Bella, alegre y esperanzadora mañana la que nos regalas, Señor, y comenzamos a vivir la experiencia del «Dios con nosotros».
¡Noche de paz, noche de amor, llena el cielo un resplandor...! «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres...» son palabras hermosas que escucharemos esta noche y que alegrarán nuestros corazones. Desde ahora, Señor, nuestro corazón está abierto y dispuesto para recibirte como el huésped principal y deseado en nuestras vidas. Ayúdanos para que —no solo en lo personal, sino a nivel de nuestras familias— nazcas también en cada hogar que esté dispuesto a recibirte. Hoy es la noche del verdadero amor, la ilusión que se hace realidad y la esperanza que no defrauda.
Tus palabras, Señor: «mira que estoy a la puerta y llamo, si alguien me escucha y abre entraré, y haré morada en él». «Es necesario que hoy me hospede en tu casa». Gracias Señor por venir y hacer que nuestra vida tenga sentido en amor, servicio, entrega y disponibilidad y ante todo en humildad. Hoy te pido Señor, para que en cada hogar se viva la alegría de tu nacimiento, en felicidad. Danos en el corazón la sencillez para poder disponer del verdadero sitio donde nacerás, hecho con pajas de servicio y calor de fraternidad. Amén.
Mis queridos hermanos, deseo de todo corazón que tengan una muy feliz y santa Navidad, vivida en familia y que el abrazo que nos demos sea de verdadero calor de amor y de unidad. ¡FELIZ NAVIDAD! y anticipadamente ¡FELICES PASCUAS!
«Un nuevo sitio disponed, para un AMIGO más; un poquitín que os estrechéis y se podrá sentar».
Un abrazo de Navidad.
ORACIÓN
Señor, al contemplar a tu Hijo nacido en Belén, te pedimos que nos ayudes a imitar esa humildad. Que no busquemos lugares de honor, sino que estemos dispuestos a recibir a Jesús donde Él quiera nacer: en el rincón más modesto de nuestro corazón.
Te suplicamos que descienda sobre nosotros y sobre toda la tierra la paz que los ángeles anunciaron. Que esta paz no sea solo ausencia de conflicto, sino la presencia de tu amor en cada hogar y en cada persona, especialmente en aquellos que viven en la oscuridad o la soledad. Amén.
PALABRA DEL PAPA
Un ángel del Señor, envuelto de luz, alumbró la noche y dio el anuncio gozoso a los pastores: «Les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11). Entre el asombro de los pobres y el canto de los ángeles, el cielo se abrió sobre la tierra; Dios se hizo uno de nosotros para hacernos como Él, descendió entre nosotros para elevarnos y llevarnos al abrazo del Padre.
Esta, hermanas y hermanos, es nuestra esperanza. Dios es el Emanuel, el “Dios con nosotros”. El infinitamente grande se hizo pequeño; la luz divina brilló entre las tinieblas del mundo, la gloria del cielo se asomó a la tierra. ¿Cómo? En la pequeñez de un Niño. Y si Dios viene, aun cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, entonces podemos decir: la esperanza no ha muerto, la esperanza está viva, y envuelve nuestra vida para siempre. La esperanza no defrauda. (SOLEMIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR, HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO, 24 de diciembre de 2024)
Reflexión del Evangelio por: P. Luis Alberto Tirado Becerril, misionero del Espíritu Santo
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. Muchas veces remarcamos la fuerza de la oscuridad de este mundo, pero solo es para evidenciarla y para poder presentar a Jesucristo como la única alternativa al mundo que vive en tinieblas, porque solo Él es la Vida y solo Él es ‘la Luz verdadera que ilumina a todo hombre’, porque es la Palabra eterna que desde el Principio estaba con Dios y que es Dios.
Hoy no solo celebramos que la Luz vino al mundo hace dos mil años, hoy celebramos que desde hace dos mil años Jesucristo está dando luz a todo el que entra en contacto con Él y lo acoge en su vida y corazón, porque de su plenitud hemos recibido todos, gracia sobre gracia.
Hoy te invito a gozar la Navidad, a gozar de Jesús y de su Luz, a recibirla y a transmitirla, a acoger al Señor que seguirá viniendo a tu encuentro de muy diversas maneras y, como san Juan el Bautista, te invito a ser testigo de la Luz, testigo de Jesús, testigo de su amor infinito; para que todos crean por medio de tu predicación. Anúncialo hasta que abraces la verdadera vida en Él. Hermano, hermana, Feliz Navidad.

