Pasar al contenido principal

7-abr.-2024, domingo de la Octava de Pascua

Domingo de la divina misericordia

Domingo para darte gracias por tu infinita misericordia, por tu amor y tu bondad. Especialmente por darnos el don de la fe. La fe se da siempre en el seno de una comunidad. No te podemos reconocer en la soledad sino en la relación con nuestros hermanos. Somos nosotros, en nuestras familias, nuestros trabajos o actividades como vamos haciendo el camino de la fe, apoyándonos unos a otros, poniendo en común las dudas y las dificultades, los hallazgos y las seguridades. Qué hermoso cuando tenemos la generosidad y la seguridad de poder hacer el bien a nuestros hermanos, de tener todo en común —y todo en común es nuestro corazón y nuestros sentimientos—, lo que podamos hacer los unos por los otros. Nuestra oración va siendo solidaria en la medida en que oramos los unos por los otros; nuestro amor hacia ti, Señor, va siendo generoso en la medida en que lo compartimos con nuestros hermanos. Es la lección que nos dejas en la lectura de este día. Pero también nuestro compromiso debe ir más allá. Nuestra fe debe estar bien firme; así lo hiciste ver a los discípulos y hoy a nosotros.

Le fe en tu resurrección no fue algo conseguido en un abrir y cerrar de ojos. Fue un proceso en el que los discípulos fueron creciendo juntos. Tú te hiciste presente en medio de ellos, les hablaste al corazón, los confirmaste en la fe. Todos se sentían más seguros. Todos, menos Tomás, que en su duda, quiere estar seguro. Por eso quiere ver la señal de los clavos y meter su dedo en tu costado; quiere estar seguro de seguir a Jesús y no a un fruto de su imaginación; lo vio y creyó. Permítenos, Señor, que sin ver podamos creer firmemente en tu Resurrección, en tu camino de amor y felicidad. Que podamos creer en nosotros mismos, en tus palabras y sentimientos y nuestros hermanos de igual manera crean. Crean en tu bondad, en tu esperanza, en tu Caridad. Hoy te pedimos que nos regales LA PAZ, LA ALEGRÍA Y —sobre todo— EL ESPÍRITU SANTO que diste a tus discípulos. Amén.

Un muy feliz y misericordioso Domingo bendecidos en el amor del Señor.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.