SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO A – (DICIEMBRE 4 DE 2022)
MONICIÓN DE ENTRADA
Sean todos bienvenidos, hermanos, a la celebración eucarística correspondiente al segundo domingo del tiempo de Adviento.
En la preparación de los caminos del Señor, hoy escucharemos tanto a Isaías, como a Juan, el Bautista Pidiendo al Señor esa fuerza para convertirnos y hacer vida así la palabra de este día, comenzamos la Santa Misa, de pie, cantando el canto de entrada…
MONICIÓN PARA TODAS LAS LECTURAS
El llamado a la conversión es el mensaje central de las lecturas de este domingo.
El Reino de los Cielos, tal como aseguran el salmista y el profeta Isaías, conlleva un periodo de justicia y paz, donde todos, tendrán una oportunidad de felicidad. El Mesías, investido con el Espíritu de Dios, hará lo que no han sido capaces de llevar a cabo los reyes en Israel. Y Pablo nos exhorta a fiarnos de la Palabra de Dios y mantenernos firmes en la esperanza.
Preparémonos para la escucha atenta de esta Palabra.
PRIMERA LECTURA
Lectura del profeta Isaías: 11, 1-10
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor.
Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados.
Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios.
La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastoreará.
La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará con la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.
No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de la ciencia del Señor, como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres.
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 15, 4-9
Hermanos:
Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza.
Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre».
Palabra de Dios
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 3, 1-12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Éste es el que anunció el profeta Isaías diciendo:
«Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”».
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
«¡Camada de víboras!, ¿Quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que pide la conversión.
Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras.
Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias.
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».
Palabra del Señor.
HOMILIA
Nos ayuda hoy la figura de San Juan Bautista, el precursor del Señor, el último de los profetas del Antiguo Testamento (¡y primo de Jesucristo!), que comienza a predicar pocos meses antes de que Jesús iniciara su ministerio público.
Juan Bautista la figura clave en el tiempo en que Jesús se manifestó al mundo.
La figura clave también para nosotros, para nuestro Adviento
Anunciado ya en el Antiguo Testamento (Evangelio de hoy): Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. En el libro de Isaías se anuncia la Buena Noticia de la llegada del Reino de Dios. Al decir que Juan el Bautista es el mensajero que pide preparar el camino del Señor, indirectamente se nos dice que Jesús es Dios y que viene a salvar a su pueblo y a instaurar el Reino.
Además, San Mateo relaciona a San Juan Bautista con el profeta Elías (describiendo sus ropas, cosa muy inusual). Juan se viste igual que Elías, uno de los personajes más notables del Antiguo Testamento, que se distinguió por sus asombrosos milagros y por su violencia contra los paganos...
En la Biblia dice que antes de llegar el Mesías, Dios enviaría nuevamente al profeta Elías para preparar y anunciar su llegada. Y en otro lugar de su Evangelio, Mateo dice que este retorno de Elías se ha cumplido en la persona y en el ministerio de Juan el Bautista.
Por lo tanto, se hace claro que Juan el Bautista es el último de los profetas, que viene a anunciar que ya está por cumplirse todo lo anunciado y prometido en el Antiguo Testamento.
Algo que nos llama la atención: Juan el Bautista, vestido como el violento profeta Elías, no habla de la llegada del Salvador con palabras que indican misericordia, sino juicio y castigo (como lo habían hecho ya muchos profetas del A. Testamento). Las imágenes que usa inspiran temor: hacha puesta a la raíz de un árbol que no da fruto, fuego que no se apaga, la horquilla que separa la paja del trigo.
Es obvio que la Palabra de Dios no pretende fomentar un cristianismo de temor y de angustia, basado en el castigo.
Pero el Evangelio nos recuerda hoy que el Dios del Amor, cuya misericordia es tan grande que ni siquiera podemos imaginarla, es también el Señor de la Vida y de la muerte, que reclama definiciones, que espera que nos juguemos por Él, que quiere cosechar donde no se ha sembrado y recoger donde no se ha esparcido; que declara que quien no está con Él, está en su contra; que espera que mostremos nuestro amor más con nuestras obras que con nuestras palabras; que invita gratuitamente al Cielo, pero expulsará a quien no tenga el traje de fiesta; es un Dios festivo, pero que nos llama a la conversión, al arrepentimiento, y a la penitencia mientras tenemos tiempo.
La misericordia de Dios no excluye su justicia. Una y otra se iluminan mutuamente. Al final de nuestra vida, con la venida de Cristo, seremos glorificados en el Cielo, o arrojados a lo profundo del infierno. No hay más alternativas, no hay término medio, no cabe la neutralidad Así de grandioso y de terrible Así en los labios de Juan el Bautista (Den frutos que demuestren que están convertidos) Así también para nosotros hoy.
Muchos judíos decían: Nuestro padre es Abraham
Juan les responde: de las piedras, Dios puede sacar hijos de Abraham
* No digamos: Soy cristiano, soy católico; demostrémoslo con nuestra vida.
Juan anuncia al Señor que traerá Espíritu Santo y fuego, es decir purificación para que Dios pueda habitar en nuestros corazones.
ADVIENTO: preparación para el encuentro con el Señor que viene.
Viene en la renovación del misterio de la Navidad.
Pero también viene a cada instante, en las maneras secretas que tiene el Señor de hacerse presente en nuestras vidas.
Viene el día final de nuestra vida en este mundo.
Y viene también para consumar la historia de los hombres, en el día final.
ADVIENTO: tiempo para reconocer las visitas de Dios, y preparase para su Visita definitiva.
Para todas estas venidas tenemos que prepararnos.
La voz severa del más grande de los profetas (Juan el Bautista), nos exhorta a cambiar nuestras actitudes pecaminosas, nuestras actitudes menos cristianas; si se trata de preparar el camino del Señor, debemos comenzar por nuestro corazón: rellenar los baches, suprimir los desvíos, quitar los obstáculos, allanar las colinas.
Un aspecto muy concreto: la vida de la Gracia de Dios en nosotros.
Debemos superar la mentalidad que sólo se conforma con la confesión cuaresmal, y con estar en gracia de Dios de vez en cuando...
Cada día Dios viene a nuestro corazón, y espera encontrar en él un hogar en el cual quedarse a vivir para siempre...
Pecado = portazo a Dios en la cara, echándolo de nuestras vidas.
Estoy a la puerta y llamo (Apocalipsis 3,20)
Que cada día recibamos a Jesús con la misma disposición interior y el mismo amor que María, en el primer Adviento de la historia. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Presidente: Queridos hermanos, ya hemos escuchado la voz de Dios que nos ha llamado a enderezar nuestros senderos. Ahora hagámonos escuchar a los oídos de Dios, hablándole de las necesidades del mundo. Digamos todos:
VEN Y SÁLVANOS, SEÑOR.
- Por todo el pueblo de Dios, para que cada bautizado sepa dar razón de su esperanza en todos los ámbitos de su vida. Roguemos al Señor.
- Por el Papa, obispos y sacerdotes, para que sigan predicando el mensaje de conversión en este tiempo de Adviento, anunciando la salvación para aquel que enderece sus senderos. Roguemos al Señor.
- Por los que gobiernan las naciones, para que hagan que en los pueblos se transformen sus estructuras injustas y se afiancen el derecho y la paz. Roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren, para que en este Adviento se encuentren con corazones cristianos que les brinden la ayuda que necesitan. Roguemos al Señor.
- Por las intenciones que cada uno de los que formamos esta Asamblea litúrgica le hemos presentado hoy a Dios, para que, en su voluntad, Dios las reciba y nos conceda lo que pedimos con fe. Roguemos al Señor.
EXHORTACIÓN FINAL
Señor, Dios nuestro, que nos prometes en Cristo la realización de todos nuestros anhelos, escucha nuestras súplicas y permítenos alcanzar nuestras metas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.