PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO A - NUEVO AÑO LITURGICO 2022-2023
MONICIÓN DE ENTRADA
Muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Bienvenidos a la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa en el I Domingo de Adviento, con el que comenzamos un nuevo año litúrgico, a lo largo del cual reviviremos en las celebraciones los misterios de la salvación.
El tiempo de Adviento es tiempo de espera. Con esta santa misa comencemos nuestra alegre espera de la venida del Señor, poniéndonos de pie y entonando el canto de entrada…
MONICIÓN PARA TODAS LAS LECTURAS
Como era de esperarse, las lecturas de este domingo nos invitan a velar y estar preparados para la llegada del Señor. Las advertencias del Evangelio deberían generar alegría, y no miedo ni angustia; porque, como dice el profeta Isaías, avanzamos hacia la luz del Señor, nos encaminamos no hacia un final destructivo, sino hacia un tiempo de salvación en el que hay paz y convivencia fraterna. Por eso mismo el salmista nos invita a estar alegres y alabar a Dios mientras peregrinamos a la casa del Señor, y san Pablo, a llevar un estilo de vida propio de los hijos de la luz. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isa{ias 2,1-5
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén:
Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos.
Dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor».
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
Vamos alegres a la casa del Señor.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Vamos alegres a la casa del Señor.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 13,11-14a
Hermanos:
Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz.
Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24,37-44
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
HOMILIA
DOMINGO I DE ADVIENTO, CICLO A
¡Comenzamos con el tiempo litúrgico de ADVIENTO, palabra que significa ADVENIMIENTO, llegada... del Señor!!
El lema, la característica primordial de este tiempo es la esperanza de los creyentes.
En la celebración de la Misa no se dice “Gloria”, y el sacerdote utiliza ornamentos de color morado. Estos quieren ser signos de la expectación y la preparación que vivimos de cara a la llegada del Señor.
La Iglesia, en este tiempo quiere hacernos tomar conciencia de la permanente llegada del Reino de Dios a nuestro mundo, con una doble referencia histórica: la Navidad, y la Parusía (= retorno glorioso de Cristo al fin de los tiempos, para juzgar a vivos y difuntos)
Por eso durante este tiempo se nos llama a intensificar las actitudes fundamentales de la vida cristiana: la espera atenta, la vigilancia, la fidelidad en el trabajo cotidiano, la sensibilidad para descubrir y discernir los signos de los tiempos, como manifestaciones del Dios Salvador que sale a nuestro encuentro desde el final de los tiempos, desde el día del juicio.
A lo largo de estas semanas que nos conducen a la Navidad tenemos que esforzarnos por descubrir y desear eficazmente las promesas mesiánicas: la paz, la justicia, la relación fraternal, el nacimiento de un mundo nuevo desde la raíz.
El Adviento nos dice que no tenemos que encerrarnos (¡ni menos ahogarnos!) en el presente, porque la gran perspectiva de la vida humana está de cara al futuro, con la esperanza puesta en la garantía del Dios de las promesas.
Así, la Iglesia vive en la historia la progresiva manifestación de Dios con la esperanza cierta que brota de su primera venida, la fe inconfundible de que Dios está permanentemente entre nosotros, y aguardando su venida definitiva para reinar con poder y gloria, para transformar todas las cosas en la medida de lo cumplido en Jesucristo.
Por eso Jesús, en el Evangelio de hoy, habla como queriendo provocar una cierta intranquilidad en los oyentes... Una esperanza. Somos invitados a no vivir despreocupados de todo, como lo hizo la generación del patriarca No es Cuando ellos se dieron cuenta de la catástrofe, ¡ya era demasiado tarde!... Hoy nuestro riesgo quizás sea estar demasiado ocupados en cosas urgentes, y descuidar las importantes...
Jesús nos dice que algo semejante ocurrirá cuando venga el Hijo del hombre (personaje celestial que viene para juzgar en nombre de Dios). Jesús es este Hijo del hombre que vendrá por segunda vez al final de los tiempos como Juez supremo, para premiar los méritos y castigar las maldades.
Estamos, por lo tanto, frente a DOS VENIDAS DE JESÚS:
Navidad: Jesús pobre y humilde, semejante a nosotros en todo - menos en el pecado - y que culminó con su pasión, muerte y resurrección.
En esta primera venida, no vino para juzgar ni condenar a nadie, sino para perdonar y salvar a todos.
Segunda venida: al final de los tiempos, con toda su gloria, para juzgar todas las acciones (“no quedará ni una palabra sin juzgar”) de todos hombres, de todos los tiempos y lugares.
Jesús insiste en que nadie sabe cuándo será la Venida del Hijo del hombre. Pero nos dice que será como los tiempos de Noé: en el momento en que menos se lo espera (como el ladrón que viene de noche): nunca se da a conocer... ¡efecto sorpresa!
Muchos han intentado predecir la fecha de la Venida del Señor fin del mundo: Sectas, exaltados religiosos... que sólo han engendrado preocupación, terror, suicidios (en el 1000 y el 1900) ...
Jesús nos enseña claramente a no hacer estos cálculos. Nadie lo sabe cómo un ladrón.
Si alguien dice saberlo está equivocado: Jesús dice: nadie lo sabe.
Por eso, ustedes. También estén prevenidos, porque el Hijo del hombre VIENE a la hora que menos piensen... (no dice vendrá, sino viene...)
Con lo cual se nos insinúa que ese último día ya ha comenzado, y el Señor. está viniendo siempre hasta que termine la historia humana...
Jesucristo en su pasión, delante de los jueces, hace una afirmación semejante a la anterior: desde ahora van a ver al Hijo del hombre que viene sobre las nubes del cielo.
Por lo tanto, la primera venida de Jesús, en la debilidad de la carne, terminó con su muerte y Resurrección. Y con la Resurrección ya comienza una nueva venida: ahora viene con gloria, como Juez.
¿QUÉ NOS PIDE AL EVANGELIO DE HOY?
Que evitemos los dos vicios extremos; que no vivamos ni alarmados, ni despreocupados: sino atentos, prevenidos. No inquietos, pero sí vigilando para reconocer al SEÑOR cuando se nos presente.
Y Jesús se nos presenta a cada momento: en la SANTA MISA, en la naturaleza; en cada cristiano, más aún, en cada persona que se os acerca... => abrir muy bien los ojos de la fe, para alcanzar a ver a Jesús que viene a nosotros cada vez que nos encontramos con otra persona porque en estos encuentros ya estamos siendo juzgados por el Hijo del hombre En el momento en que estamos más distraídos, cuando menos lo pensamos, Jesús se pone a nuestro lado pidiéndonos ayuda, exigiéndonos una definición, solicitándonos algo de nuestro tiempo, nuestra alegría, nuestra comprensión o nuestro afecto.
Dios, al mismo tiempo, se muestra y se oculta en el hambriento, en el abandonado, en el que no tiene ropa limpia para ponerse, en el enfermo en el preso más aún: en el que necesita nuestra escucha, nuestro tiempo, nuestro entusiasmo, nuestro compromiso, nuestra solidaridad, nuestra comprensión, nuestra misericordia...
Como nunca, Dios se mostró - y se ocultó - en un bebito recién nacido en Belén, que lloraba de hambre y de frío Y en un hombre semejante a nosotros en todo, menos en el pecado abandonado por todos, burlado, escupido, abofeteado, insultado, azotado, coronado de espinas, clavado en una cruz...
¿En todo está esto Dios? SÍ. Y el Adviento es tiempo para descubrir estas tan distintas presencias de Dios.
Jesús está en los acontecimientos de la vida diaria, familiares, como sociales, nacionales y mundiales: invitándonos a pensar en clave cristiana, a sentir como cristianos, a tener actitudes opiniones, criterios y valores que expresen nuestra fe.
No hay un solo momento de nuestra vida que no sea juzgado por el Hijo del Hombre, que pesa el amor de nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones.
Nada hay que sea indiferente: se trata pues de vivir atentos, prevenidos.
El día del juicio final pondrá fin a la historia del mundo.
Ese día Dios juzgará definitivamente las acciones de todos los hombres.
Pero eso no quiere decir que será la primera vez que el Señor juzgue:
Las cosas que hacemos, decimos, pensamos, o dejamos de hacer ya nos están juzgando.
La muerte de cada persona la conduce inmediatamente a la Presencia del Señor para recibir el premio o el castigo merecido.
La vida cotidiana, con sus cotidianos avatares => permanente venida del Señor.
Por lo tanto, el Señor ya está viniendo, y nosotros ya estamos siendo juzgados. El día final se verá de un solo golpe lo que han sido todos esos juicios cotidianos, y se pondrá de manifiesto la fidelidad de cada uno.
Por lo tanto, es un grave error pensar que el último día será una mega-catástrofe que aplastará a todos (buenos y malos) por igual: de dos hombres en el campo, uno tomado y otro dejad De dos mujeres moliendo granos incluso el Ev. de Lc. pone: de dos que estén en una misma cama Es claro que el juicio será personalísimo.
ADVIENTO: El Señor está cerca de nosotros Abramos nuestro corazón para recibirlo y celebrarlo con ánimo renovado De la mano de María caminamos desde el primer Adviento de la historia hacia el último, pasando por este primer Adviento del Milenio; y como ella queremos descubrir y recibir al Señor cada día. AMÉN
ORACIÓN DE LOS FIELES
Presidente: Mientras esperamos la segunda venida de Cristo, nosotros, peregrinos en la fe, elevamos nuestras plegarias por los hombres del mundo entero. Nos unimos diciendo:
«VEN, SEÑOR, NO TARDES»
- Por la Iglesia, para que siga alentando en el mundo todas las buenas esperanzas de los hombres y sea la luz que ilumine las incertidumbres de los pueblos. Roguemos al Señor.
- Por los que gobiernan las naciones, para que, en estos tiempos de preparación del nacimiento de Cristo, den a luz buenas noticias para los pueblos que están bajo sus gobiernos. Roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren, sobre todos aquellos que se encuentran solos en este mundo, por la pérdida de sus familias, para que se preparen para recibir el auxilio y la presencia real de Cristo en este tiempo de Adviento. Roguemos al Señor.
- Por esta comunidad, para que esta Eucaristía la prepare a vivir en el mundo cotidiano como signo de la esperanza que proclama en el Adviento. Roguemos al Señor.
EXHORTACIÓN FINAL
Acoge Señor nuestro clamor y escucha también las plegarias que se han quedado en lo más profundo de nuestros corazones. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.