Velatón por la Paz en nuestra Casa Formativa. Semana por la Paz.
Tin, Tin, Tin – Suena una campana – Se levanta el padre Rector Jaime Mancera - Dice: “Queridos jóvenes, vamos a unirnos como comunidad a la semana por la paz, esta noche tendremos una velatón pidiendo a Nuestro Señor la paz en nuestro seminario y en el mundo entero.”
Ocho y treinta es la cita, es un lugar especial, la entrada a nuestro seminario. Todos llegan sin saber mucho de que se trata, de lo que se va a hacer y quizá con un poco de desgana, época de parciales y cada minuto cuenta para estudiar.
En la semana por la paz que tuvo su inicio su énfasis desde el 8 al 15 de septiembre en toda la jurisdicción de la Arquidiócesis de Bogotá, el Seminario Mayor de Bogotá se unió esta invitación. Cuarenta personas, entre formadores y seminaristas, vivieron la posibilidad de pedir el Don de la paz para nuestro corazón, por nuestro país y para los lugares donde nos estamos formando: parroquias, centros hospitalarios, centros penitenciarios, universidades, capellanías militares en todo el país.
Variedad de lugares que necesitan la paz de Nuestro Señor, paz que se comienza por un corazón totalmente indiviso, un corazón dispuesto a ser promotor de paz. Pero, en realidad qué significa la paz, término muchas veces utilizado y que ha perdido su sentido detrás de discursos políticos que son conducidos a producir entre las personas grandes polarizaciones. Dejando de lado ese concepto, es sobre todo un Don del Espíritu, Jesús, no vivía precisamente en un tiempo no muy bueno, tiempo de muchas injusticias, de dominios políticos y territoriales, de denigración de la integridad y dignidad de muchas personas, no muy lejano a la realidad de hoy.
Precisamente, el pueblo de Israel llevaba esperando con ansías la llegada del tan anunciado Mesías que acabaría con todo concepto de poder, de indiferencia, de egoísmo y traería la paz, tan anhelada para un pueblo que lo buscaba. Aún hoy pedimos por la paz , un don que necesitamos en medio de una sociedad tan diversa y con maneras diferentes de comprender la vida, limitada en muchas ocasiones a la supervivencia a toda costa.
La cruz cargada de luz fue el signo que predominó este encuentro , cada una de ellas , encendidas con un profundo sentido de oración por alguna realidad particular en la que se pedía la intervención divina, un signo que sin duda marca la vida de todo creyente que está invitado a pedir con constancia la paz, y a ser participe de esa construcción de la paz en todos los lugares donde habita cotidianamente.
Seminarista Juan Camilo Mosquera Martínez
Así se vivió la velatón en nuestra casa de formación, donde Jesucristo forma nuestro corazón para emanar su paz e instaurar su Reino en cada una de las personas que así deseen acogerlo.