre de los dolores y reina de los mártires, que tanto sufriste al ver a tu Hijo flagelado, escarnecido y muerto para salvarme, acoge mis plegarias.
Madre amable, concédeme una verdadera contrición de mis pecados y un sincero cambio de vida.
Nuestra Señora de los Dolores, que estuviste presente en el calvario de Nuestro Señor Jesucristo, permanece también presente en mis calvarios. Te suplico esta gracia de la que tanto necesito:
(Haz tu petición)
Por piedad, oh abogada de los pecadores, no dejes de amparar mi alma en aflicción y en el combate espiritual que estoy atravesando en todo momento.
Nuestra Señora de los Dolores, cuando los dolores y los sufrimientos lleguen, no dejes que me desanime.
Madre de los dolores:
Envuélveme en tu sagrado manto y ayúdame a pasar por el valle de lágrimas.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, ¡Dios te salve! A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea., pues, señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María.
Permanece con nosotros y danos tu auxilio, para que podamos convertir las luchas en victorias, y los dolores en alegrías.
Ruega por nosotros, oh Madre, porque no eres sólo la Madre de los dolores, sino también la Señora de todas las gracias.
Nuestra Señora de los Dolores, fortaléceme en los sufrimientos de la vida (repetir 3 veces)
PALABRA DEL PAPA
Juan, de los Doce el único presente en el Calvario vio y dio testimonio de que, al pie de la cruz, junto a otras mujeres, estaba la madre de Jesús (v. 25). Y escuchó con sus propios oídos las últimas palabras del Maestro, entre la cuales, estas: «Mujer, aquí tienes a tu hijo», y después, dirigiéndose a él: «Aquí tienes a tu madre» (vv. 26-27). La maternidad de María, a través del misterio de la cruz, dio un salto impensable. La Madre de Jesús se convirtió en la nueva Eva, porque el Hijo la asoció a su muerte redentora, fuente de vida nueva y eterna para todo ser humano que viene a este mundo. La fecundidad de la Iglesia es la misma fecundidad de María; y se realiza en la existencia de sus miembros en la medida en que estos reviven, “en pequeño”, lo que vivió la Madre, es decir, que aman con el amor de Jesús. Toda la fecundidad de la Iglesia depende de la cruz de Cristo. (Leone XIV – Jubileo de la Santa Sede, 9 de julio de 2025)
Pensamientos para el Evangelio de hoy (evangeli.net)
* «Así como tenemos que estar agradecidos a Jesús por su Pasión, sufrida por amor nuestro, así también tenemos que estar llenos de gratitud hacia María Santísima por el martirio que, al morir su Hijo, quiso soportar voluntariamente para salvarnos» (san Alberto Magno)
* «Al pie de la cruz, María junto con Juan, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. Dirijamos a Ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús» (Francisco).
* «María es la orante perfecta, figura de la Iglesia. Cuando le rezamos, nos adherimos con Ella al designio del Padre, que envía a su Hijo para salvar a todos los hombres. Como el discípulo amado, acogemos a la madre de Jesús, hecha madre de todos los vivientes. Podemos orar con Ella y a Ella. La oración de la Iglesia está sostenida por la oración de María. Le está unida en la esperanza» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 2679).