PRIMER DOMINGO DE CUARESMA - CICLO C (MARZO 6 DE 2022)
MONICIÓN DE ENTRADA
Queridos hermanos, les damos una cordial bienvenida a la celebración de la Misa Dominical.
El miércoles hemos comenzado ya esta ruta de la Cuaresma, camino hacia la Pascua. Durante estos domingos y la Semana Santa, seremos testigos del inmenso amor que Dios nos tiene, llamándonos a la conversión y arrepentimiento, para gozar de la Resurrección de Cristo.
Agradeciéndole el detalle, comenzamos sellando en la Eucaristía la alianza que nos ofrece en Jesús, y que iremos renovando a lo largo de toda la Cuaresma. De pie, cantamos…
MONICION ÚNICA PARA TODAS LAS LECTURAS
La Cuaresma es tiempo de prueba y esfuerzo en el camino de maduración hacia la Pascua, tiempo de gracia para experimentar al Dios liberador en la vida.
De esto nos habla el libro del Deuteronomio, que, cuando se refiere a la ofrenda de las primicias, recuerda inmediatamente la historia del éxodo y la liberación de Israel de la esclavitud. Como el salmista, también los judíos experimentaron en Egipto la compañía de Dios en la prueba. Pablo habla a los cristianos de Roma de la fe en Jesús, el Señor, que salva y libera de todos los demás “señores” que dividen y esclavizan. Y es que Jesús también fue capaz de superar la prueba gracias a la fuerza del Espíritu y de mantenerse libre ante otros “señores”.
Escuchemos atentamente.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio (26,4-10):
Dijo Moisés al pueblo: «El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios: "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado." Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios."
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti."
Está conmigo, Señor, en la tribulación.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
Está conmigo, Señor, en la tribulación.
"Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré."
Está conmigo, Señor, en la tribulación.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (10,8-13):
La Escritura dice: "La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón." Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: "Nadie que cree en él quedará defraudado." Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará."
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,1-13):
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan."
Jesús le contestó: "Está escrito: No sólo de pan vive el hombre".
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo."
Jesús le contestó: "Está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".
Jesús le contestó: Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor.
HOMILIA
Con el tiempo de cuaresma el mundo cristiano ha empezado su travesía por el desierto de su propia vida en pos del encuentro con el misterio salvífico de Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección; este recorrido implica a la manera de la parábola del Padre misericordioso (el hijo pródigo: Lc 15,1-3.11-32), un volver a las manos de Dios, porque nos habíamos alejado de su presencia, un volver a su encuentro porque habíamos confiado en nuestras propias fuerzas y un volver a su casa porque nos habíamos perdido en parajes extraños, en donde la característica especial era la ausencia del Señor.
El propósito
Para cumplir con este propósito tenemos cuarenta días y vamos a pedirle al Señor que nos de la fuerza que necesitamos para lograrlo, ayudados claro está en esta ocasión por el evangelio de San Lucas quien nos propone contar a la manera de Jesús en el desierto con la asistencia del Espíritu Santo y con la Palabra de Dios; el Espíritu Santo para doblegar al mal y la Palabra para ser perseverantes en la lucha contra nuestra propias desesperanzas y debilidades.
De acuerdo con lo anterior es importante entender que Jesús salió triunfante de tal batalla por la fuerza del Espíritu que aparece como protagonista al inicio y al final del texto: “En aquél tiempo Jesús lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo llevó al desierto durante…”, y también por la fuerza de la Palabra de Dios que lo hizo valeroso en su enfrentamiento con el mal. El evangelio de San Lucas es llamado el evangelio del Espíritu, pues de todo el cuerpo del N.T., sólo en los escritos Lucanos encontramos 35 alusiones mientras que en las demás obras las menciones son 5.
Este dato sería irrelevante si cada uno de nosotros “creyentes”, confiando más en nuestras propias fuerzas que en la acción misericordiosa de Dios, nos enfrentáramos al mal, sería poco importante si por nuestro orgullo prescindiéramos de Dios en nuestra vida cotidiana y sería de poca valía si considerándonos todopoderosos creyéramos ya vencido el mal que nos acecha; estas consideraciones son vacías de contenido y de sentido porque bien sabemos que con la asistencia del Espíritu Santo que es vida, doblegamos las huestes del mal y sabemos también que cuando le cerramos las puertas a su acción salvífica, el demonio nos vence una y otra vez.
El texto bíblico de hoy
Ahora bien, ahondando en el texto bíblico de hoy, es importante afirmar que la escena de las tentaciones pone de manifiesto la presencia de la humanidad de Jesús en el desierto del mundo, de nuestra existencia, de nuestra misión y de nuestra propia vida; aparece Jesús en el desierto como el nuevo Moisés, el último guiando al pueblo durante cuarenta años por el desierto y el primero descubriendo su identidad mesiánica durante cuarenta días y cuarenta noches, el uno siendo faro de luz para un pueblo fatigado, cansado y rebelde por el peso del camino, el otro afianzando su condición como Mesías en medio de las tentaciones.
Moisés alentando al pueblo hacia la tierra de la libertad y Jesús subyugando a los poderes hostiles del demonio en medio de un lugar desolado, habitado sólo por fieras salvajes, como representación del dominio del mal; Moisés venciendo la dura cerviz de un pueblo esclavo, acostumbrado a las cadenas y saciado su estómago hasta la hartura y Jesús saliendo victorioso del combate entablado con las fuerzas del enemigo.
Las tentaciones
Por otro lado y enfatizando en el tema de las tentaciones, creemos que se puede entender de una manera distinta desde el evangelio según San Juan en los siguientes apartados: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que da vida eterna y permanece”. (Jn 6, 27) (Tentación 1); “Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de Él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo”. (Jn 6,15) (Tentación 2); “Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.
Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos: y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo”. (Jn 7,1-4) (Tentación 3).
La idea anterior la dejamos para la reflexión personal y siendo valioso lo planteado, queremos ahora proponer una serie de tentaciones que nos ofrece el contexto del mundo actual y que deben ser dignas de nuestra consideración a saber:
La tentación de ser más que los demás, la competencia desmedida en detrimento de los demás; la tentación de pensar que los otros son culpables, librando en muchos casos nuestra responsabilidad; tratar a los demás como si fueran cosas según el paradigma de una sociedad instrumental, valorar a las personas exclusivamente por su eficiencia; tentación de generar división en nuestros ambientes sin el menor cuestionamiento acerca de nuestros actos. Creernos perfectos ocultando nuestros errores; la tentación de convertirnos en jueces implacables como si fuéramos “dioses”; esa tentación de tener demasiado perdiendo de vista el sufrimiento ajeno; la indiferencia frente al dolor de los demás; la tentación de la intolerancia consuetudinaria con las personas y con las cosas; la poca sensibilidad frente al cuidado de nuestro planeta.
Más tentaciones
La tentación de no dejar huella en el corazón del mundo, la tentación de hacer las cosas como siempre se han hecho, matando la creatividad y el capital que tenemos en nuestro pensamiento; la tentación de abusar del poder que nos ha sido otorgado; tentación de sentirnos victimas a cada instante desconociendo que en algún momento hemos sido victimarios; la tentación de acomodarnos a una fe ritual y llena de sentimentalismos, obviando las obras de misericordia y así entre otras tantas tentaciones anotemos que la mayor tentación a la cual estamos abocados es a negar la existencia del mal y a creer que nuestra fe es tan grande para mover montañas sin que esto concuerde con la realidad.
Hermanos y hermanos motivados por las anteriores líneas, supliquémosle a María nuestra Madre del Cielo que nos lleve de la mano en este tiempo de cuaresma y que suscite en nosotros un verdadero deseo de cambio y transformación en nuestra mente y en nuestro corazón.
ORACIÓN DE LOS FIELES
La Cuaresma es un tiempo precioso y propicio para que, en el don de gracia de sus cuarenta días, el alma se convierta y el corazón purificado se dirija a Dios. Oremos por nuestra conversión y purificación diciendo juntos:
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN, SEÑOR.
- Por la Iglesia, para que este tiempo de Cuaresma sea la ocasión para tomar más conciencia de los dones recibidos con el bautismo, y seamos en el mundo, y para el mundo, profecía y testimonio del amor de Dios. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, especialmente los de nuestro país, para que sientan la necesidad de recurrir a Dios para pedirle una mirada límpida y nueva, ciencia recta junto aun corazón puro para ver mejor las necesidades y llevar bienestar a todos. Oremos.
- Por los enfermos y los que sufren, para que, si es la voluntad de Dios, puedan sanar pronto y recobrar la salud y, para que tengan siempre a su lado personas que las cuiden y las asistan con amor. Oremos.
- Por todos nosotros, para que en este tiempo de Cuaresma Dios nos dé la fuerza de su Espíritu para poder mortificar nuestro cuerpo y ofrecerle un sacrificio agradable a su presencia. Oremos.
EXHORTACIÓN FINAL
Gracias, Padre, porque el ejemplo de Cristo en el desierto
es un estímulo para vencer con él nuestra innata debilidad.
Gracias también porque poseemos ya las primicias de tu Espíritu.
Pero gemimos en nuestro interior anhelando nuestro rescate
del mal que quiere dominarnos con la perenne tentación
del consumismo, la religión interesada y los ídolos modernos.
Danos fuerza, Señor, para vencer esta atmósfera de pecado,
para serte fieles con Cristo en las pruebas de la vida diaria,
para renovar siempre y cada día nuestra opción bautismal,
para emprender en esta cuaresma el camino hacia la pascua.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Amén.