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SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA – CICLO B (FEBRERO 27 DE 2021)

MONICIÓN DE ENTRADA

Nos disponemos hermanos a celebrar la Santa Misa en este Segundo Domingo de Cuaresma, en el que cada año leemos la escena de la transfiguración de Jesús ante sus discípulos, este año según San Marcos. Esta escena aparece como muy importante en el evangelio: es la revelación solemne de Jesús como Hijo, corno predilecto, como Maestro.

Dejemos que hoy también se nos revele a nosotros. De pie, cantamos.

 

MONICIÓN ÚNICA PARA TODAS LAS LECTURAS

Las lecturas de este segundo domingo de Cuaresma hablan de muerte y de vida. Abrahán, el hombre fiel y obediente, no se reservó a su hijo Isaac; Dios Padre entregó a su Hijo único, el predilecto, por todos nosotros; en el relato de la transfiguración se esconde también el misterio de la muerte de Jesús.

PIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 22,1-2.9-13.15-18

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: «¡Abrahán!»
Él respondió: «Aquí me tienes.»
Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré.»
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo «¡Abrahán, Abrahán!»
Él contestó: «Aquí me tienes.»
El ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.»
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.

Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.

 

Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
 

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,31b-34

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

Palabra de Dios.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,2-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Palabra del Señor.

 

HOMILÍA

iEscuchadle!

«Este es mi Hijo amado, escuchadle». Con estas palabras, Dios Padre daba a Jesucristo a la humanidad como su único y definitivo Maestro, superior a las Leyes y a los profetas.

¿Dónde habla Jesús hoy, para que le podamos escuchar? Nos habla ante todo a través de nuestra conciencia. Ella es una especie de «repetidor», instalado dentro de nosotros, de la voz misma de Dios. Pero por sí sola ella no basta. Es fácil hacerle decir lo que nos gusta escuchar. Por ello necesita ser iluminada y sostenida por el Evangelio y por la enseñanza de la Iglesia. El Evangelio es el lugar por excelencia en el que Jesús nos habla hoy. Pero sabemos por experiencia que también las palabras del Evangelio pueden ser interpretadas de maneras distintas. Quien nos asegura una interpretación auténtica es la Iglesia, instituida por Cristo precisamente a tal fin: «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha» [Lc 10, 16. Ndt]. Por esto es importante que busquemos conocer la doctrina de la Iglesia, conocerla de primera mano, como ella misma la entiende y la propone, no en la interpretación -frecuentemente distorsionada y reductiva- de los medios de comunicación.

Casi igualmente importante que saber dónde habla Jesús hoy es saber dónde no habla. Él no habla ciertamente a través de magos, adivinos, nigromantes, oradores de horóscopos, pretendidos mensajes extraterrestres; no habla en las sesiones de espiritismo en el ocultismo. En la Escritura leemos esta advertencia al respecto: «No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique adivinación, astrología. hechicería o magia, ningún encantador ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos. Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvé tu Dios» (Dt 18, 10-12).

Estos eran los modos típicos de referirse a lo divino de los paganos, que sacaban auspicios consultando los astros, o vísceras de animales, o el vuelo de los pájaros. Con esa palabra de Dios: «iEscuchadle!», todo aquello se acabó. Hay un solo mediador entre Dios y los hombres; no estamos obligados a ir ya «a tientas», para conocer la voluntad divina, a consultar esto o aquello. En Cristo tenemos toda respuesta.

Lamentablemente hoy aquellos ritos paganos vuelven a estar de moda. Como siempre, cuando disminuye la verdadera fe, aumenta la superstición. Tomemos la cosa más inocua de todas, el horóscopo. Se puede decir que no hay periódico o emisora de radio que no ofrezca diariamente a sus lectores u oyentes el horóscopo. Para las personas maduras, dotadas de un mínimo de capacidad crítica o de ironía, eso no es más que una inocua tomadura de pelo recíproca, una especie de juego y de pasatiempo. Pero mientras tanto miremos los efectos a la larga. ¿Qué mentalidad se forma, especialmente en los chavales y en los adolescentes? Aquella según la cual el éxito en la vida no depende del esfuerzo, de aplicación en el estudio y constancia en el trabajo, sino de factores externos, imponderables; de conseguir dirigir en provecho propio ciertos poderes, propios o ajenos. Peor aún: todo ello induce a pensar que, en el bien y en el mal, la responsabilidad no es nuestra, sino de las «estrellas», como pensaba Don Ferrante, de recuerdo manzoniano [en referencia a la novela «Los novios» de Alessandro Manzoni (1785-1873) Ndt].

Debo aludir a otro ámbito en el que Jesús no habla y donde, sin embargo, se le hace hablar todo el tiempo. El de las revelaciones privadas, mensajes celestiales, apariciones y voces de naturaleza variada. No digo que Cristo o la Virgen no puedan hablar también a través de estos medios. Lo han hecho en el pasado y lo pueden hacer, evidentemente, también hoy. Sólo que antes de dar por descontado que se trata de Jesús o de la Virgen, y no de la fantasía enferma de alguno, o peor, de espabilados que especulan con la buena fe de la gente, es necesario tener garantías. Se necesita en este campo esperar el juicio de la Iglesia, no precederlo. Son aún actuales las palabras de Dante: «Sed, cristianos, más firmes al moveros: / no seáis como pluma a cualquier soplo» (Par. V, 73 s.).

San Juan de la Cruz decía que desde que, en el Tabor, dijo de Jesús: «¡Escuchadle!», Dios se hizo, en cierto sentido, mudo. Ha dicho todo; no tiene cosas nuevas que revelar. Quien le pide nuevas revelaciones, o respuestas, le ofende, como si no se hubiera explicado claramente todavía. Dios sigue diciendo a toda la misma palabra: «¡Escuchadle a Él!, leed el Evangelio: ahí encontraréis ni más ni menos que lo que buscáis».

 

ORACIÓN UNVERSAL

La respuesta a tu Palabra siempre es nuestra oración por las necesidades del mundo y las propias. Digamos todos

PADRE OYENOS, PADRE ESCUCHANOS

  1. Para que la gracia de Cristo brille sobre las Iglesias desunidas y la transfigure. Roguemos al Señor.
  2. Para que la gracia de Dios brille sobre los pueblos dispersos, marginados, y la esperanza los transfigure. Roguemos al Señor.
  3. Para que en esta Cuaresma los pecadores regresen a la Iglesia y estén activos en ella. Roguemos al Señor.
  4. Para que la gracia de Cristo brille sobre nosotros y sepamos morir para después resucitar con Él. Roguemos al Señor.

 

EXHORTACIÓN FINAL

Te bendecimos, Padre, porque Cristo en su transfiguración, después de haber anunciado a

sus discípulos su pasión y muerte, les mostró en el monte santo el resplandor de su

divinidad, como un anticipo y testimonio del camino de la resurrección.

Al revelar en sí mismo la gloria futura, fortalece nuestra fe ante el escándalo de la cruz y

alienta nuestra esperanza.

Concédenos, Señor, ir a tu encuentro en la montaña, dejar nuestras sendas trilladas,

escuchar a Jesús, tu palabra, y caminar con él hacia ti en la llanura cotidiana de la vida;

porque, siguiéndolo, la renuncia es libertad de espíritu y la muerte es vida que anticipa la

resurrección.

Amén.

 

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS

También nosotros, con el pan y el vino, ofrezcamos nuestra entrega incondicional a la voluntad de Dios. Oremos