Pasar al contenido principal

4-may.-2024, sábado de la 5.ª semana de Pascua

Abrimos los ojos y comenzamos a contemplar un bello amanecer en este fin de semana.

Abrimos los ojos y comenzamos a contemplar un bello amanecer en este fin de semana. Gracias, Señor, porque tenemos la ocasión de poder descansar luego de las labores y rutinas de la semana que hemos terminado dándote gracias por todo lo bueno que hemos recibido y los momentos de dificultad que tuvimos, pero que gracias a tu bondad los hemos superado sobre todo porque hemos podido contar con tu presencia y compañía.

Te alabamos y te damos gracias en la fiesta de tus apóstoles Felipe y Santiago. Por medio de ellos hemos recibido el testimonio que muchos llegaron a conocer: que Tú resucitaste y vives para siempre. Ayúdanos para que también nosotros seamos buenos testigos de tu Resurrección por la forma cómo vivimos nuestra vida, aun cuando seamos imperfectos y débiles, para que la gente encuentre, por medio de nosotros, el camino hacia el Padre celestial.

En tus apóstoles encontramos la fortaleza que tuvieron Felipe y Santiago para anunciarte valientemente con sus ejemplos de vida, de servicio y de entrega. Nuestra madre santísima sea nuestra intercesora y protectora A ella te confiamos nuestras vidas, las de nuestras familias y todos aquellos con los que nos encontraremos en nuestro diario vivir. Amén.

Un muy feliz y testimonial fin de semana rodeados en amor y amistad.

Nuestra tradición de primer sábado de mes: Santo Rosario y Eucaristía por nuestros enfermos y familias.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

La enseñanza del Evangelio es clara: se debe rezar siempre, también cuando todo parece vano, cuando Dios parece sordo y mudo y nos parece que perdemos el tiempo. Incluso si el cielo se ofusca, el cristiano no deja de rezar. Su oración va a la par que la fe. Y la fe, en muchos días de nuestra vida, puede parecer una ilusión, un cansancio estéril. Hay momentos oscuros, en nuestra vida y en esos momentos la fe parece una ilusión. Pero practicar la oración significa también aceptar este cansancio. “Padre, yo voy a rezar y no siento nada… me siento así, con el corazón seco, con el corazón árido”. Pero tenemos que ir adelante, con este cansancio de los momentos malos, de los momentos que no sentimos nada. Muchos santos y santas han experimentado la noche de la fe y el silencio de Dios —cuando nosotros llamamos y Dios no responde— y estos santos han sido perseverantes. En estas noches de la fe, quien reza nunca está solo. (Audiencia general, 11 de noviembre de 2020)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.