Pasar al contenido principal

#Evangelio - El designio amoroso de Dios realizado por el envío del Hijo y el envío del Espíritu Santo

https://arquimedia.s3.amazonaws.com/28/evangelio-dominical/17062019jpg.jpg

Al finalizar las celebraciones de la Pascua, el calendario litúrgico retoma las semanas del llamado ‘Tiempo durante el año’ en las cuales la Iglesia hace presente y…

El paso de la celebración de la Pascua a las semanas del Tiempo durante el año se hace a través de cuatro celebraciones: la Santísima Trinidad, el Cuerpo y Sangre de Cristo, Cristo Sacerdote y el Sagrado Corazón. Estas fiestas se suelen presentar como ‘misterio’, y este término en ocasiones nos lleva a pensar en algo como un enigma o un desafío a la lógica.

En las últimas décadas en la Iglesia se ha venido recuperando el sentido original del término misterio. En las cartas de San Pablo se llama misterio al proyecto de salvación de Dios para el mundo (ver Efesios 1, 3-9; Colosenses 1, 24-27), este proyecto o designio se realiza por la intervención de Dios en la historia de la humanidad de modo que la salvación se viene cumpliendo en la vida de cada persona creyente.

En la ejecución o realización del plan de Dios en la historia hay algunos acontecimientos que introducen nuevos elementos dentro del diálogo de salvación entre Dios y el hombre, estas ‘novedades’ se suelen llamar también misterio; es así como en la Iglesia se habla del misterio de la Encarnación, del misterio de la Trinidad, del misterio de la Eucaristía.

La celebración de este domingo, la solemnidad de la Santísima Trinidad, más que poner a la Iglesia ante un reto a la razón, es ocasión para contemplar la salvación de la humanidad como el desarrollo de un designio amoroso de Dios en la historia. La oración colecta de la misa de hoy ofrece una síntesis de este proyecto: «Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu de santificación, revelaste a todos tu misterio admirable».

Se comprende, entonces, que el designio salvífico de Dios se realiza en la historia de la humanidad por el envío al mundo del Hijo –la Encarnación– y su misión entre los hombres; cuando Jesús de Nazaret cumple cabalmente su misión en el mundo, el Padre nos envía el Espíritu –Pentecostés– para que continúe en la historia la misión de Jesús.

En el texto del evangelio de la misa de este domingo (Juan 16, 12-15) se anuncia en primer lugar la terminación de la misión de Jesús; el tiempo de Jesús conviviendo con los discípulos llega a su fin, entonces viene su silencio: «Muchas cosas me quedan por decirles, pero no pueden cargar con ellas por ahora».

Al llegar el final de la misión de Jesús de Nazaret ocurre el envío del Espíritu y empieza su misión: «Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena».