Llamados a Evangelizar
Como Iglesia, todos tenemos el mismo llamado y la misma misión universal: Evangelizar. Evangelizamos con nuestro testimonio de discípulos misioneros, precisamente porque hoy se les cree más a los testigos que a los “maestros”, a la experiencia que, a la doctrina, a los hechos que a la teoría.
En medio de un ambiente hedonista
El reto que se impone a este llamado universal es el de anunciar en medio de un ambiente hedonista caracterizado por el relativismo moral, por la inversión de los valores fundantes de la convivencia humana, lo cual tiene un efecto demoledor sobre la vida familiar, sometiéndola a diversas situaciones de crisis, a dolorosas rupturas y a pérdida de vínculos fundamentales.
Para vivir la misión de la Iglesia en familia
La familia es obra de Dios, es presencia de Dios que manifiesta su amor y su ternura. Es más, la obra misionera de Jesucristo comienza por la encarnación realizada en un contexto de familia. Por esto, la familia es la mediación primera y más importante para llegar al hombre concreto, en sus etapas y situaciones de vida.
La misión en la familia se vive a partir de una vocación que se concreta en la unión de una pareja madura y con capacidad de entrega mutua, para formar un “nosotros” y generar vínculos de sangre, de pertenencia, de afectividad, de sentido de vida, de bien común, de comunidad de vida y amor.
Es por todo esto que la familia cristiana no solamente es destinataria de la evangelización, sino que, por su relación con Jesucristo y con la Iglesia, tiene una misión testimonial al interior de la misma Iglesia y en la sociedad.
En nuestra Iglesia misionera, la familia es evangelizada y misionera. En el seno de una familia misionera brotan las vocaciones de vida que se concretizan en la consagración, en la vida de servicio, en el compromiso social y en nuevas uniones matrimoniales.
La familia "misionera" tiene un derecho- deber, una especial misión, pues en la familia y desde ella, cada miembro y todos unidos están enviados a evangelizar. Fiel a Jesucristo en el cumplimiento de su misión y a través de ella, la familia crece y se santifica por los sacramentos del bautismo y del matrimonio.
La familia cumple su labor misionera al formar una comunidad de personas, al estar al servicio de la vida, al participar en el desarrollo de la sociedad y, al participar en la vida y misión de la Iglesia para colaborar en la edificación del Reino de Cristo en la historia. La Familia se convierte en Comunidad de Santificación pues en ella se enseñan los valores y las virtudes del Reino.
"(…) en el amor conyugal y familiar - vivido en su extraordinaria riqueza de valores y exigencias de totalidad, de unicidad, fidelidad y fecundidad es en donde se expresa y realiza la participación de la familia en la misión profética, sacerdotal y real de Jesucristo y de su Iglesia. El amor y la vida constituyen por lo tanto el núcleo de la misión salvífica de la familia cristiana en la Iglesia y para la Iglesia" (fc 50).