SEXTO DOMINGO DE PASCUA - CICLO B (MAYO 9 DE 2021)
MONICIÓN DE ENTRADA
Nos disponemos a celebrar esta santa eucaristía en el VI domingo de Pascua.
Hoy aparece en las tres lecturas un mensaje insistente: el amor. El amor que nos tiene Dios. El amor que nos ha manifestado Cristo Jesús. El amor que hemos de tenernos los unos con los otros. Y además, un amor universal, sin fronteras.
Es tan importante la Pascua, el corazón de todo el año, que vale la pena que la vivamos en plenitud. Por eso comencemos con alegría esta Santa Misa. De pie, cantamos...
MONICION ÚNICA PARA TODAS LAS LECTURAS
Tanto el evangelio como la primera carta de Juan nos hablan del amor que procede del Padre y a través de Jesús se manifiesta a los creyentes que han de responder a este don gratuito amándose mutuamente. El libro de los Hechos de los apóstoles nos ayuda a profundizar aún más en ese misterio. Escuchemos atentos.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,25-26.34-35.44-48):
Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: «Levántate, que soy un hombre como tú.»
Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.»
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?»
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
El Señor revela a las naciones su salvación.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas;
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor revela a las naciones su salvación.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
El Señor revela a las naciones su salvación.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.
El Señor revela a las naciones su salvación.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-10):
Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios.
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
Palabra del Señor.
HOMILIA
A TODOS
Cuenta John Jewell que su médico, un judío, se divierte haciendo bromas sobre sus respectivas religiones. En una de sus visitas le preguntó: ¿Sabe cuál es el pecado imperdonable?
Según algunas interpretaciones, le dijo, es la blasfemia contra el Espíritu Santo.
No. El pecado imperdonable es amar a todos.
Eso no me parece un pecado, le contestó John.
Lo es, insistió. Si un judío ama a un árabe, para muchos judíos eso es imperdonable, si un comunista ama a un capitalista es imperdonable… No, en la mayoría de los sitios y para la mayoría de las personas no está bien visto ni es aceptable amar a todos.
Cuando miramos a nuestro alrededor o cuando nos miramos a nosotros mismos comprobamos que el médico judío no está muy lejos de la verdad.
“Dios no hace distinción de personas” hemos proclamado en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Y Pablo en la carta a los Gálatas nos dice que ya no hay distinción entre judío y árabe, entre libres y esclavos, entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres porque todos somos hijos amados de Dios.
Sólo Dios ama a todos. Nosotros, los hombres, nunca abrazaremos con alegría y convicción el mandamiento de Jesús “amaos como yo os he amado”. Cuando Jesús extendió los brazos en la cruz quiso abrazar a todos, incluidos sus enemigos.
Es fácil amar a los miembros de la familia, a los que se confiesan cristianos, a los que vienen a la misa de doce, a los que nos caen bien y hablan bien de nosotros, pero amar a los otros, a los enemigos, supera nuestras fuerzas.
Ser de Jesús es mucho más que seguir y obedecer unas normas, es estar conectado vialmente, existencialmente con Jesús.
Ser de Jesús es mucho más que obedecer por miedo unos mandamientos de mi religión. Sólo desde la certeza de que Jesús me ama puedo obedecer.
La religión, para muchos, es mera obediencia a unos mandamientos no siempre importantes. La amistad de Jesús es un ser nuevo. Lo que hace Jesús en mí es lo que me permite amar “como yo os he amado”.
“A vosotros os llamo amigos”. “Soy yo quien os he elegido”.
Después de Pascua dejamos de ser admiradores y seguidores de Jesús para ser simplemente sus amigos.
Los amantes van y vienen, pero los amigos permanecen. La amistad, gracia, regalo no merecido, al no buscar nada ni ser interesada, está llamada a perdurar y ser fuente de alegrías.
Los Quákeros se definen no como la iglesia de…sino como Sociedad de amigos.
Jesús que nos ha elegido, que ha dado su vida por amor, nos quiere siempre alegres y quiere que estemos conectados con él, manantial de agua viva que salta hasta la vida eterna.
Tenemos que salir de la iglesia habiendo escuchado la buena noticia: eres amado por Dios, somos todos amados por Dios.
Un monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa y la guardó entre sus cosas. Un día se encontró con un viajero y al abrir el bolso para compartir sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más. El viajero se alejó contento con el regalo que le podía solucionar todos sus problemas. Sin embargo, días más tarde fue en busca del monje y cuando lo encontró le devolvió la piedra preciosa y le dijo: quiero que me des algo más valioso que esta piedra y que todas las joyas. Dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Guiados por el Espíritu por quien podemos llamar a Dios Padre, a Él nos dirigimos orando en favor de todos los hombres.
Contestaremos todos:
«Danos, Señor, un corazón nuevo»
- Por la Santa Iglesia de Dios, para que se deje conducir por el Espíritu, sin poner obstáculos a su acción salvadora y creadora del nuevo Reino. Oremos.
- Por los responsables de gobernar nuestro país, para que defiendan la justicia y la verdad, promuevan la paz y luchen por una vida digna para todos. Oremos.
- Por todos los que sufren, para que puedan conocer en medio de su dolor el amor de Jesús, practicado por todos los hoy hemos escuchado su voz. Oremos.
- Por todos nosotros, para que no apaguemos el fuego del Espíritu que desde el día de nuestro bautismo nos alimenta, y caminemos conforme a la vida nueva que Cristo nos ha comunicado. Oremos.
EXHORTACIÓN FINAL:
Gracias, Señor Jesús, porque gratuitamente nos admites como
amigos tuyos que conocen tus secretos y cumplen tus mandatos con
alegría, superando así la relación amo/siervo.
Tú nos elegiste y nos destinaste para que demos fruto duradero y para
que alegría esté en nosotros y llegue a su plenitud.
El camino para este gozo completo es amar como tú nos amas, porque
sólo devolviendo a los demás el amor con que Dios nos quiere, es
decir, dando vida y alegría, éstas se poseen y se aumentan.
Danos, Señor, una buena dosis de amor y gozo en el Espíritu.
Estamos necesitándolos desesperadamente, para permanecer unidos
a Jesús y dar fruto abundante de fe, paz y alegría.
Amén.