“Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf Ritual de la Confirmación, Prenotandos 1). En efecto, a los bautizados "el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma quedan obligados aún más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11; cf Ritual de la Confirmación, Prenotandos 2)”
Es el momento en que la persona por decisión propia y en libertad se une conscientemente al amor de Jesucristo que nos fue dado en el Bautismo cuando éramos pequeños, en el amor de nuestros Padres para transmitirnos la fe. Así, nos es dada la oportunidad de declararnos por Jesucristo que ha dado su vida por nosotros, para que tengamos vida en abundancia (Jn 10, 10) es decir, vida eterna que se le da a todo el que cree en Él.