En la alegría de un nuevo despertar nos regalas este día maravilloso día dedicado a tu madre santísima en esa advocación tan hermosa de Nuestra Señora la virgen de Guadalupe, la Lupita del amor; la Lupita de la bondad; la Lupita de la ternura.
Gracias, Señor, por darnos el ejemplo de nuestra madre santísima y madre tuya en el Tepeyac en su humildad y en su sencillez hacia san Juan Diego a quien ella le dijo: “no tengas miedo ¿acaso no soy tu madre del cielo?”
Gracias, madre, por ser la peregrina que nos enseñas a caminar por la vida; caminaste en las bodas de cana; caminaste al encuentro de tu prima Isabel; caminaste con tu Hijo a través del camino de la Cruz. Fuiste peregrina cuando huiste a Egipto. Enséñanos a hacer la voluntad del Padre celestial cuando le dices al ángel: “aquí está la esclava del señor hágase en mí según tu palabra”. Eres llena de gracia, en las mismas palabras de Isabel: ¿de dónde a mí que la madre de mi señor venga hasta mí?”. Gracias madre por tu bondad y tu ternura que nos enseñan el verdadero camino y el verdadero amor del servicio, de la entrega y de la disponibilidad. Madre míranos desde el cielo con esa mirada tierna de madre amorosa. Protégenos en tu manto sagrado con tu ternura de madre y llévanos en tus brazos como llevaste a tu hijo Jesús por el camino de la vida. Sé nuestra protección y auxilio en cada momento de nuestra vida. Intercede por nosotros y haz que cumplamos la voluntad del Padre celestial. Amén.
PALABRA DEL PAPA
María compartió y transmitió al Amor sobre toda barrera... ¿Y yo? ¿He abierto mi puerta ante la llamada de Aquel que es Amor? ¿Me estoy dejando transformar por Él? ¿Deseo con ardor poder transmitir a Aquel que es infinita Caridad?... Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Y junto a Isabel, la mujer estéril, contemplamos a Isabel la mujer fecunda-asombrada. Es ella la primera en reconocer y bendecir a María. Es ella la que en la vejez experimentó en su propia vida, en su carne, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios. La que no podía tener hijos llevó en su seno al precursor de la salvación. En ella, entendemos que el sueño de Dios no es ni será la esterilidad ni estigmatizar o llenar de vergüenza a sus hijos, sino hacer brotar en ellos y de ellos un canto de bendición. De igual manera lo vemos en Juan Diego. Fue precisamente él, y no otro, quien lleva en su tilma la imagen de la Virgen: la Virgen de piel morena y rostro mestizo, sostenida por un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamayo; la madre capaz de tomar los rasgos de sus hijos para hacerlos sentir parte de su bendición. (Homilía de S.S. Francisco, 12 de diciembre de 2017).
ORACIÓN
Al contemplar el encuentro gozoso de María con Isabel, reconocemos el poder del Espíritu Santo actuando en ambas mujeres. Damos gracias por el gozo que sintió Juan el Bautista en el vientre de Isabel al sentir la presencia de Jesús en María.
Madre Santísima de Guadalupe, que llevaste a Jesús a casa de Isabel, te pedimos que también visites nuestro hogar y nuestro corazón. Que al igual que Isabel, podamos ser llenos del Espíritu Santo al reconocer tu presencia y la de tu Hijo en nuestras vidas.
Ayúdanos a imitar la humildad y el canto de alabanza de María. Que nuestro corazón pueda magnificar al Señor por las maravillas que ha hecho en nosotros, reconociendo que, como a Ella, Dios nos ha elegido para ser instrumentos de su amor y misericordia en el mundo.
Que tu intercesión nos guíe a vivir con la fe y la caridad que demostraste en aquel encuentro bendito. Amén.
Oración a la Virgen de Guadalupe
Oh, madrecita de Guadalupe, enséñanos a obrar siempre el bien, a seguir las enseñanzas de tu amado hijo Jesús, como él mismo en su palabra nos educó.
Si buscamos tu bendición, ayúdanos a cumplir los mandatos de tu hijo, nuestro redentor y salvador.
Bella señora de cielos y tierras, gloriosísima morenita de Guadalupe, que siempre nos has mostrado tu bondad, cuando llenos de problemas hemos acudido a ti.
Que nos has cubierto con tu manto protector, cuando hemos llorado lagrimas sinceras ante ti.
Virgen purísima, bendita madre de Dios, te pido que intercedas ante tu hijo Jesús, para que sea mi valedor y guía, para que encuentre abiertas todas las puertas a mi paso, y mis caminos limpios y despejados.
Pide al espíritu santo, para que sea mi norte, y me llene de inteligencia y sabiduría en mis decisiones, para que pueda avanzar y hallar las mejores soluciones, y al final salir airoso de lo que me aflige y no me permite dormir.
Mi señora, que eres llena de gracia, inmaculada virgen de Guadalupe, dame tu luz, dame fuerzas para continuar, regálame tu poderosa mediación, para que el milagro que estoy esperando pueda por fin llegar.
Oh, santísima señora de Guadalupe, tú que estas en los cielos, acude en mi ayuda, porque para ti no hay imposibles, porque tú eres milagrosa, por eso me encomiendo hoy a ti, para que tus manos nunca dejen de bendecirme.
Oh, madrecita linda, ruega por mí y por todos tus hijos, no dejes de pedir a Dios por nosotros los pecadores.
Amén.
Reflexión del Evangelio escrita por Juan Lara, miembro de Vivir en Cristo
Hoy celebramos en México, con gran gozo y alegría, la fiesta de Nuestra Señora María de Guadalupe, Patrona de América. El Evangelio de hoy nos la recuerda en el episodio de la visita a la casa de Zacarías e Isabel. María recién había recibido del ángel el anuncio de que sería Madre del Salvador y se encamina a las montañas para visitar y servir a Isabel, madre de Juan el Bautista.
Muy probablemente María, hasta ese momento, no alcanzaba a dimensionar lo que estaba sucediendo, pero el Espíritu Santo se encargó de empezarle a mostrar la magnitud del acontecimiento por medio de Isabel, cuando le dice: ‘Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre’.
Hoy el Evangelio nuevamente nos da ideas para aplicar en nuestra vida diaria, en esta época de preparación para celebrar el nacimiento de Jesús. El ejemplo de María nos debe mover a imitarla en su actitud de encuentro y servicio. Si nosotros hemos recibido como María el anuncio, debemos también correr al encuentro de los que más nos necesitan.
Seguramente conocemos a personas como Zacarías e Isabel, que requieren de nuestra visita y de nuestro servicio. Dios nos invita a ir a su encuentro. María nos motiva también a ser portadores de la alegría y el mensaje de la salvación.
En estos días, cuando asistas a un evento, una reunión o a la cena de Navidad de tu empresa, aprovecha para ser quien proponga dar gracias con alegría por el trabajo, por los dirigentes, por los proyectos y por todas las bendiciones recibidas.
Aprovecha, si es posible, para dirigir una oración o sugerir al organizador hacer un momento para recordar que la razón de la celebración es el nacimiento de Jesús y agradecerle por todo. Glorifica al Señor como lo hizo María y llénate de júbilo en Dios, nuestro Salvador.

