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La Locura de las Bienaventuranzas

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 “Dichosos los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos los que tienen hambre ahora, porque serán saciados. Dichosos los que lloran ahora, porque reirán…

Enzo Bianchi[1] decía en su meditación sobre las Bienaventuranzas: «tanto ayer como hoy, las bienaventuranzas son y seguirán siendo escandalosas»[2]. Es común que hoy en día uno se proponga cosas totalmente ajenas a las Bienaventuranzas de Jesús: no se busca pobreza, sino riqueza. No se quiere tener hambre. Más bien, se disfruta de la buena comida y bebida. ¿Sobre lo de llorar? ¿Para qué? Si justamente queremos reír y con gusto. Y, por último, ¿cómo es posible encontrar “dicha” en ser odiado? ¿expulsado? ¿injuriado?

Jesús está loco. Es la primera cosa que podríamos pensar al escucharlo hoy. Y es que las palabras de Jesús no son del pasado, sino que son siempre actuales. Son palabras que Él nos dice hoy. Bien decía Benedicto XVI, aquella tarde de agosto del 2011 en la Plaza de Cibeles: «Hay palabras que solamente sirven para entretener, y pasan como el viento; otras instruyen la mente en algunos aspectos; las de Jesús, en cambio, han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida»[3]. Las Bienaventuranzas frente a la cultura de hoy son como el agua y el aceite. Son palabras de locura. Sin embargo, como toda Palabra de Jesús, ella quiere habitar nuestro corazón, arraigar en él y “fraguar”.

¿Seremos locos bienaventurados, “felices”, “dichosos”? O tendremos que escuchar de nuevo a Friedrich Nietzsche[4], aquél profeta de desventuras, diciéndonos: «Mejores canciones tendrían que cantarme [los cristianos] para que yo aprendiese a creer en su redentor. ¡Más alegres tendrían que parecerme los discípulos de ese redentor!»[5] Este artículo se propone: primero, identificar cuáles son las “bienaventuranzas” que la cultura de hoy nos propone y segundo, contrastarlas con las Bienaventuranzas de Jesús: donde dichosos son los pobres, los hambrientos, los llorosos y los odiados.

Las “bienaventuranzas” del mundo de hoy

1° Bienaventuranza Cultural: “el que más tiene más quiere”

No es cuestión de ser críticos con los que han alcanzado riquezas frutos de grandes esfuerzos. En absoluto. Es más, vemos que hoy en día muchos de los “magnates” comparten los frutos de sus riquezas en educación, ciencia, salud, etc. Quizá alguno podría cuestionar que “no comparten lo suficiente”, pero no somos quienes para juzgarlo. Lo que sí está claro, es que hoy se nos propone un materialismo que raya en ridículo.

Tener un auto de lujo, lo último en tecnología, tener la ropa más extravagante, son tan sólo la punta del iceberg de una cultura que propone “el dinero lo consigue todo”. Tanto así, que está muy presente en el lenguaje coloquial la pregunta ¿cuánto ganas? Con un entrelineado que dice: “dime cuanto tienes y te diré quién eres”. Por otro lado, algo más grave es que hoy en día existen casos en que incluso se mata “a sueldo”[6]. O problema como la corrupción, el lavado de activos, el narcotráfico, la usura, etc. Todos estos relacionados con el afán por tener.

A su vez, el ISIS (Estado Islámico) y las atrocidades que está cometiendo en Medio Oriente tienen un entramado de dinero del cual no se es del todo consciente. El 8 de noviembre se hallaron 100 decapitados por los yihadistas en una fosa en Mosul[7]. 18.802 civiles murieron en menos de 2 años a causa de ISIS[8], y contando. Cabe hacernos preguntas: ¿de dónde sacan sus armas? ¿cómo han financiado tan destructiva milicia? ¿a quién venden su petróleo? ¿no será que detrás de su financiamiento hay personas concretas que se lucran vendiéndoles armas o comprando su petróleo en el mercado negro? ¿quiénes son estas personas concretas? ¿cómo es posible que se lucren a precio de sangre? El dinero es el motor que está causando tan terribles muertes y destrucción. A esos que tienen dinero manchado de sangre, Jesús les dice más que a ninguno «¡Ay de vosotros ricos!» (Lc 6, 24).

2° Bienaventuranza Cultural: “a comer y gozar, que el mundo se va a acabar”

Disfrutar ocasionalmente una buena pasta con vino tinto no tiene nada de malo. El problema está si “banquetear” es el único motor de la vida. No hay que olvidar que Jesús condena al “rico epulón” justamente porque “banqueteaba cada día espléndidamente” y tenía al pobre Lázaro siendo consolado por perros a pocos metros de sí (Lc 16, 19-31). Esto nos lleva a un problema importante de hoy en día: la hambruna. 

El Programa Mundial de Alimentos (ONU) indica que “1 de cada 8 personas en el planeta va a la cama con hambre cada noche”, esto es, aproximadamente 795 millones de personas[9]. Las causas varían: falta de inversión agrícola, un mal clima y tiempo, guerras, desplazamientos, inestabilidad de los mercados, etc. Pero la causa más alarmante de la hambruna es el desperdicio alimenticio. Un tercio de todos los alimentos producidos (1.3 mil millones de toneladas) no es consumido nunca[10]. Y el Papa Francisco nos dice: «¡La comida que se tira es como si fuera robada de la mesa de los pobres y de los hambrientos»[11].

3° Bienaventuranza Cultural: “quien de todo se ríe, es el que bien vive”

Ver una buena comedia con los amigos y bromas inocentes no hacen daño a nadie. Es sano reír y disfrutar de momentos con los amigos. ¡es cristiano alegrarse! Más, quisiera hablar de un tema muy actual de hoy en día relacionado no con la alegría, sin con la burla: el “bullying”.

El bullying abarca un acoso de todo tipo: físico, verbal, psicológico y social. Más, lo preocupante es que todo esto ocurre en la mayoría de casos porque el acosador quiere llamar la atención de los otros sobre el acosado. Es una burla que recae sobre la víctima. Se trata de “risas destructivas” a costa de la humillación del otro. ¿Resultado? 200 mil personas se suicidan al año a causa del “bullying”[12]. ¡y la mayoría jóvenes!

4° Bienaventuranza Cultural: “Hazte fama y échate a la cama”

Una cosa es ser querido, estimado y rechazar las denigraciones y calumnias. Es propio de una cultura de respeto, justicia y amor cristiano. Sin embargo, en un mundo donde las redes sociales ocupan un papel predominante, hoy vemos una cultura acérrima de querer aparentar lo que no somos. Un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona estableció: «los jóvenes usuarios de las redes sociales en España prefieren construirse un personaje para tener buena imagen en estos foros que fomentar el diálogo»[13]. Es tal la búsqueda de la fama, que se la quiere conseguir incluso construyendo una falsa imagen de sí mismo. ¿De qué sirve la fama? «Vanidad de vanidades, ¡todo es vanidad!» (Ecl 1, 2) 

Por otro lado, hoy sobran de aquellos que por vergüenza esconden su fe. No quieren ser vistos entrando en una Iglesia. Hacen la señal de la Cruz a medias. Hablan de Dios como “aquél al que mi abuela le reza”. Católicos que hoy, dejan su fe en el templo y en su casa para no ser mal vistos. Jesús fue claro: «Todo aquél que se avergüence de Mí y de mis palabras, yo me avergonzaré de él» (Lc 9, 26).

 

Los Bienaventurados de Jesús

Cuando Jesús piensa en la dicha, no la piensa en términos terrenales (ahí está la “locura”). Jesús tiene otro concepto para la felicidad. Ésta no excluiría los sufrimientos, sino que más bien, le darían un nuevo sentido. El monje benedictino belga Jacques Dupont nos dice que ese concepto de felicidad cristiana implicaría tres cosas: tener un porvenir por delante, cumplir hoy con ciertas condiciones y apoyarse en alguna cosa que ya ha pasado[14].

El porvenir por delante del cristiano, es justamente aquellas promesas que siguen a cada Bienaventuranza. De los pobres es el Reino de los Cielos. Los hambrientos serán saciados. Los que lloran, reirán. Los odiados por causa de Cristo tendrán recompensa. Y justamente esas son las “condiciones presentes” de esos bienaventurados: son personas pobres material o espiritualmente. Son personas hambrientas tanto de pan como de justicia. Son personas que lloran por los sufrimientos del mundo presente. Y son personas que, por seguir a Cristo con radicalidad, son perseguidos – en algunos casos, inclusive, hasta el martirio.

Y sobre el último aspecto del concepto de felicidad que propone Dupont: ¿qué es “lo que ya ha pasado” y que nos trae la dicha? Que el porvenir dichoso que prometen las bienaventuranzas se han hecho realidad presente en la persona de Jesús[15]. Jesús ya es en Persona ese Reino de los Cielos presente, esa hambre saciada, aflicción consolada y persecución recompensada. Es decir, no sólo “serán” bienaventurados, sino que ya lo son.

“De los pobres es el Reino de Dios”

Mateo los llama pobres “de espíritu”, pero Lucas los llama simplemente “pobres”. No hay que alarmarse. Uno acentúa más la pobreza en un sentido espiritual y el otro en sentido social, pero el fin sigue siendo el mismo. Como dice el P. Raniero Cantalamessa[16]: el verdadero pobre evangélico (y al que se dirige Jesús) es aquél que ha apostado absolutamente todo por Dios, en la fe[17]. Es decir, es “pobre” el humilde que pone toda su confianza en Dios, independientemente que su pobreza sea material o espiritual. En palabras simples: Carlos Slim y Bill Gates pueden alcanzar el Cielo siendo “pobres espirituales”. Siendo “humildes” (lo que no los exenta de su deber de también ser generosos materialmente). Y también pueden alcanzar el Cielo “pobres materiales” que ponen toda su confianza y esperanza en Dios.

“Los hambrientos serán saciados”

Mateo los llama “hambrientos de justicia”. Lucas los llama “hambrientos”. Como el caso anterior, ambos evangelistas se confirman mutuamente. Los pobres materiales tienen hambre de alimento, pero también de justicia. En la parábola del rico epulón antes mencionada, Lázaro estaba hambriento y «deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico» (Lc 16, 19-31). Era un hambre de alimento y de justicia. Era justo que recibiese algo: ¡Moría del hambre! Más, hay un trágico final para el rico: Lázaro es saciado en el seno de Abraham y el rico sufre los tormentos del infierno. ¿Qué pasó? Se voltearon los papeles. Lázaro estaba hambriento y ahora es saciado. El rico era saciado y ahora está hambriento.

 

¿Qué pide pues, Jesús? ¡Tener hambre de Él! Quien tiene hambre, como el pobre, abre sus brazos para recibir lo que venga. Como decía un monje cartujo: «Dios no necesita en modo alguno de nuestras riquezas, pero necesita de nuestra pobreza, la única que nos permite acoger sus dones, su amor, a Él mismo»[18] Seamos pobres y hambrientos de Él para recibirlo con acogida en nuestra necesidad.

“Aquellos que lloran, reirán”

Hay lágrimas por los sufrimientos de esta vida. En la oración de la Salve, a María rezamos “en este valle de lágrimas” que es nuestra vida terrena. Nosotros evitamos llorar y no nos gusta ver llorar a los demás. Dios, en cambio, mira con “solicitud particular”[19] a los que lloran en sus sufrimientos. No aparta su mirada del que llora. El indefenso lloroso lo conmueve y a ellos quiere consolar en el Reino de los Cielos.

Hay también lágrimas a las que el P. Cantalamessa llama “las lágrimas más bellas”. Son las lágrimas de cuando «gustamos y vemos cuán bueno es el Señor» con nosotros (Sal 34, 9)[20]. Cuando nos topamos con su infinita bondad y, entre lágrimas, damos gracias alegremente.

“Los odiados por mi causa, hallarán recompensa”

Tanto Lucas como Mateo, predican su Evangelio a cristianos que son perseguidos, en ocasiones, hasta la muerte. Bien lo advirtió Jesús: «Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán» (Jn 15, 20) Les es prometida la recompensa al que sufre persecuciones a causa de Jesús. Y eso es motivo de alegría. Cuando los apóstoles son azotados y conminados a no hablar de Jesús, ellos no se desmotivan. Todo lo contrario: «salieron (…) regocijándose de que hubieran sido tenidos por dignos de padecer afrenta por su Nombre.» (Hc 5, 41) No es que sean masoquistas, sino que tienen consciencia que esas persecuciones les harán gozar de los bienes eternos.

 

Conclusión

A lo largo de este artículo, hemos podido ver que la cultura actual nos propone vivir lo contrario a las Palabras de Jesús. Las Bienaventuranzas a las que el Señor nos invita, son un camino largo y a la vez estrecho. Un camino lleno de dificultades, pero con la meta clara como el agua: este camino estrecho nos llevará a la dicha. El camino amplio nos llevaría a la ruina.

A su vez, es necesario dejar en claro que Jesús no es ajeno a lo que pide vivir en las Bienaventuranzas. El Señor vivió las Bienaventuranzas en carne propia. Cuando miramos a Cristo crucificado, vemos a las Bienaventuranzas hecha vida. En la Cruz Jesús es odiado. En la Cruz Jesús llora. En la Cruz Jesús tiene hambre. En la Cruz Jesús es pobre. Pero lo que prima: en la Cruz Jesús es feliz porque nos está amando y reconciliando. Seamos pues como Él: locos y bienaventurados en la Cruz.

 

[1] Religioso nacido en Italia en 1943. Fundador de la Comunidad Monástica de Bose y autor de numerosos libros de exégesis y espiritualidad.

[2] Bianchi, Enzo: “Jesús y las Bienaventuranzas”. Sal Terrae, Santander 2012.

[3] Benedicto XVI en Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, España, el 18 de agosto del 2011.

[4] Filósofo ateo alemán del siglo XIX. Una de sus frases más conocida fue “Dios ha muerto”.

[5] Nietzsche, Friedrich: “Así habló Zaratustra”, Alianza Editorial, Madrid. 2011.

[6] El “sicariato” se ha vuelto común y es el pan de cada día en algunos países de America Latina.

[7] http://www.elpais.com.uy/mundo/hallan-fosa-decapitados-yihadistas-isis…

[8] http://internacional.elpais.com/internacional/2016/01/19/actualidad/145…

[9] Programa Mundial de Alimentos: http://es.wfp.org/hambre/datos-del-hambre

[10] Ibíd.

[11] S.S. Francisco en Audiencia General del 5 de junio del 2013

[12] Mediación y Violencia: http://mediacionyviolencia.com.ar/bullying-segun-las-ultimas-estadistic…

[13] Soriano, Jaume & Gutiérrez María: “Interculturality and communicative rationality: young migrants and their relationships in the online social networks in Spain”. Diciembre 2014.

[14] Dupont, Jacques. “El mensaje de las Bienaventuranzas”. Editorial Verbo Divino. Navarra, España. 1990.

[15] Ibíd.

[16] Predicador de la Casa Pontificia. Nació en Italia en 1934 y pertenece a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos.

[17] Cantalamessa, Raniero. “Las Bienaventuranzas”. Cruzgloriosa.org.

[18] A.A. “El Camino de la Verdadera Felicidad”. Sabiduría de la Cartuja. Editorial Monte Carmelo. Burgos, España. 2005. Pg. 90.

[19] Ibíd. Pg. 96.

[20] Cantalamessa, Raniero. “Las Bienaventuranzas”. Cruzgloriosa.org.

 

 

 

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