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11-abr.-2021 2.° Domingo de pascua (o de la Divina misericordia)

Domingo para darte gracias por tu infinita misericordia, por tu amor y tu bondad.

Domingo para darte gracias por tu infinita misericordia, por tu amor y tu bondad. Contemplar un nuevo amanecer es darte gracias porque lo hacemos con lo que nos regalas:  el don de la fe. No te podemos reconocer en la soledad sino en la relación con nuestros hermanos. Somos nosotros, en nuestras familias, nuestros trabajos o actividades como vamos haciendo el camino de la fe, apoyándonos unos a otros, poniendo en común las dudas y las dificultades, los hallazgos y las seguridades. Qué hermoso cuando tenemos la generosidad y la seguridad de poder hacer el bien a nuestros hermanos porque nace en nuestro corazón y nuestros sentimientos lo que podamos hacer los unos por los otros. Nuestra oración va siendo solidaria en la medida en que oramos los unos por los otros, nuestro amor hacia ti señor,  va siendo generoso en la medida en que lo compartimos con nuestros hermanos. Es la lección que nos dejas en la lectura de este día. Pero también nuestro compromiso debe ir más allá. Nuestra fe debe estar bien firme así lo hiciste ver a los discípulos y hoy a nosotros.  La fe en tu resurrección no fue algo conseguido en un abrir y cerrar de ojos. Fue un proceso en el que los discípulos fueron creciendo juntos. Tu te hiciste presente en medio de ellos, les hablaste al corazón, los confirmaste en la fe. Todos se sentían más seguros. Todos menos Tomás, que en su duda, quería estar seguro. Por eso quería ver la señal de los clavos y meter su dedo en el agujero de tus manos. Quería estar seguro de seguirte a Ti, y no a un fruto de su imaginación. Y te  vio y creyó. Permítenos, Señor, que sin ver podamos creer firmemente en tu Resurrección, en tu camino de amor y felicidad. Que podamos creer en nosotros mismos, en tus palabras y sentimientos y que nuestros hermanos de igual manera crean; crean en tu bondad, en tu esperanza, en tu Caridad. Hoy te pedimos nos regales LA PAZ, LA ALEGRÍA Y SOBRE TODO EL ESPÍRITU SANTO que diste a tus discípulos. Ayúdanos a poder decirte como Tomas:” Señor Mío y Dios Mío” y poder escuchar tus palabras:” Dichosos los que crean sin haber visto.” Amén. Un muy feliz y misericordioso Domingo bendecidos en el amor del Señor. 

Santa Faustina Kowalska.
La devoción como hoy es conocida llegó a través de Santa Faustina Kowalska, conocida como "Apóstol de la Misericordia". Santa Faustina escribió en su diario unas promesas de Jesús en relación a la coronilla. Jesús le dijo que a quien la rezase, la misericordia le protegería en la vida y se le otorgaría inmensas gracias; y que fuera recomendada como última tabla de salvación:
Reza incesantemente esta coronilla... quien quiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como última tabla de salvación. Otorgaré inmensas gracias a las almas que recen esta coronilla, mi misericordia las envolverá en la vida. y especialmente en la hora de la muerte.
Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como Juez justo, sino como Salvador misericordioso.
Faustina Kowalska, Diario.
Coronilla de la divina Misericordia

Oracion al comenzar

La coronilla se comienza con la Señal de la cruz. A continuación, se reza la Oración para la Hora de la Misericordia:
Expiraste, Jesús; pero la fuente de vida brotó para las almas, y el mar de misericordia se abrió para el mundo entero. ¡Oh, fuente de vida, insondable misericordia divina!, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros.
Luego, se dice tres veces
¡Oh, sangre y agua que brotaste del corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confío!
A esto le siguen un Padrenuestro, luego un Ave María, después un Gloria y concluye esta primera parte con el Credo.
Tomando la cuenta grande, se comienza rezando con las siguientes palabras:
: "Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en expiación de nuestros pecados y los del mundo entero."
Después de cada decena, en cada cuenta pequeña se replica diez veces:
:"Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero."

Rezadas las cinco decenas, se dirá tres veces:
:Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.
:¡Oh, Dios eterno!, en quien la Misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable. Vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa, y aumenta Tu Misericordia en nosotros. Para que, en momentos difíciles, no nos desesperemos ni nos desalentemos; sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el amor y la misericordia mismos. Amén.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda Pbro.