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CRISTO REY DEL UNIVERSODomingo, 22 de noviembre de 2020

MONICIÓN DE ENTRADA

 Queridos hermanos: La fiesta de Cristo Rey del Universo antes se celebraba el último domingo de octubre, desde el año 1925 en que la instituyo el papa Pio XI. Pero en la reforma de Pablo VI, en 1969 se trasladó al último domingo del año cristiano, el domingo 34 del Tiempo Ordinario.

 La celebración de hoy, sobre todo los textos de las lecturas, oraciones y cantos, nos ayuda a todos a entrar en el ministerio de esta fiesta y ver nuestra historia como un proceso del Reino que todavía no se manifiesta, pero que se está gestando y madurando hasta el final de los tiempos.

 Con nuestra mirada puesta en el fin de los tiempos, celebremos con fe y esperanza nuestra misa de hoy. De pie y cantamos …

 

MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA

 Las lecturas de hoy ponen ante nuestra mirada la figura de un rey – pastor que se desvive por su rebaño. En Ezequiel, Dios es el pastor de su pueblo, al que cuida, alimenta y protege. En el evangelio, Jesús es rey y juez que, como el pastor que separa las ovejas de los cabritos, en su venida al final de los tiempos juzgara a todos según el amor que cada no ha mostrado con los más pequeños. El destino de los benditos del Padre es la vida eterna, inaugurada por Cristo con su resurrección. Escuchemos con atención.

 

PIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Ezequiel 34,11-12.15-17:

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar.

El Señor es mi pastor, nada me falta

Me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas;

me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

El Señor es mi pastor, nada me falta

Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa.

El Señor es mi pastor, nada me falta

Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios 15,20-26.28:

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Palabra del Señor.

 

HOMILÍA

Érase una vez un niño que vivía en una residencia para niños huérfanos. A la hora de la comida el encargado siempre bendecía la mesa con estas palabras: "Ven Señor Jesús, sé nuestro huésped y bendice nuestra comida".

Después de escuchar muchas veces la misma oración el niño le dijo: "Siempre le pide a Jesús que venga, pero nunca viene. ¿Vendrá algún día?

El encargado le dijo: "Si lo quieres de verdad, vendrá".

El niño dijo: "Yo sí quiero que venga, voy a poner una silla junto a la mía para que pueda sentarse cuando venga".

Aquella misma tarde, alguien llamó a la puerta, era un hombre mayor, mal vestido, helado y hambriento. El encargado le invitó a cenar y a sentarse en la silla vacía. El hombre se sentó y el niño le pasaba la comida y compartía con él su mismo plato.

El niño dijo al encargado: "Probablemente Jesús no podía venir y ha enviado este hombre en su lugar".

El Jesús de Nazaret que predicamos en los templos, que para nosotros es tan real y está tan presente en nuestras vidas, ese Jesús ya vino. Ahora viene de mil maneras y todas muy sorprendentes.

Como dice el niño de la historia: Jesús no ha podido venir y ha enviado a este hombre en su lugar.

El evangelio de Jesús siempre nos recuerda su nueva presencia en este mundo tan turbulento, y nosotros más que olvidarlo nos desentendemos, y cerramos los ojos para no verle.

Su presencia es tan molesta e inaceptable que ni las ovejas ni las cabras de la parábola ni las de la vida real saben reconocerla.

Nosotros, muchísimas veces, nos hemos quedado con la presencia del Jesús de las magníficas estatuas, de los cuadros de los grandes pintores y de las estampitas que nos repartimos. Lo hemos convertido en pura decoración, en un jarrón de flores artificiales. Flores que no hay que regar ni alimentar con abono, flores para siempre. Pero flores que no huelen, que no se reproducen, que no mueren. Simplemente en flores artificiales, adorno barato que nada nos pide.

Las flores de verdad son hermosas, huelen bien, se reproducen, mueren y son molestas porque exigen atención, dedicación y muchos cuidados.

El Jesús que vive en medio de nosotros, presente "en uno de estos mis humildes hermanos" no es un jarrón de flores artificiales, es un rebaño de pobres y marginados, rebaño que necesita alimento, seguridad, duchas, compañía y amor.

"Los pobres, dice Jesús, siempre los tendréis entre vosotros", son la presencia viva e incómoda de Jesús.

Este evangelio es tan fácil de entender que el mismo predicador tendría que callarse para no mentir y contaminarlo con sus palabras, tal vez sea él el que menos lo pone en práctica.

Parafraseando a Mark Twain podríamos decir: no son los evangelios que entiendo los que me quitan el sueño, me molestan y quitan el sueño los que entiendo como éste.

Este evangelio crea en mí tan mala conciencia que más que parlotear debería hacer silencio, interiorizarlo, creérmelo y ponerlo en práctica.

En los hombres de hoy la empatía se ha erosionado tan alarmadamente que, ya no somos sujetos compasivos. Ya hemos agotado nuestra ración de compasión, de servicios sencillos, de gestos amables...

Todos los días tomamos decisiones, unas insignificantes: tomar un café con leche o un cortado y otras importantes: unos eligen ser seguidores de Jesucristo, pero se niegan a ver a Jesucristo presente en los pobres, otros eligen a los pobres, filántropos convencidos, pero no eligen a Jesucristo. Es la historia de los hombres religiosos y de los hombres sin religión.

¿Preferirá Dios a los segundos? ¿Serán estas las verdaderas ovejas de Jesucristo?

La religión organizada siempre tiene algo de moneda falsa. Es una moneda con una sola cara. La religión verdadera es siempre una moneda con dos caras: la cara de Dios y la cruz de la opción por Él y la opción preferencial por los pobres.

La Iglesia, la esposa de Cristo, tiene que religarnos con Cristo y con los hermanos, especialmente los pobres, los lejanos, los indiferentes...y no puede prostituirse aliándose con los poderosos y sus partidos políticos. Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, qué bien suenan estos títulos, me gustan, pero sepan todos ustedes que el título de rey es el que menos le pega a Jesús de Nazaret.

Jesús es el anti-rey por excelencia, echó a correr cuando, los agraciados con sus milagros quisieron hacerle rey. Empezó a reinar desde la impotencia de la cruz.

"Nunca hemos dado nada hasta que hemos dado todo", hasta que entreguemos la vida por puro amor.

Jesucristo, para nosotros sus seguidores es el único modelo a imitar.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

A cada petición contestaremos: 

“Venga a nosotros tu reino, Señor”

  1. Por el Papa, los obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, para que cuiden el rebaño a ellos encomendado y busquen a los descarriados. Roguemos al Señor...
  2. Por nuestra comunidad, nuestra parroquia y nuestra diócesis, para que Jesucristo sea modelo y ejemplo de nuestra actuación. Roguemos al Señor...
  3. Por los pobres y necesitados, para que sepamos descubrir a Cristo Jesús en el rostro de la persona maltratada y necesitada. Roguemos al Señor...
  4. Por cada uno de nosotros, para que reconozcamos a Jesucristo como Rey de nuestras vidas y nuestros corazones. Roguemos al Señor...
  5. Por nuestros jóvenes, para que de entre ellos surjan las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Roguemos al Señor...

  

EXHORTACIÓN FINAL 

Bendito seas, Padre, porque constituiste a Cristo resucitado

como Señor y Rey de la creación, como juez de vivos y muertos.

Tú eres el Dios santo, tú eres la luz, amor, ternura y misericordia;

y nosotros somos tiniebla, egoísmo, dureza, frialdad y violencia.

No obstante, tú nos quieres a todos tus hijos tal como somos,

pero nos mandas amamos unos a otros como Cristo nos amó.

Nos cuesta mucho, Señor, ver a Jesús en los pobres,

en los marginados, en los rudos, antipáticos y maleducados.

Haznos ver en ellos la cara oculta del Cristo sufriente.

Enciende nuestros corazones con el fuego de tu palabra

y danos tu espíritu de amor que nos transforme por completo

para que, amando a todos, aprobemos tu examen final.

 

Amén.