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OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C (FEBRERO 27 DE 2022)

MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos hermanos a esta celebración dominical, en la que Dios quiere alimentarnos y seguirnos instruyendo.

Muchas veces confirma Jesús con su autoridad lo que la sabiduría humana y el sentido común consideran ya como virtudes: el respeto a los demás, la prudencia, la discreción. Con imágenes agrícolas, muy accesibles para todos, Dios quiere darnos su mensaje hoy.

Comencemos, dispuestos a escuchar la voz de Dios. De pie, cantamos…

 

MONICION ÚNICA PARA TODAS LAS LECTURAS

De la abundancia del corazón habla su boca. Las lecturas de hoy usan imágenes del campo para transmitirnos un gran mensaje. Jesús ben Sira, autor del libro del Eclesiástico, habla de la relación entre lo que uno es y lo que dice o hace empleando un dicho sapiencial y una imagen de la naturaleza. El salmista insiste con otra imagen agraria para mostrar que los frutos del justo serán espléndidos y duraderos. Todos ellos, al final, coinciden en afirmar que nuestro modo de actuar manifiesta nuestro modo de ser. 

Atentos escuchemos y actuemos, porque, como dice San Pablo, Dios no dejará sin recompensa nuestra fatiga.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico (27,  4-7)

 Cuando se agita la criba, quedan los desechos; así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos.

El horno prueba las vasijas del alfarero, y la persona es probada en su conversación.

El fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la persona.

No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Es bueno darte gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad.

Es bueno darte gracias, Señor.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios.

 

Es bueno darte gracias, Señor.

En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.

Es bueno darte gracias, Señor.
 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15, 54-58)

Hermanos

Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:

«La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».

El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley.

¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

De modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles.

Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (6, 39-45)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

Palabra del Señor.

 

HOMILIA

De lo que rebosa del corazón, habla la boca

En el Evangelio de hoy escuchamos las parábolas finales del discurso lucano de la llanura. Jesús recurre a la tradición de los sabios de Israel —por eso se lee el libro sapiencial del Eclesiástico como primera lectura— para presentarnos la vieja enseñanza de los dos caminos, a través del símil de los dos árboles: el árbol bueno da buenos frutos; el dañado, malos. ¿Qué clase de árbol eres tú?

Antes, Jesús habla de dos ciegos: un ciego no puede guiar a otro ciego. Con ello, el maestro quiere enseñar que un creyente, mientras permanezca en la ceguera del pecado, no puede guiar con sus consejos a otros. Jesús, por tanto, exhorta a la formación y maduración cristiana de los fieles, especialmente de los guías de la comunidad. La siguiente exhortación —también del ámbito visual— consiste en sacar la viga del ojo propio y no fijarse en la mota del ajeno. Jesús precave así contra la tentación de deformar la imagen de los otros, mientras se defiende a toda costa la imagen propia. En conclusión, los dichos propuestos hoy son una seria invitación a una vida más auténtica, que nazca de la verdad del corazón, y sea más respetuosa con el bien del hermano.

Si la primera lectura y el evangelio pertenecen a la tradición sapiencial, en la que se confía en el hombre y su capacidad de cambiar las cosas; en la segunda lectura, san Pablo nos propone un texto de tradición apocalíptica, en la que se subraya la absoluta prioridad de Dios: solo Dios puede vencer al pecado que nos atrapa y liberarnos de la muerte que nos aflige. El texto es muy alegre, una acción de gracias a Dios por haber vencido a la muerte con la resurrección de su Hijo y habernos concedido una nueva esperanza. ¡Confiemos y esforcémonos!.

 

ORACIÓN UNIVERSAL

Pidamos al Señor que escuche nuestras oraciones, para que podamos alegrarnos al recibir su ayuda. A cada invocación respondemos:

Escúchanos, Señor

  1. Por los ministros de la Iglesia que han consagrado su vida al Señor, y por los pueblos que adoran al Dios verdadero, roguemos a Cristo el Señor
  2. Para que todos podamos gozar de una naturaleza limpia en la bella sucesión de las estaciones, roguemos a Dios, que con sabiduría gobierna al mundo
  3. Por los que son víctimas de la debilidad humana, del espíritu de odio o de envidia, roguemos al Redentor misericordioso.
  4. Encomendémonos mutuamente al Señor, y oremos con confianza al autor y guardián de todo lo que tenemos y poseemos.

 

EXHORTACIÓN FINAL

Jesús nos ha marcado el camino para seguirle. Seamos fieles seguidores de Cristo y demos frutos buenos y abundantes alabando su santo nombre.  Seguir a Jesucristo, nuestro Maestro, es saber responder generosamente a su llamada. ¡Vayamos tras sus huellas a compartir su mensaje de salvación con nuestros semejantes!

Amén.