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Itinerantes y discípulos misioneros de la tierra

Somos creación de Dios a su imagen y semejanza, personas común y silvestres pero con el don de atrevernos a meter nuestras manos limpias a los escombros y basuras para…

Aunque la sociedad piense lo contrario, nuestro principio es muy simple, es Ser responsable desde la cuna hasta la muerte, hasta consigo mismo.  Tener responsabilidad es ser virtuoso cuando se asume las consecuencias de las propias decisiones, respondiendo de ellas ante alguien. Responsabilidad es la capacidad de dar respuesta de los propios actos.

Así las cosas, evoco la palabra responsabilidad porque al producir residuos eres responsable, de aquello que convertiste en basura y se debe aplicar el hábito de separar, para evitar que todo llegue al relleno sanitario, porque así no se contamina las fuentes de agua. De allí también se desprende la responsabilidad social, cuando entregas separados tus residuos a un Compatriota que realiza la actividad del reciclaje y evitas que esa persona introduzca sus manos limpias a la basura, y que los materiales conserven su textura y calidad para comercializar un mejor producto, y ese reciclador tenga más probabilidad de obtener el pan  que le permitirá seguir viviendo.

Siendo la historia un instrumento de las tantas disciplinas que se consideran ciencias, ésta por sí, estudia los actos del pasado, aquello que ha tenido una relevancia en el devenir de la evolución humana. Toda historia, trata o versa sobre la actuación del hombre. Es este, el punto de partida, de lo que llamamos historia. Todo relato histórico, trata sobre el actuar del ser humano.

Es así como inicia la construcción de nuestra historia organizacional recicladora; en  tiempos aquellos cuando el gremio era azotado por los grupos de limpieza social, el desplazamiento de las poblaciones rurales a causa de la violencia generada en el campo, y las grandes redes de intermediación en la comercialización de los materiales reciclables.

En afán de hacernos visibles, se gesta la organización y no precisamente en grupos de auto-defensa, sino en grupos de interés para el desarrollo de la nación por los múltiples beneficios que generamos al realizar la actividad, en materia de salud, de medio ambiente, cultural  y social.

Fue entonces en el año de 1986, cuando ya existían grupos locales formalizados de recicladores y posteriormente de varios intentos fallidos, se crea la Asociación Nacional de Recicladores de Colombia, que mostrando el modelo organizativo tuvo reconocimiento a nivel internacional, precisamente en la segunda cumbre mundial de ciudades, realizada en Estambul Turquía. Este hecho permitió que a nivel internacional se considerara la creación de una agremiación que representara a todos los recicladores de los 5 continentes, materializándose en el año 2008 con el Tercer Congreso Latinoamericano y  Primer Congreso Mundial de Recicladores, creando  así la Red Latinoamericana de Recicladores.

Esperanzas y desesperanzas.

Como todo ser humano, tenemos sueños, y la esperanza que algún día nos vean en un solo núcleo, constituyendo una fuerza de lucha para defender nuestros derechos y la actividad de la que depende casi el 25% de la población del mundo.

A pesar que hemos vencido innumerables obstáculos, sentimos desesperanza al ver que los grandes monopolios económicos quieren borrar las victorias que hemos alcanzado como recicladores; y es que estos sistemas de poder no benefician al medio ambiente, la estabilidad social de las naciones; por el contrario, cada vez más permiten la disminución de una vida digna a las futuras generaciones. En fin, somos generadores de riquezas pero herederos de pobrezas.

¿Por qué somos discípulos misioneros?

Cada ser humano llegó a la tierra para cumplir una misión, quizás la que nos escogió a nosotros, porque uno no escoge el trabajo, el trabajo nos escogió, y nos escogió como seres humanos, pobres dentro de los pobres, pero bendita pobreza de la cual aprendimos, que pobre no es tener nada, pobre aquel que teniéndolo todo, con ese todo, no sabe hacer nada.

Con ideas y ganas de generar trabajo a partir de algo que carecía valor (la basura) y como un problema teníamos que deshacernos de ello, porque en vez de irnos a formar grupos al margen de la ley, o de bandas criminales, o para el caso de la mujer prostituirse, nos dedicamos a la digna labor del aprovechamiento de las basuras, y como discípulos misioneros predicamos los buenos hábitos de reciclar y, aunque no llevamos la biblia debajo del brazo, si no el costal encima del hombro, sensibilizamos las buenas prácticas del reciclar, por el ambiente, la salud y la estabilidad social de miles de personas.

¿Qué esperamos de la iglesia católica? Que en su afán de evangelización, también sensibilicen a la población en general sobre el concepto real que deben tener de todos aquellos que luchamos por superar los grandes cordones de pobreza, para disminuir la brecha existente, con miras de hacer del mundo, un mundo de oportunidades, que como hijos de Dios merecemos, no un trato tan especial pero sí, el reconocimiento por medio de un adjetivo más acertado, pues somos Soldados del Medio ambiente, Discípulos Misioneros de la Tierra.

Para concluir, invito a la Iglesia Latinoamericana, que abra sus brazos y con cada tentáculo abrace a un hermano reciclador, motivándolo a continuar en la actividad y en la lucha por superarse.  Que en sus mensajes dominicales, concluyan con la importancia de las personas que realizan la actividad de reciclar.