Pasar al contenido principal

Títulos atribuidos a María Santísima

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/63/personajes/virgen-maria-vitraljpg.jpg

Desde siempre la Iglesia ha honrado a María Santísima con los mas excelsos títulos que una creatura puede merecer delante de Dios.

Sin duda el más grande de ellos es el de "Madre de Dios", del cual todos los demás títulos y privilegios dependen. Pues si bien el primer privilegio con que fue honrada María de parte de Dios fue el de su Inmaculada Concepción, este y los demás le fueron dados en orden a su Maternidad Divina. Siendo esto así, dice el teólogo Antonio Royo Marín, "nada debe sorprendernos ni extrañarnos en torno a las gracias y privilegios de María, por grandes y extraordinarios que sean."

San Efrén compuso, ya en el año 333, una lista en verso de los más bellos títulos que los cristianos otorgaban a la Santísima Virgen :

"Señora Nuestra Santísima, Madre de Dios, llena de gracia:
Tú eres la gloria de nuestra naturaleza humana,
por donde nos llegan los regalos de Dios.
Eres el ser más poderoso que existe, después de la Santísima Trinidad;
la Mediadora de todos nosotros ante el mediador que es Cristo;
Tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo,
eres la llave que nos abre las puertas del Paraíso;
nuestra Abogada, nuestra Intercesora.
Tú eres la Madre de Aquel que es el ser más misericordioso y más bueno.
Haz que nuestra alma llegue a ser digna de estar un día
a la derecha de tu Único Hijo, Jesucristo. Amén!!"

María Madre de Dios

El dogma fundamental de todo el cristianismo es que Jesús es Dios, el Verbo de Dios encarnado. Luego María, su Madre, es la Madre de Dios, la Madre del Verbo encarnado. Se trata, pues, de algo expresa y claramente revelado por Dios en la Sagrada Escritura y definido expresamente por la Iglesia en el Concilio de Efeso como verdad de fe.
El concilio Vaticano II recogió en un capítulo de la Constitución Dogmática Lumen gentium sobre la Iglesia, el octavo, la doctrina acerca de María, reafirmando su maternidad divina. El capítulo se titula: "La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia". Este documento presenta la maternidad divina de María en dos aspectos:
1) La maternidad divina en el misterio de Cristo.
2) La maternidad divina en el misterio de la Iglesia.
"Y, ciertamente, desde los tiempos mas antiguos, la Sta. Virgen es venerada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades.... Y las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios que la Iglesia ha venido aprobando dentro de los limites de la sana doctrina, hacen que, al ser honrada la Madre, el Hijo por razón del cual son todas las cosas, sea mejor conocido, amado, glorificado, y que, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos" (LG #66)
En el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI (1968): "Creemos que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la Madre del Verbo encarnado, Dios y salvador nuestro"

María Madre de la Iglesia

Antes de exponer el itinerario mariano del Concilio, deseo dirigir una mirada contemplativa a María, tal como, en el origen de la Iglesia, la describen los Hechos de los Apóstoles. San Lucas, al comienzo de este escrito neotestamentario que presenta la vida de la primera comunidad cristiana, después de haber recordado uno por uno los nombres de los Apóstoles (Hch 1,13), afirma: «Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos» (Hch 1,14).
En este cuadro destaca la persona de María, la única a quien se recuerda con su propio nombre, además de los Apóstoles. Ella representa un rostro de la Iglesia diferente y complementario con respecto al ministerial o jerárquico.
... Ya desde el principio María desempeña su papel de Madre de la Iglesia: su acción favorece la comprensión entre los Apóstoles, a quienes Lucas presenta con un mismo espíritu y muy lejanos de las disputas que a veces habían surgido entre ellos. (Juan Pablo II)

María corredentora y abogada

El debate sobre la posible pronunciación del dogma de María, corredentora y medidora de todas las gracias ha cobrado actualidad entre los teólogos en los últimos años. El padre dominico Georges Cottier, teólogo de la Casa Pontificia, comúnmente conocido como el «teólogo del Papa», afrontó el argumento en la última videoconferencia mundial organizada por la Congregación para el Clero el 29 de mayo. Esta fue su intervención, publicada en http://www.clerus.org.

En el hermoso capitulo conclusivo de la Constitución Conciliar "Lumen gentium" sobre la Iglesia dedicado a la Virgen María, leemos: "Así también la Beata Virgen participó en la peregrinación de la fe y sirvió fielmente su unión con el Hijo hasta Cruz, donde estaba, no sin un proyecto divino, (cf. Jn 19, 25), sufriendo profundamente con su Primogénito y asociándose con ánimo materno a su sacrificio, amorosamente conforme con la inmolación de la víctima que generó; y, al final, por el mismo Jesús moribundo en la cruz, fue ofrecida cual madre al discípulo con estas palabras: Mujer, ahí tienes a tu hijo (cf. Jn 19, 26 - 27)" (n. 58).
Estas palabras de gran intensidad, son el eco de una larga tradición auténtica del Magisterio. La Madre del hijo de Dios hecho hombre y consagrada, debajo de la Cruz, Madre de su Cuerpo Místico. Posteriormente será proclamada Madre de la Iglesia por Pablo VI. Este título ilumina el sentido de la "íntima unión" de María con la Iglesia, en la cual ocupa "de manera eminente y singular" el "primer lugar" (cf. n. 63). Es en su persona que la Iglesia ha alcanzado aquella perfección que la vuelve sin manchas ni arruga (cf. Ef 5, 27). Ella representa el modelo -"typus"- de la Iglesia. Hay que considerar que María no está fuera de la Iglesia, sino que es su miembro eminente y ejemplar, además de ejercer una función materna sobre la Iglesia. El misterio de la Iglesia y el misterio de María se incluyen y se iluminan recíprocamente.

¿Cómo explicarlo? El Concilio, después de recordar las palabras del Apóstol (1 Tim 2, 5 - 6): "Dios es único y único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre, que en el tiempo fijado dio el testimonio; se entregó para rescatar a todos", y agrega que "la función materna de María hacia los hombres, de ninguna manera oscurece o disminuye esta única mediación de Cristo, sino que enseña su eficacia" (n. 60).

La vida de gracia, participación a la vida divina, existe en principio y en la plenitud de Cristo, Cabeza del Cuerpo Místico, para ser comunicada a su Cuerpo que es la Iglesia. Con esta comunicación, Cristo atrae a la Iglesia y, a cada uno de sus miembros, para asimilarlos a Él, para conformarse con Él y para participar al don de sí mismo para el Padre, a través del cual salvó la humanidad. Único mediador: el don de sí mismo es total e infinitamente suficiente para la salvación del mundo. Que nos hace partícipes de Su Iglesia, esto es un signo de su amor y de la profundidad de la unión en la que lo introduce. Como cada vida, la vida de la gracia es fecunda, trae su fruto en abundancia. Se realiza aquí una ley, tanto para la Iglesia como para María, en proporción a sus singulares privilegios.

El texto del Concilio que hemos citado lo hace resaltar con fuerza: "Bajo la Cruz, María sufre profundamente con su Unigénito; se asocia con ánimo materno a su sacrificio; aceptando amorosamente la inmolación de la víctima que ella generó": ¿qué es lo que significan estas afirmaciones que indican que María tuvo una parte activa en el misterio de la Pasión y en la obra Redentora?

El mismo Concilio precisa: la Madre del divino Redentor fue "generosamente asociada a su obra, con un título absolutamente único": "(...) sufriendo con su Hijo, el agonizante en la Cruz, Ella colaboró de manera totalmente especial a la obra del Salvador, con obediencia, con la fe, la esperanza y la ardiente caridad, para restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por esto, Ella se convirtió para nosotros en la Madre en el orden de la gracia" (n. 61).

"Después de su asunción en el cielo, no ha interrumpido esta función salvífica, sino que, con su múltiple intercesión, sigue ofreciéndonos los dones a nosotros, asegurándonos nuestra salvación eterna".

Por esta razón María "es invocada por la Iglesia con los títulos de abogada, auxiliadora, socorredora, mediadora" (n. 62).

¿Podemos agregar al título de mediadora el de corredentora? 

A luz de lo expuesto, la respuesta es afirmativa. En efecto, el mismo Concilio, para evitar cualquier interpretación falsa, agrega que el empleo de estos títulos es legítimo sólo a condición que sea entendido "de tal manera que nada sea detraído o añadido a la dignidad y a la eficacia de Cristo, único mediador" (ibid).

Se notará que este título de corredentora no aparece en el texto Conciliar. Se puede pensar que esta ausencia querida, obedecía a una motivación ecuménica. El uso del término necesitaba de ulteriores reflexiones.

Es verdad que, si el término de corredención tenía que evocar una yuxtaposición y una adición a la obra Redentora del Salvador, tenía que ser rechazado vigorosamente. Es en cuanto predestinada, suscitada, contenida en el sacrificio Redentor de Cristo, de manera subordinada, participante, en total dependencia de Él que se entiende la corredención de María bajo la Cruz, así como Ella está plenamente compenetrada de la intercesión del Hijo en la gloria, su mediación de intercesión hacia el cielo.

El Concilio ha enunciado el principio que, interpretando una intuición de la fe, norma toda la reflexión teológica en este campo: "Cada saludable influencia de la Beata Virgen hacia los hombres no nace de una necesidad objetiva, sino de una disposición puramente gratuita de Dios, y brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo; por lo tanto se funde sobre la mediación de éstos, de ésta depende en absoluto y alcanza toda su eficacia, no impidiendo mínimamente la unión inmediata de los creyentes con Cristo, sino facilitándola" (n.60).

A la luz de este principio, comprendemos en que sentido María, a titulo único, es corredentora y como de manera proporcional la Iglesia es también corredentora. Comprendemos, además, en qué sentido la vocación de todos los bautizados a la santidad, nos lleva a participar en el misterio de la salvación. Cada una de estas participaciones es como una Epifanía de la fecundidad de la Cruz de Jesús.

María Reina

"La Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial
fue ensalzada por el Señor como Reina universal,
con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo,
Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte".
(Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. or nuestro Señor Jesucristo. Amén.

¡Salve, Reina caelorum; Reina caeli, laetare!
María es reina de los ángeles y de todos los hombres.


El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.
Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997>>>, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen ´Madre de Dios´, se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".

El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".

"La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".

RAZON: Las Sagradas Escrituras nos enseñan que los que son de Cristo reinarán con El y la Virgen María es ciertamente de Cristo.
Romanos 5:17

"En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!"
II Timoteo 2:12

"si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará"

María Santísima es reina de todo lo creado

Si bien todos reinaremos con Cristo, María Santísima participa de Su reinado de una forma singular y preeminente. Esto significa que Dios le ha otorgado Su poder para reinar sobre todos los hombres y los ángeles, y para vencer a Satanás.

Razones por las que María Santísima es Reina de todos:

1- Por ser la madre de Dios hecho hombre
, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16).

Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita de la que es "Madre de mi Señor" (Lc 1:43). Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno" (Lc 1:42).
El ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría. Ella es entonces la Reina Madre.

Su reino no es otro que el de Jesús, por el que rezamos "Venga tu Reino". Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino.

En 1 Reyes 2,19 vemos que la madre del Rey se sienta a su derecha.
La Virgen María es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo.

De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo tiene origen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI¬1943).

2- Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10 En María se cumplen las palabras: " el que se humilla será ensalzado". Ella dijo "He aquí la esclava del Señor".

3- Por ser la corredentora. El papa JPII, en la audiencia del 23-7-97 dijo que "María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (...) cooperó en la obra de la redención del género humano. (...). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo".
Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25)
María Santísima, reinando con su hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo.

4- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad. 

La misión de María Santísima es única pues solo ella es madre del Salvador.
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar." -Génesis 3:15

 

 

 

Síguenos en nuestra FAN PAGE de FACEBOOK PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE TORCOROMA BOGOTÁ

 

Instagram