MONICIÓN DE ENTRADA
Les saludamos hermanos, en el domingo, día del Señor.
La Eucaristía dominical renueva la presencia de Jesucristo resucitado en medio de la comunidad cristiana. Somos los discípulos del Señor y Él nos llama a participar de la santa Misa para beber de la gracia que nos capacita e impulsa a tomar parte en su misión, pues un verdadero discípulo no puede más que anunciar el amor de Dios por los hombres.
Celebremos con fe.
MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA
Amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismo, representan el mandamiento fundamental del cristiano. Quien ama obrará con justicia y rectitud y expresará por medio de sus actos el amor a Dios, fortaleza y refugio de todo aquel que ha puesto su confianza en Él. Escuchemos.
PIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 22,20-26
Así dice el Señor:
«No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto.
No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca,
mi alcázar, mi libertador.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1,5c-10
Hermanos:
Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo:
«"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser."
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
"Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Palabra del Señor.
HOMILÍA
Érase una vez un rey que no tenía hijos para sucederle y puso un gran anuncio en los periódicos invitando a los jóvenes a solicitar la adopción en su familia. Sólo se requerían dos condiciones: amar a Dios y amar al prójimo.
Un muchacho campesino quería, pero no se atrevía a presentarse porque iba cubierto de harapos. Se puso a trabajar, hizo dinero, compró ropa nueva y se puso en camino para intentar ser adotado por la familia del rey.
Cuando ya estaba llegando al palacio, se encontró con un mendigo que tiritaba de frío. El joven campesino se conmovió y le dio su ropa nueva. Vestido de harapos, le parecía inútil continuar, pero decidió terminar el viaje y llegar al palacio. Llegó y todos los empleados se burlaban de él. Finalmente fue admitido a la presencia del rey.
Cuál no fue su sorpresa cuando vio que el rey era el mendigo del camino y que vestía las ropas que le había regalado.
El rey bajó de su trono, abrazó al joven y le dijo: “Bienvenido, hijo mío”.
Dios Padre es ese rey que bajó de su trono, se vistió con nuestras ropas, nuestra carne, y nos dijo y sigue diciendo: Bienvenidos, hijos míos.
Jesús, el Dios hecho hombre, el Cristo, el ungido, el Salvador, el hombre para los demás y el maestro, es sometido a una nueva entrevista por los reporteros del Jerusalem Post y del Heraldo Soria.
Jesús, ¿qué opinas, de los 613 mandamientos de la Ley, cuál es el más importante?
¿Conocía Jesús esos 613 mandamientos, No lo sé. Sí sabemos que, a veces, algunos se los pasaba por alto: curaba en sábado, perdonaba pecados, comía sin lavarse las manos, se dejaba acariciar por la mujer pecadora, permitía que sus discípulos no ayunaran...
Jesús sabía que entre esos 613 mandamientos había unos más importantes que otros.
Jesús sabía que entre esos 613 mandamientos había uno que era tan importante que aunque se cumplieran los 612 si no se cumplía ése de nada servía la observancia y el cumplimiento de los 612.
Jesús sabía que su Padre es amor, que él vino para mostrarnos el amor en acción y que el Espíritu Santo es la fuerza del amor en nosotros.
Y escogió dos textos de la Palabra de Dios para responder a los reporteros de los periódicos: “Amarás al Señor tu Dios” ... Deuteronomio 6,5 y “Amarás a tu prójimo” ...Levítico 19,18
“Toda la Ley y los Profetas se resumen en estos dos mandamientos. En este único mandamiento. ¿Recuerdan la “imagen” del César en las monedas y la “imagen” de Dios en cada ser humano?
A Dios se le ama en lo concreto, lo tangible y palpable y lo palpable y visible es el ser humano, imagen de Dios, hijo de Dios. La originalidad y la novedad que Jesús introdujo en la historia de las religiones y de los hombres fue unir en uno sólo estos dos mandamientos. Jesús no los inventó, pero sí los unió en uno sólo.
El amor es uno, es único y es glorioso como el rostro de Dios.
El cristiano ya no vive bajo el signo de Aries o Piscis sino bajo el signo del amor tal como lo vivió nuestro maestro Jesús.
La última tentación de Jesús no fue el amor de una mujer, su última tentación fue la cruz y se abrazó a la cruz por amor a todos nosotros.
Por amor se hizo hombre.
Por amor se hizo obediente.
Por amor pasó su vida haciendo el bien a los oprimidos.
Por amor derramó su sangre.
Por amor se quedó en la eucaristía.
Por amor y para amar nos dio el don del Espíritu Santo.
Por amor y para vivir en el amor vendrá a buscarnos en el último suspiro de nuestra vida.
La vida de Jesús no tiene sentido sin la pasión y la voluntad de amar. La Biblia es la carta de amor más hermosa que tenemos, es la historia de amor, de un amor, del gran amor de Dios.
Ustedes me dirán, padrecito, todo eso ya lo sabía. No ha dicho nada nuevo. O sea que ya puede poner el punto final.
Déjeme decir una cosa porque no ha caído aún en la cuenta de que usted “no sabe amar”. A lo mejor no ha batido aún el record de ese famoso deportista que presume de haberse acostado con más de veinte mil mujeres, pero “usted no sabe amar”.
Usted que tiene tiempo para ir al fútbol y jugar al golf y...
Amar es dedicar tiempo a quien se ama.
Amar es estar al servicio de quien se ama.
Amar es escuchar el grito de quien se ama.
Amar es sacrificarse por quien se ama.
Amar es dar la vida por quien se ama.
En la sociedad en la que vivimos el amor se ha convertido en un artículo de consumo: amor de telenovela, amor de playboy, amor de vacaciones, amor de una noche...
El amor en la Iglesia y para sus seguidores es una responsabilidad, responsabilidad de crecimiento personal, de crecimiento en el conocimiento y en el amor de Dios y de los hermanos.
Sólo el que deja entrar a Jesús en su vida sabrá y podrá amar como Jesús.
Sólo el que se deja transformar por el Espíritu Santo entenderá y sabrá amar como Jesús.
ORACIÓN UNIVERSAL
Dirijamos, hermanos, nuestras súplicas al Dios de la vida, fuerza salvadora de la Iglesia, a quien podemos invocar por el amor y la misericordia que brotan de su corazón. A cada súplica, digamos:
Dios de amor, escúchanos
- La espiritualidad misionera nos lleva a reconocernos enviados por Dios Padre a comunicar la Buena Noticia del Evangelio. Oremos por el Papa y sus ministros para que, alentados por la fuerza divina, prediquen de palabra y de obra el amor a Dios y al prójimo. Roguemos al Señor.
- Amar a Dios y al prójimo sostienen la Ley entera y los profetas. Pidamos al Señor que, mediante la práctica del amor cristiano, nos veamos libres de la corrupción y de la injusticia que oprimen al forastero, explotan a los más pobres y carcomen el desarrollo integral de los colombianos. Roguemos al Señor.
- Las vocaciones en la Iglesia están antecedidas por el encuentro personal con Jesucristo. Oremos por los hombres y mujeres que experimentan el llamado a consagrar su vida al Señor, para que la docilidad al Espíritu los lleve a responder conforme a la voluntad de Dios. Roguemos al Señor.
- La adhesión a Jesucristo hace posible la transformación de la sociedad. Oremos por los hombres y mujeres que viven en Bogotá y las parroquias rurales de la Arquidiócesis de Bogotá, para que se abran al encuentro renovador con el Señor hasta vencer la enemistad social y construir relaciones basadas en el amor cristiano y la misericordia. Roguemos al Señor.
- Tomar parte en la misión de Jesucristo se realiza de manera particular en las acciones que propenden por el bien y la salud de los hombres. Oremos por los médicos y enfermeros, por los policías y militares, por los guardas de seguridad y tenderos, y por todos aquellos que nos prestan un servicio en este tiempo de pandemia, para que el Señor los libre del Covid-19 y les dé un corazón compasivo para servir con el mismo amor de Jesucristo.
- Salir al encuentro del prójimo significa vencer la indiferencia frente al sufrimiento humano. Oremos por quienes padecen el Covid-19 para que recobren la salud, por quienes han muerto para que el Señor los acoja en su Reino y por quienes afrontan el duelo para que en el Señor de la vida hallen consuelo.
EXHORTACIÓN FINAL
Señor, tú eres nuestra roca y nuestro libertador, nuestro baluarte y nuestra salvación. Acoge las peticiones que tu Iglesia te ha dirigido en el domingo, día en que manifestaste a tu Hijo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte y de toda obra que oprime y esclaviza al ser humano. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.