ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Reflexión de la Palabra de Dios. Junio 1 de 2025. Ascensión del Señor. Ciclo C.
Cuarenta días después de la resurrección de Jesús celebramos su ascensión al cielo.
Jesucristo resucitado se hizo muy cercano a los discípulos y compartió con ellos, aunque en principio no lo reconocían por la transformación de su cuerpo en un cuerpo glorioso, ya no sujeto a la corrupción, al dolor ni a la muerte. Ahora su presencia no será más una presencia física, corporal, sino que vuelve al Padre, de donde ha venido.
En Jesús ha llegado un ser humano al cielo, ha llegado junto a Dios para siempre. Y nos abre a la esperanza más grande: nuestro destino último será la vida plena en Dios, vivir con Él para siempre. Somos peregrinos que vamos hacia el cielo, nuestro destino definitivo no está en esta tierra, nuestro caminar está animado por la mirada hacia la meta: la casa del Padre.
Jesucristo sube al Padre no para desentenderse de nosotros, sino para interceder constantemente por nosotros ante Él. La ascensión del Señor es motivo de alegría y de paz, pues tenemos por intercesor a uno que ha experimentado nuestra fragilidad y no deja de amarnos.
Al acabarse el tiempo de su presencia física entre sus apóstoles, les encomendó como tarea ser testigos de su vida, de sus enseñanzas, de su muerte y resurrección ante todos los hombres. Llevar a cabo tan grandiosa misión será posible porque desde el cielo Jesús cumple la promesa de Dios de enviarles el Espíritu Santo que les dará valentía, fortaleza. Les había dicho: les conviene que yo me vaya, porque si no, no vendrá a ustedes el Espíritu Santo.
La alegría de los apóstoles al irse Jesús tiene que ver con la esperanza de llegar un día al cielo; con la tranquilidad de tenerlo como intercesor ante el Padre, y con el inminente cumplimiento de la promesa de recibir el Espíritu Santo.
Esta fiesta nos llene también a nosotros de esperanza, y nos comprometa a vivir ante el mundo como testigos de Jesucristo.
Feliz domingo, día de la Ascensión del Señor.
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