Pasar al contenido principal

14-abr.-2024, domingo de la 3.ª semana de Pascua

Seguimos en nuestro tiempo de pascua y tú nos apremias a proclamar el arrepentimiento y ser testigos de tu amor

“Este es el día en que actúo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”, palabras que encontramos en el salmo 117. Que sean palabras motivadoras para dar gracias a Dios por esta semana que estamos terminando y por todo lo recibido.

Nuestra fe en ti, Señor Resucitado, es una fe concreta, creemos en ti y esperamos en ti. Eres alguien totalmente real como nosotros, en todo menos en el pecado. Eres el Cristo en quien creemos, que caminas con nosotros en el camino de la vida, que nos sostienes con tu amor y fortaleza cuando tenemos problemas y nos sentimos agobiados. Tú has resucitado realmente y vienes con nosotros para ayudarnos a levantar por encima de nuestros problemas, temores y cobardías, agobios y dificultades. Tú eres, Señor, quien a nuestro lado, el compañero que nos guías y caminas con nosotros; eres nuestra fortaleza, no te desentiendes de nuestro camino, ni nos abandonas, sigues a nuestro lado, compartes nuestra vida y necesidades y nos acompañas en nuestras debilidades. Tu continúas dándonos signos de que eres el Viviente. Nos muestras tus manos y el costado, como signos visibles y palpables: tóquenme.  No eres un fantasma, comes con nosotros.

Seguimos en nuestro tiempo de pascua y tú nos apremias a proclamar el arrepentimiento y ser testigos de tu amor. Gracias, Señor Resucitado, por tu presencia y por darnos nuevas esperanzas y consuelos. Ayúdanos a vivir llenos de fe, esperanza, amor y perdón mutuo. Amén.

Que sea un buen Domingo de amor y unidad, para que mañana afrontemos nuestra semana llenos de tu presencia y misericordia.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Ahora, en el Cenáculo, Cristo resucitado se presenta en medio del grupo de discípulos y los saluda: «¡La paz con vosotros!» (v. 36). Pero estaban asustados y creían «ver un espíritu», así dice el Evangelio (v. 37). Entonces Jesús les muestra las llagas de su cuerpo y dice: «Mirad mis manos y mis pies —las llagas—; soy yo mismo. Palpadme» (v. 39). Y para convencerlos, les pide comida y la come ante su mirada atónita (cf. vv. 41-42). Hay un detalle aquí en esta descripción. El Evangelio dice que los apóstoles “por la gran alegría no acababan de creerlo”. Tal era la alegría que tenían que no podían creer que fuera verdad. Y un segundo detalle: estaban atónitos, asombrados, asombrados porque el encuentro con Dios siempre te lleva al asombro: va más allá del entusiasmo, más allá de la alegría, es otra experiencia. Y estos estaban alegres, pero una alegría que les hacía pensar: pero no, ¡esto no puede ser verdad! .... Es el asombro de la presencia de Dios. No olvidéis esto estado de ánimo, que es tan hermoso. (Regina Caeli, 18 de abril de 2021)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.