Su familia decide donar su corazón al hombre que verán con camiseta negra, quien es el único que logra calmar al llanto de un bebé, que casualmente resulta ser el hijo de su donante. Esta es una campaña china para promover la donación de órganos. Y me pareció propicio compartir a partir de este tema, algunas reflexiones.
Donación de órganos, de vida y de amor
Personalmente he tenido la experiencia de encontrarme con muchas personas durante mi práctica profesional que han sido donantes y también receptores de órganos. Ha sido muy bonito evidenciar cómo para los primeros es algo que los marca profundamente por haber podido contribuir a mejorar la salud, incluso en muchos casos a salvar una vida de alguien con una condición muy frágil y con posibilidades de fallecer. Y para los segundos es como volver a nacer, y cuando hay fe de por medio es visto como una manifestación del Amor y de la Providencia divina que les ofrece una segunda oportunidad de vida.
Hay quienes se preguntan si donar órganos es una buena idea, a pesar de ser hoy en día científicamente posible, moralmente válido y coherente con la doctrina católica. Ciertamente es una realidad que ha exigido un adecuado discernimiento para ser juzgada en los últimos años, fundamentándose en los principios esenciales de la fe. Pienso que ha sido esencial entenderlos desde una lógica de misericordia, como un acto heroico de amor, de sacrificio, servicio y generosidad. Finalmente, la conclusión y la propuesta de la Iglesia Católica es respaldar y estimular la generosidad de los donantes de órganos dentro de un contexto apropiado; siempre y cuando también se respete la dignidad del donante y del receptor y sea un acto libre.
Qué dice la Iglesia exactamente sobre la donación de órganos
Es cierto que cuando se trata de órganos esenciales para la vida, se ha contemplado que el donante haya expresado su deseo de donar durante su vida o lo pueda delegar a su familia en caso de que él no pueda expresarlo. Además es necesario que en el final de su vida no se haya hecho intervenciones que lo hayan precipitado ni motivado por el fin de la donación.
También es importante entender que hay posibilidad de hacer donaciones en vida, de órganos y tejidos con los cuales se puede continuar una vida normalmente. Principalmente esto puede suceder entre familiares que son más compatibles en sus órganos, pero no necesariamente, lo cual lo hace aún más generoso.
En el Catecismo 2296 se encuentra que «El trasplante de órganos es conforme a la ley moral si los daños y los riesgos físicos y psíquicos que padece el donante son proporcionados al bien que se busca para el destinatario. La donación de órganos después de la muerte es un acto noble y meritorio, que debe ser alentado como manifestación de solidaridad generosa. Es moralmente inadmisible si el donante o sus legítimos representantes no han dado su explícito consentimiento. Además, no se puede admitir moralmente la mutilación que deja inválido, o provocar directamente la muerte, aunque se haga para retrasar la muerte de otras personas».
También ha estado presente en las enseñanzas de los últimos pontífices, como Juan Pablo II lo destacó en una oportunidad «un auténtico acto de amor». Resaltando la importancia de no perder de vista la dignidad del ser humano para no verlo como un órgano enfermo o como un objeto.
Y es que quien dona un órgano no pierde su integridad ni algo esencial de su dignidad, así como quien lo recibe no cambia en su esencia. La realidad corporal, los tejidos y los órganos están subordinados a la dignidad de la persona entendida como una unidad más amplia, que no es solo cuerpo, sino alma y espíritu.
Mientras tanto los invito a que piensen, estando con salud y vida, si desearían en caso de que al terminar sus vidas y fueran aptos, donar órganos a otros. Es algo que puede impactar y cambiar vidas, no solo en quien los recibirá sino en los que lo rodean. ¿Aceptarías?, ¿qué piensas sobre este tema? Déjanos conocer tus opiniones en los comentarios.
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