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9-may.-2024, jueves de la 6.ª semana de Pascua

«Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría»

Despertando a una nueva esperanza, a iniciar caminos de ilusiones y anhelos de hacer nuestras labores cotidianas con el deseo que cada obra sea bendecida en tu amor y bondad y con la seguridad de contar con tu presencia. Un día para darte gracias por el don de la salud y el bienestar. 

Es hora de iniciar el camino de buenas obras y acciones y meditar en tu palabra: en tu discurso de despedida vamos escuchando palabras que nos inquietan, pero al mismo tiempo nos alegran.  Dentro de poco ya no te veremos y, aunque la separación no será definitiva, nuestro ser de humanos lleva la tristeza de tu partida física, pero estamos esperanzados en lo que nos aseguras: «yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo»; así todo será verdadera felicidad, la tristeza dará paso a la alegría. 

Gracias, Señor, por darnos tu consuelo y la alegría de saber que todo lo difícil será fácilmente llevadero. Cambiarás nuestro llanto en felicidad. Concédenos tu Espíritu Santo para ser testigos alegres de tu evangelio, de modo que lo proclamemos con notas de esperanza y de vida plena a los que quieran ver luz en su camino. Te bendecimos y te glorificamos para darte gracias. Amén. 

Un muy feliz, alegre y vocacional jueves de fraternidad y solidaridad. 

Pensamientos para el Evangelio de hoy

* «Primero, ofreció su sacrificio aquí en la tierra, cuando sufrió la más acerba muerte. Luego, cuando revestido de la nueva vestidura de la inmortalidad entró por su propia sangre en el santuario, o sea, en el cielo, presentó ante el trono del Padre celestial aquella sangre de inmenso valor, que había derramado una vez para siempre en favor de todos los hombres, pecadores» (san Juan Fisher).

* «Tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos, en cambio, al Señor nuestros sepulcros sellados para que Jesús entre y los llene de vida. Él desea venir y tomarnos de la mano para sacarnos de la angustia» (Francisco).

* «Cristo afirmó antes de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (cf. Hch 1,6-7) que, según los profetas, debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 672).

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.