VIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C (SEPTIEMBRE 4 DE 2022)
ESTRUCTURA PERSONAL DEL CREYENTE
MONICIÓN DE ENTRADA
Hoy Cristo nos dice cómo podemos responder a su llamado y seguimiento. Las condiciones no son fáciles. Tenemos al Espíritu Santo como guía y orientador. El Evangelio de hoy señala el precio para seguir a Cristo. Conviene rectificar la ruta de nuestro diario caminar. Las condiciones ineludibles para el verdadero seguimiento de Cristo es la renuncia a nuestros bienes y nuestro propio yo.
Cuando estemos dispuestos a postergar cualquier interés y conveniencia nuestra y dar paso a los intereses de Cristo, entonces su espíritu habitará en nosotros e iluminará nuestras decisiones. De pie para recibir la procesión con el cántico de entrada.
MONICIONES A LAS LECTURAS
En las lecturas de hoy escucharemos algunas consignas dirigidas a los seguidores de Jesús. Según la primera lectura del libro de la Sabiduría, no es fácil conocer los designios de Dios. Basta acudir al pasaje de la carta a Filemón o al texto del evangelio de hoy para darse cuenta del desconcierto que provoca en el ser humano lo que Dios quiere. Con el salmista pediremos la sabiduría de Dios. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría (9,13-18)
¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa. Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le envías tu santo espíritu desde lo alto? Así se enderezaron las sendas de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada y se salvaron por la sabiduría».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervo.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos.
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (9b-10.12-17):
Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión Te lo envío como a hijo.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad.
Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que silo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.
Palabra de Dios
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33)
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
“Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor.
HOMILIA
La primera lectura presenta catorce términos que tienen que ver con el conocimiento: conocer (2 veces), imaginar, pensamientos, razonamientos, mente pensativa, vislumbrar, descubrir, rastrear, sabiduría (2 veces), santo espíritu, enderezar, aprender. El texto comienza con una pregunta: ¿Qué hombre conocerá el designio de Dios? La lectura concluye con la afirmación categórica: Los hombres… se salvaron por la sabiduría.
El texto de la primera lectura es la conclusión de una oración alabando la sabiduría de Dios e impetrándola para el conocimiento humano. Es una buena pista para que recorramos el camino de nuestra vida según la sabiduría de Dios, destinada a ser guía segura de vida y de salvación.
Ahora bien, tal sabiduría no se refiere al conocimiento de verdades abstractas, sino que se concretiza en la persona de Jesucristo, de quien afirma san Pablo que Cristo es fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,24).
La segunda lectura hemos de considerarla desde la “sabiduría cristiana”, por más que trate un tema muy humano, el de la esclavitud. San Pablo se dirige a su amigo Filemón a propósito de su esclavo Onésimo, huido de la casa de su dueño y que se ha encontrado con Pablo, que le ha convertido a la fe cristiana. Pablo escribe a su amigo intercediendo por el huido, que ahora es cristiano. Con delicadeza y finura humana y cristiana Pablo pide a su amigo Filemón que acoja a Onésimo (cuyo nombre significa “útil”), no solo como persona sino como “hermano”.
Entendemos que la categoría “cristiano” establece una nueva relación entre los seres humanos, sin quitar nada a la humanidad que compartimos los hijos de Dios. Entiendo que bien merece la pena notar esta realidad. Somos seres humanos, lo que nos “hermana” con nuestros semejantes. Quienes hemos sido bautizados en Cristo contamos con otro lazo de unión con las personas cristianas y hemos de ser bien conscientes de lo que el Señor pedía en su oración al Padre: “Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21).
Tengamos en cuenta la nueva relación que se establece entre los seres humanos por razón del bautismo cristiano. Esto está en línea con la razón última de Pablo a Filemón a propósito de Onésimo, entendida como la definitiva: Si me tienes por amigo, recíbelo como si fuera yo mismo (Fm 17). Esta sí que es sabiduría cristiana.
En un mundo donde la esclavitud era la norma, san Pablo, siguiendo a Jesucristo, ha dejado bien claro cuál es el camino cristiano, el camino de la fraternidad.
De sabiduría nos habla el Salmo (Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato) y el versículo del Aleluya (Enséñame tus decretos).
Ahora bien, ¿quién mejor que el mismo Jesucristo para enseñarnos la verdadera sabiduría? En la página del Evangelio el Señor se refiere a “calcular”, a “deliberar”, para lo que se necesita verdadera sabiduría. Es cierto que el ejemplo que propone el Señor a la muchedumbre que lo escuchaba es un sencillo ejemplo de sentido común para considerar los pros y los contras ante un determinado proyecto: construir una torre o entrar en batalla de quien le ataca con un mayor número de soldados.
Estos dos ejemplos están encuadrados por lo que el Señor dice al comienzo de su discurso y que repite en la conclusión del mismo. Concretamente: acercarse al Señor, ser discípulo suyo, implica posponer todo lo que uno tiene (padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas, bienes materiales y, sobre todo, el propio “yo”).
El evangelista Lucas ya había escrito precedentemente algo parecido, citando las palabras que Jesucristo dirigía no solo a los discípulos sino “a todos”: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día y me siga” (Lc 9,23).
Esta es la “sabiduría” que nos ofrece Jesucristo y de la que espera hagamos buen uso, porque solamente así podremos decirnos con verdad que somos “cristianos”, es decir, seguidores, discípulos de Jesucristo.
¿Qué clase de discípulos seríamos si no hemos aprendido lo que el Maestro nos ha enseñado? Y todavía más: ¿qué clase de discípulos seríamos si no practicamos lo que hemos aprendido? Podríamos preguntar mucho más, pero lo que nos dice Jesucristo es de tal claridad que hace inútiles tantas preguntas, que no buscan otra cosa que la propia justificación para simplemente vivir sin tomar en serio lo que el Señor decía “a todos”: “Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío” (v. 27). La misma afirmación, con otra formulación, concluye la página del Evangelio: “Todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío” (v. 33).
Se espera que nosotros seamos sensatos para tomar en consideración lo que el Señor nos dice y repite, ofreciéndonos adentrarnos en la verdadera sabiduría, la que nos conduce a la salvación.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Congregados en el nombre de Jesús, ahora dirijamos a Dios nuestras oraciones, con la fe de que Él nunca desoye a sus hijos. Digamos todos:
PADRE MISERICORDIOSO, ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN.
- Por la Santa Iglesia de Dios, para que nunca se canse de pedir la sabiduría necesaria para discernir correctamente los designios de divinos en estos tiempos tan difíciles. Oremos.
- Por los ministros de la Iglesia, para que, al seguir el llamado de Dios, se desapeguen de todo lo material y se enfoquen en el ejercicio pastoral y en el acompañamiento espiritual de toda la grey a ellos encomendada. Oremos.
- Por los que rigen los destinos de nuestros puebles, especialmente por quienes gobiernan nuestro país, para que lo hagan con sabiduría y entrega incondicional, buscando siempre el bienestar de todos. Oremos.
- Por los más necesitados de nuestra sociedad, para que Dios, por su bondad y misericordia se apiade de ellos. Oremos.
- Por todos nosotros, para que aceptemos seguir a Jesús sin ponerle condiciones y nos comportemos siempre como auténticos cristianos, con las obras dignas de nuestra fe. Oremos.
EXHORTACIÓN FINAL
Te glorificamos, Padre nuestro del cielo, porque Jesús
nos enseñó el camino que por la abnegación lleva a la vida.
Con su ejemplo nos mostró la ruta ardua y gozosa del seguimiento.
Él fue el primero en la opción total por el reino de Dios,
y se adelantó a entregar la vida para ganarla definitivamente.
Caminando con Él, Cristo nos quiere libres para amar y darnos.
Ayúdanos, Señor, a hacer nuestros sus criterios y actitudes
para liberarnos de nuestro yo mezquino, egoísta y estéril.
Por su palabra y su ejemplo que nos precedió, entendemos que
la medida de nuestra libertad es la capacidad de amar a los demás
olvidándonos de nosotros. ¡Ayúdanos, ¡Señor, con tu gracia!
Amén.