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George Lemaitre: sacerdote y astrofísico de la teoría del Big Bang, 50 años de su muerte…

“El está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar”. …

Se cumplen 50 años del fallecimiento de este matemático que desde muy joven, descubrió su doble vocación de religioso y científico. Para muchos el padre de la teoría del Big Bang (la gran explosión), es el físico ruso nacionalizado estadounidense, George Gamov; sin embargo, pocos saben que años antes esta teoría que busca explicar el origen del universo ya había sido propuesta por el sacerdote Georges Lemaître.

El astrofísico y sacerdote belga Georges Lamaitre (1894-1966) es conocido como el padre de la teoría del Big Ban. En 1927 publicó un informe que resolvió las ecuaciones de Einstein sobre el universo entero y sugirió que el universo se está expandiendo. En 1931, propuso la idea de que el universo se originó en la explosión de un “átomo primigenio” o “huevo cósmico”. Dicha explosión ahora se llama el Big Bang o Gran Explosión.

Las ideas expuestas por Lemaitre tropezaron no sólo con críticas, sino con una abierta hostilidad por parte de científicos que reaccionaron, a veces, de modo violento. Varios científicos, incluso  Albert Einstein, veían con desconfianza la propuesta de Lemaître, que era una hipótesis científica seria, porque, según su opinión, podría favorecer a las ideas religiosas acerca de la creación. A Einstein le costó aceptar la expansión del universo, aunque finalmente la aceptó.

 Einstein rindió honores al sacerdote Lemaitre

Aunque los trabajos de Lemaître fueron cuestionados entre la comunidad científica, debido al hecho de ser también religioso, desde el punto de vista de las ciencias eran serios, y finalmente todos los científicos, Einstein incluido, lo reconocieron y le otorgaron todo tipo de honores.

En 1933, tanto Lemaitre como Einstein viajaron Pasadena, California para participar en una serie de seminarios. Durante la disertación de Lemaitre, Einstein interrumpía a menudo con aplausos. Después de que Lemaitre terminara de describir su teoría del Big Bang, Einstein comentó mientras seguía aplaudiendo: “esta es la más bella y satisfactoria explicación sobre la creación que jamás he escuchado“.

Lemaitre sabía cuán grande era el prejuicio que mucha gente tenía sobre la credibilidad de un religioso en asuntos científicos. Por eso siempre se esforzó en desarrollar su trabajo con la mayor seriedad y el mayor rigor científico. Esa fue la razón por la que en un discurso pronunciado el 10 de septiembre de 1936 en un Congreso celebrado en Malinas, Bélgica, sobre la relación de la ciencia y la religión dijo:

“El científico cristiano debe dominar y aplicar con sagacidad la técnica especial adecuada a su problema. Tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus creaturas. La actividad divina omnipresente se encuentra por doquier esencialmente oculta. Nunca se podrá reducir el Ser supremo a una hipótesis científica".

Como explica el científico Eduardo Riaza, Lemaître no tuvo inconvenientes en plantear un universo con un pasado infinito. Sus estudios de filosofía sobre la base de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino le mostraron que su planteamiento no contradecía su creencia en un Dios creador del mundo, ya que un universo creado no necesita un comienzo en el tiempo. 

Por su parte, el sacerdote nunca intentó explotar la ciencia en beneficio de la religión, pues estaba convencido que ambas conducen a la verdad por caminos diferentes.

Planteamiento científico acorde a un “Dios” creador del Universo

Lemaître estaba convencido de que ciencia y religión son dos caminos diferentes y complementarios que convergen en la verdad. Al cabo de los años, declaraba en una entrevista concedida al periódico estadounidense Times: “Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión”.

El padre Lemaitre nunca buscó honores ni reconocimiento, aunque diversas publicaciones y traducciones de su artículo sobre el átomo primigenio a partir de 1933 le situaron en cabeza de la física mundial. Durante su vida obtuvo distintos cargos en la Academia Pontificia de las Ciencias, siendo asesor personal del papa Pío XII y presidente de la misma en 1960.

En 1979, durante el discurso del Papa San Juan Pablo II a la Pontificia Academia de las Ciencias con motivo de la conmemoración del nacimiento de Albert Einstein, citó algunas palabras del padre Lemaître sobre la relación entre la Iglesia y ciencia:

“¿Podría, acaso, la Iglesia tener necesidad de la ciencia? No por cierto; la cruz y el Evangelio le bastan. Pero al cristiano nada humano le es ajeno. ¿Cómo podría desinteresarse la Iglesia de la más noble de las ocupaciones estrictamente humanas, la investigación de la verdad?”, aclaró.