Bendecido inicio de jornada en la cual damos gracias a Dios por otro nuevo día para vivirlo y disfrutarlo, realizando nuestras labores cotidianas. Nos levantamos a tomar alegremente nuestra cruz no como sacrificio doloroso sino como cruz de servicio y amor incondicional. Que esta jornada dedicada a venerar tu santa cruz sea para nosotros motivo de agradecimiento.
(Jn 3, 14-15). Aquella serpiente de bronce era una figura de Jesús elevado sobre la cruz. Podríamos preguntarnos: ¿por qué has tomado esta figura? Sencillamente porque has venido para tomar sobre ti todos nuestros pecados y te has convertido en el pecador más grande sin haber cometido ninguno. Te has hecho hombre y has asumido el pecado.
Pablo nos dice: ‘Él se ha hecho pecado por nosotros’; retomando la figura, ‘Él se ha hecho serpiente’. Él se ha hecho pecador para salvarnos. Asimismo, explica a los filipenses este misterio: “Aun siendo de condición Divina se despojó a sí mismo, asumiendo una condición de siervo. Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte en la cruz”. Tú nos dices: “el que quiera seguirme, tome su cruz y sígame”. Queremos tomar la cruz y pedirte que su carga no sea motivo para renunciar a ella, sino para pensar que ella lugar del sacrificio redentor y causa de nuestra salvación.
Cuando te miramos en la cruz, debemos verte ensangrentado por nuestros pecados. Éste es el camino que has tomado para vencer a la serpiente en su campo. Mirar tu cruz, no para ver aquellas obras de arte bien pintadas, sino para mirar la realidad, lo que era la cruz en aquel tiempo, no como cruz de humillación y derrota, sino como cruz de glorificación y victoria.
Así como santa Elena encontró la cruz, haz que encontremos la nuestra para amarla y cargarla. Gracias. Señor, por tu entrega en la cruz. Gracias, Señor, por habernos llamado y ante todo por Nuestra Madre a quien honramos y pedimos su protección. Amén.
Feliz y bendecido martes, tomando nuestra cruz como signo de vida y de amor, de sacrificio y de entrega.