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12-oct.-2025, domingo de la 28.ª semana del T. O. 

Nuestro corazón se llena de felicidad por este nuevo día que nace para nosotros y solamente podemos decirte: ¡gracias!

Nuestro corazón se llena de felicidad por este nuevo día que nace para nosotros y solamente podemos decirte: ¡gracias! Nosotros apreciamos a las personas agradecidas. ¿Y, a veces, no nos olvidamos nosotros mismos de agradecer? Muchos, nos olvidamos de Ti. 

Miremos todo lo que debemos a Dios: nuestra vida, nuestro cuerpo con sus ojos para ver las maravillas de la naturaleza y nuestros oídos para oír los cantos de la creación. Tenemos en nuestro entorno tanta belleza y tanta buena gente a quien apreciar y amar. Y, sobre todo, te tenemos a Ti, que te haces cercano a nosotros. Nos has traído tu perdón y la capacidad de perdonar y de amar. Te damos gracias, porque podemos ver con toda claridad que la fe abarca no solo la confianza, sino la respuesta, la fidelidad. En la respuesta completa, la fe salva. La confianza cura, la fidelidad nos redime. 

Perdónanos, por todas las veces en que hemos recurrido a Ti para pedirte que nos limpies también de la lepra de nuestro pecado, de nuestro egoísmo, nuestra mentira e indiferencia. Gracias, Señor, porque tú nos has limpiado en todas las ocasiones, pero no hemos sido capaces de tener corazón agradecido hacia Ti. Hoy queremos agradecerte por todo lo que has hecho por nosotros, por mantener limpio nuestro corazón y nuestros sentimientos y por habernos dado el don de la vida, de la salud, del bienestar para poderlo compartir con nuestros hermanos. Permite que cada día nuestro corazón sea más agradecido y generoso por todo lo que nos concedes. GRACIAS, SEÑOR. Amén. 

Un muy feliz y agradecido Domingo para todos. 

PALABRAS DEL PAPA

“Y le salieron al encuentro unos leprosos” (Lc 17,12). En otro pasaje del Evangelio se dice que Jesús “tocó” (Lc 5,13) al leproso que se le presentó. Jesús, por tanto, se deja encontrar; se ha hecho nuestro prójimo para que podamos encontrarlo en el umbral más trágico y pesado del sufrimiento. Desde la cruz, nos enseña a buscar su propio rostro en los enfermos, a acercarnos a quienes sufren precisamente allí donde experimentan su indigencia. […] El ejemplo de Cristo debe animarnos a perseverar en nuestro compromiso con aquellas situaciones sociales que aún se muestran insensibles o impotentes ante la tragedia de la lepra. No debemos desistir si nuestros esfuerzos a veces parecen infructuosos o si nos encontramos ante entornos en los que el terror del mal inspira medidas defensivas inhumanas, fruto de aversiones instintivas e irracionales hacia los enfermos. Debemos seguir trabajando para que estos mismos entornos, que parecen más refractarios, también se abran a la esperanza. Acojamos el grito que los mismos leprosos dirigieron a Jesús: «¡Jesús, Maestro, ¡ten piedad de nosotros!» (Lc 17,13). […] El Señor ha confiado en nuestras manos muchas obras de caridad, para que a través de ellas seamos corresponsables de su plan de salvación. (San Juan Pablo II – Homilía en la Santa Misa de la Asociación Internacional «Amigos de los Leprosos», 21 de septiembre de 1986)

ORACIÓN DE JUAN PABLO II

Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española, donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas. ¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y él sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia. Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh, María a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.

ORACIÓN 

Señor, en este amanecer quiero levantar mis manos hacia Ti y agradecerte por tu infinita misericordia. Hoy quiero ser como aquel leproso que sanaste que regresó para darte gracias, porque reconozco que todo lo que tengo, todo lo que soy y todo lo que vivo, proviene de tu bondad sin límites. Amén.

Pregunta:

¿Qué lugar ocupa la gratitud en mi oración y en mi relación con Dios?

Cita bíblica del día: «Den gracias en toda ocasión, porque esto es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5,18). 

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.