Qué bella es la vida cuando podemos vivirla con alegría, en fe y esperanza y sin temores; qué hermosos son los sentimientos que expresan agradecimiento y qué grato poder servir sin temor. Hoy nos estás invitando, Señor, a que nos despojemos de nosotros mismos, de nuestros prejuicios y que no tengamos miedo de nada; que el único miedo que debemos tener es el que daña el alma: la mentira, la falsedad, la hipocresía, el egoísmo, el engaño. Es decir, todo aquello que llevamos en nuestro corazón y que hace que perdamos lo más valioso de todo: tu gracia y tu amor. Hoy tenemos en nuestros corazones sentimientos para saber cómo podemos creer y orar, vivir y morir.
Ayúdanos a confiar en ti, en nosotros mismos, en nuestros hermanos. Danos certeza de que la vida vale la pena vivirla, que el amor y la justicia son para compartirlos y que tú nos llevas a tu futuro prometido. Danos la fuerza y la fortaleza. Líbranos de nuestros temores y de nuestra autocompasión, y danos el valor de enfrentar la vida con la fe y esperanza. Ayúdanos a abandonar nuestras preocupaciones, nuestra actitud de competición y desconfianza de unos contra otros, y nuestra vacilación para defenderte y apoyarte a ti y a todo lo bueno. Que no tengamos miedo para afrontar todas nuestras situaciones difíciles y vencer con valentía todos nuestros obstáculos, porque Tú caminas a nuestro lado y porque el Espíritu Santo nos dará valor y además porque estamos en tus manos.
Permítenos que marchemos y afrontemos la vida y con valentía y demos testimonio del amor. Te alabamos te adoramos y te bendecimos.
Un muy feliz y descansado fin de semana, que nos ayude a reparar fuerzas para iniciar y afrontar este final de mes, con esperanza y optimismo. Que María nos ayude con su gracia y nos colme de bendiciones.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El miedo es uno de los enemigos peores de nuestra vida cristiana, y Jesús exhorta: “No tengáis miedo”, “no tengáis miedo”. Y Jesús describe tres situaciones concretas a las que se enfrentarán. Ante todo, la primera, la hostilidad de los que quieren silenciar la Palabra de Dios, edulcorándola, aguándola o acallando a los que la anuncian. (…) La segunda dificultad con la que se encontrarán los misioneros de Cristo es la amenaza física en su contra, o sea, la persecución directa contra ellos, incluso hasta el punto de que los maten. Esta profecía de Jesús se ha cumplido en todas las épocas: es una realidad dolorosa, pero atestigua la fidelidad de los testigos. ¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Sufren por el Evangelio con amor, son los mártires de nuestros días. (…) La segunda dificultad con la que se encontrarán los misioneros de Cristo es la amenaza física en su contra, o sea, la persecución directa contra ellos, incluso hasta el punto de que los maten. Esta profecía de Jesús se ha cumplido en todas las épocas: es una realidad dolorosa, pero atestigua la fidelidad de los testigos. ¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Sufren por el Evangelio con amor, son los mártires de nuestros días. (Ángelus, 21 junio 2020).