Hasta el grupo más sencillo y humilde tiene un perfil en alguna red social para mostrar las actividades que realiza. Nuestras parroquias, comunidades y movimientos no se quedan atrás en la misión particular de evangelizar en redes sociales, pero esta necesita ser tomada en serio.
«Todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una simple administración. (…) Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación» (Papa Francisco).
Los invito a que, con sinceridad, hagamos una distinción: una cosa es tener un perfil en alguna red social (Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, etc) y otra cosa muy distinta es evangelizar en ella. Estar presente en algo no es sinónimo de formar parte de ese algo. Si no, cualquiera que se compra zapatillas es deportista o cualquiera que tiene un lápiz y un cuaderno es escritor. Hecha esta salvedad, no todo es malo e infructuoso, pues queda demostrado un sincero esfuerzo de buscar espacios para anunciar la buena noticia y para compartir la alegría de creer en Jesús.
La intención de este post es ofrecerles algunas luces para un mejor uso de los recursos de evangelización, pues a veces caemos en errores inconscientes, el mayor de ellos: pensar que las redes sociales funcionan igual que el diario mural de la parroquia. Te propongo que juntos vayamos revisando cómo es nuestra vida pastoral, tanto personal como comunitaria, en Internet. Busquemos nuevas formas para comunicar la Buena Nueva y al mismo tiempo miremos con objetividad aquellas prácticas que hacemos pensando en hacer apostolado, pero que no tienen nada que ver con este fin.
Compartir mensajes de la Iglesia, actividades, fotos de nuestras actividades, argumentos para defender nuestras posturas, música, reflexiones espirituales, invitaciones a eventos, etc. Todo eso, sin duda es importante, pero más importante es preguntarnos: ¿De mis últimas publicaciones, con cuál anuncio Evangelio realmente?, ¿cuál de esas significa un mensaje de amor de parte de Dios para quien la lee?
Basta con visitarlos, para enterarse de todo lo que ocurrirá y ocurrió, verás las últimas actividades del Papa, del Obispo, la más reciente actividad benéfica que se hizo en la parroquia, los lindos retiros, la próxima jornada de formación y así, una lista infinita de las muchas cosas que ocurren en la Iglesia. Si me preguntas, esto es importante, pero lamentablemente solo lo es para aquellos que formamos parte del grupo.
Pregúntatelo sinceramente: ¿A alguien que necesita consuelo y esperanza, le servirá de algo saber que el Obispo acaba de confirmar a 120 chiquillos?
Insisto, es maravilloso tener registro de todo eso, sobre todo si mi hijo estaba en esa Misa, pero es incómodo cuando los perfiles en redes sociales hacen eso, pues parece que se trata de una campaña para demostrarnos lo maravillosas, entretenidas y refrescantes que son todas las actividades a las que no voy... Tal vez un tiempo en seleccionar las fotos más conmovedoras y que representen la solemnidad del momento podría comunicar mejor el amor de Dios.
Pero no solo se trata de compartir conocimientos, contenidos y otras materias teóricas. También hay mucho de acompañamiento real, de conversaciones "uno a uno", de consejos, de preguntas y respuestas. Las redes sociales no solo son un muro donde pegamos informaciones, puede ser también una gran cafetería donde nos podemos sentar solos, en pareja o con un gran montón de amigos. Yo prefiero esto último.
Tan cercanos nos sentimos, que las redes sociales nos permiten sentirnos cerca e incluso establecer amistades, con personas que nunca hemos visto frente a frente. Nos ayuda a conocer más sacerdotes y que estos nos den testimonio de su vocación y sobre todo, nos permiten acompañar a aquellos que más necesitan de esperanza, consuelo y amor. Aprovecha esta oportunidad.
Otras veces, vemos personas frustradas porque nadie confirma que "asistirá" a tal o cual evento organizado por el grupo. Difícilmente alguien nuevo irá, si los únicos que ven sus publicaciones son sus amigos de siempre, esos mismos que están organizando la actividad a la que se invita.
¿Quizás para la reunión de coordinación es mejor un grupo de Whatsapp no? Y al mismo tiempo, para que la gente vaya a tu evento, no es tan buena idea poner todas las fichas a un evento en Facebook y esperar a que el salón se llene de gente nueva.
Es lindo cuando el grupo de WhatsApp de "los de la Iglesia" es una instancia para saludarse, desearse un buen día y mantenerse conectados con las vidas de los demás, además de intercambiar mensajes de trabajo pastoral y tareas de cada uno.
Lo incómodo (y que hace que muchos silenciemos los grupos por un año, y ojalá se pudiera hasta la eternidad, hasta la segunda venida de Jesús) es que algunos usan esta red social como su muro de Facebook y envían imágenes, noticias, videos, canciones y un montón de cosas, que, además de dejar nuestros teléfonos sin memoria, hacen que terminemos detestando ese "grupo de WhatsApp" porque al final de cada día tenemos cientos de mensajes por revisar y pocos tienen que ver con el objetivo que tiene ese grupo.
Cuidemos la comunicación dentro de la Iglesia, para que no nos pase que terminamos por ignorar todo lo que nos dicen y que también nos ignoren a nosotros cuando decimos algo.
Es probable que logremos captar más la atención si nos detenemos un poco a pensar y le pedimos al Espíritu Santo que nos sople ideas nuevas y frescas para cautivar a más corazones. Comunica tu experiencia de encuentro más que las frases que has escuchado hasta el cansancio.
Es como si estuvieran moviendo los brazos y ajustando los guantes para pelear. Yo incluso pienso que tienen links guardados esperando los comentarios de los que no están de acuerdo, sobre todo si se trata de temas morales. Esas discusiones que no hacen más que alejarnos los unos de los otros y que no solo aleja a los que discuten sino a todos, no tienen ningún sentido.
Es claro que el rol del profeta es anunciar y denunciar, pero al mismo tiempo debe preguntarse antes de publicar algo: ¿edifica, construye, da esperanza, es una Buena Noticia, quien lo lea recibirá algo de parte de Dios? Quizás, aunque sea verdad lo que quiero compartir, no ayude a nadie.